Nadal también barre a su rival en la segunda ronda de Roland Garros

Nadal no necesita de mucho esfuerzo para marcar el inmenso terreno que le separa de Facundo Bagnis. El argentino es un chico que quiere ser tenista profesional y está en el límite para poder vivir de ello. Nadal es una leyenda de la raqueta, uno de los mejores jugadores de siempre acostumbrado a los vítores y el elogio unánime de quien conoce este deporte. Conviven en el mismo circuito profesional, pero son habitantes de planetas muy lejanos.

Sorprendió mucho que Bagnis fuese capaz de romper el servicio a Nadal en la primera opción que tuvo. Se puso 2-0 arriba en el marcador en lo que puede ser uno de los momentos cumbre de su carrera. A partir de ahí la realidad volvió a hacer efecto, Rafa desentumeció los músculos y sacó el rodillo para marcar distancias. Después de aquello los juegos, sin importar quien tuviese el saque, empezaron a cae atropelládamente del lado del español. 6-3 en el primero, 6-0 en el segundo, los dos primeros juegos del tercero... Bagnis era incapaz de seguir el ritmo que estaba imponiendo Nadal, aunque tampoco fuese especialmente alto. Ni siquiera era necesario. En el último Nadal concedió tres juegos más, incluido uno con su servicio en el que ya no tenía la necesidad de esforzarse para demostrar nada. De los últimos 22 que se jugaron en el partido el español se hizo con 18. El universo es la distancia.

[Agassi, Nadal, y una almibarada carta patrocinada por Nike]

Rafa se dedicó a jugar profundo y a mover a su rival esperando que fallase, algo que sucedía con altísima frecuencia. Fueron muy pocos los golpes ganadores que necesitó la leyenda, muy dispuesto a pasar por encima de Bagnis con su vía favorita: la táctica. Nadal es un maestro del tenis, se puede adaptar a casi cualquier partido que se desarrollo y terminar venciendo, pero si por él fuese en todos los partidos jugaría con la calculadora, dando los golpes necesarios para enloquecer a su rival sin correr riesgos.

Una muestra de esto, más aún en tierra, llega con el servicio. Nadal no hace aces con frecuencia, contra Bagnis se fue sin ninguno, pero tampoco lo necesita. Privilegia que la pelota entre antes que el riesgo, juega siempre con primeros. El saque más veloz de todo el encuentro para el español fue de 183 kilómetros por hora, una cifra escasa, muy por debajo de los 200 de su rival que tampoco es que fuese un bombardero. Pero a Nadal no le importa eso, su opción no es ganar con el primer impulso sino poner la pelota en juego para desgastar al rival que, si es tan mediocre como el argentino que tenía delante, antes o después terminaría fallando.

Más datos. Nadal es capaz de pasar un buen rato en la pista y no tener errores. Fueron 13 sus no forzados, por 32 de su rival. Sobran las palabras, la diferencia fundamental entre Nadal y Bagnis es que uno de los dos es capaz de meter siempre la pelota en la pista. Y el que no falla no pierde.