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Nadal sobrevive en Madrid a Joao Sousa, a la lluvia y a las dudas que aún le pesan
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Se impuso por 6-0, 4-6 y 6-3

Nadal sobrevive en Madrid a Joao Sousa, a la lluvia y a las dudas que aún le pesan

El español, que se enfrentará en las semifinales a Murray, sufrió demasiado para sacar su partido adelante. Fue un relámpago en el primer set, luego no se encontró cómodo

Foto: Sousa puso en muchos problemas a Nadal (JuanJo Martín/EFE)
Sousa puso en muchos problemas a Nadal (JuanJo Martín/EFE)

De vez en cuando vuelven los fantasmas, los pensamientos malos y las nubes en el horizonte. La ansiedad, que hace que el brazo se agarrote y no se tenga lucidez para pasar los problemas. Rafa Nadal está mejor, mucho mejor de lo que estuvo, pero aún es un sujeto en rehabilitación de sus talentos previos. Puede ganar, como hizo, a Joao Sousa sin estar perfecto, pero necesita algo más para retomar su mejor versión.

Madrid, la pista que más le quiere, no es ni mucho menos la mejor para su juego. La altura es un problema y, cuando llueve, también lo es el techo retráctil. Es la primera vez en la historia del torneo en el que se ha podido lucir la sofisticadísima cubierta. Normalmente no pasa porque en Madrid, en mayo, no llueve. Así que Nadal no se había encontrado nunca con unas condiciones que son singulares y no se encuentra en ningún otro sitio del mundo.

Enfrente tenía a Joao Sousa que, en teoría, no tendría que haberle supuesto grandes problemas. Así lo pareció en el primer set, aún con el techo descubierto, en el que ganó Nadal casi por incomparecencia. Un clarísimo 6-0, un acoso y derribo a un jugador que logró lo imposible: no hacer un solo golpe ganador en toda la primera manga.

Si eso es inusitado, que lo es, casi lo es más ver una resurrección en directo. El jugador que se estaba arrastrando en la primera parte del partido empezó a ser rival. Entonces llegó la lluvia.

Hace tiempo para mover el techo tenía que viajar un operario de Pamplona a darle al botón, con los gastos añadidos que eso supone. Tarda 15 minutos en cubrirse entero, y ese tiempo dio para un rifi rafe entre Nadal y el juez de silla, Mohamed Lahyani, a cuenta de la lona para la pista. El español no la quería, probablemente porque el agua hace que la tierra esté más pesada y a él le beneficia. Sousa sí, por lo contrario, y el silla no sabía bien que hacer. Al final ganó Nadal, también en eso. Pero las nuevas condiciones, con todo más pesado, le fueron contrarias.

La gotera del Madrid Open

El techo, por cierto, dejó por la mañana una gotera en la que el agua caía a borbotones. Un chorrazo que llegaba del cielo y que la organización solventó, algo que parecía realmente difícil a tenor de la catarata que se había organizado. No pasó a mayores.

El caso es que volvieron a jugar y se vio un partido completamente diferente. La apisonadora de Nadal desapareció y Sousa empezó a hacer daño. Llegaron ahí los fantasmas, especialmente en las bolas de rotura. El balear tenía opciones, podía romper, pero no lo hacía. Así fue el segundo set. Con 4-4, Sousa se encontró que podía hacerlo. La bola pesaba demasiado para ponerse a volar y Sousa podía atacarla a unas alturas más cómodas. Una bola de break aprovechada y un set a la bolsa del luso. Una resurrección en directo.

Nadal no creció demasiado en el último parcial, pero con lo puesto le dio para mantenerse estable en la pista y aprovechar su oportunidad. Volvió a tener alguna bola de break pero la que aprovechó, curiosamente, tuvo muy poco que ver con él. Fue una doble falta de Sousa, que regalaba así el partido a su contrario. El portugués se lamentaba y pedía respeto a la grada. No debe ser fácil enfrentarse a Nadal en Madrid, le quieren demasiado.

Venció Nadal, supo sacar adelante un partido que se le había empantanado, dio un salto mental más. Pero necesita crecer si quiere de verdad volver a ser el que fue. El problema de las bolas de break, su incapacidad para dar un paso adelante en los momentos decisivos, es demasiada carga en los partidos grandes. Murray espera en semifinales. La prueba es de más altura.

De vez en cuando vuelven los fantasmas, los pensamientos malos y las nubes en el horizonte. La ansiedad, que hace que el brazo se agarrote y no se tenga lucidez para pasar los problemas. Rafa Nadal está mejor, mucho mejor de lo que estuvo, pero aún es un sujeto en rehabilitación de sus talentos previos. Puede ganar, como hizo, a Joao Sousa sin estar perfecto, pero necesita algo más para retomar su mejor versión.

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