Es noticia
Garbiñe Muguruza da guerra, pero Serena Williams se lleva la batalla de Wimbledon
  1. Deportes
  2. Tenis
es SU 6º wimbledon y el 21º grand slam

Garbiñe Muguruza da guerra, pero Serena Williams se lleva la batalla de Wimbledon

Garbiñe Muguruza lo dio todo, pero no fue suficiente para ganar a la mejor tenista del mundo. Se puso 4-2 en el primer set e hizo una gran remontada en el segundo, pero Williams se coronó en la hierba

Foto: Serena Williams junto a Garbiñe tras la final de Wimbledon (Reuters).
Serena Williams junto a Garbiñe tras la final de Wimbledon (Reuters).

“Una final contra Serena es el mayor desafío que se puede tener en un Grand Slam. Es la mejor final posible”. Garbiñe era consciente de quién era su rival en Wimbledon, pero no se arrugó. Echó a un lado el miedo a ser triturada por la número uno del mundo que, por algo, es la mejor. Serena Williams atravesó un bache inicial en el que su juego se mostró apático, pero supo cómo salir de él… a diferencia de Muguruza. A la hispanovenezolana le pudo la ansiedad y empezó a disfrutar de la final demasiado tarde, cuando Serena ya veía su nombre escrito por sexta vez en el cuadro de honor del All England Club (6-4 y 6-4). No fue una final bonita porque ninguna de las dos exhibió su mejor tenis, pero sí útil para ambas: Serena sigue agrandando su figura y Garbiñe entra por la puerta grande en el Top 10.

“Qué fuerte, estamos en la final”. Esto fue lo primero que Garbiñe dijo a su entrenador después de ganar las semifinales a Radwanska. Efectivamente, había llegado al partido con el que soñaba desde los ocho años y quién sabe cómo se lo habría imaginado. Probablemente, en la cabeza de la hispanovenezolana se dibujaron cientos de escenarios y puede que alguno coincidiese con el primer set de la final. Habría sido extraño porque en pocos guiones habría figurado una Serena completamente perdida con su servicio. Garbiñe recibía un regalo de su rival con tres dobles faltas en apenas cinco minutos; la americana estaba mal desde la línea de servicio y esos errores había que aprovecharlos porque a Serena no hay que perdonarla. Nunca. Muguruza, mientras, siguió a lo suyo: agresiva desde el fondo de la pista.

Hasta cuatro bolas de rotura tuvo la hispanovenezolana para llevarse el primer punto de la final. Su rival no tenía 'feeling' con el servicio, algo vital sobre la hierba. Eso afectó a su juego que se atascó y se volvió triste. Era el mejor escenario posible para Garbiñe y el peor para Serena: en once minutos, la hispanovenezolana mandaba con un 2-0. El problema es que al otro lado de la red estaba la número uno del mundo que empezó a encontrarse más cómoda con sus primeros servicios y esto le permitió acortar los intercambios a su mínima expresión (2-1). A pesar de ello, ninguna de las dos brillaba como se esperaba y a Williams se le veía especialmente lenta de piernas.

Mientras Garbiñe trataba de controlar los nervios propios de su primera final de Grand Slam, aprovechó los regalos de Serena e hizo las cosas muy bien. Tanto que mostró las armas que atesora y capacita para intentar ganar a la número uno: Muguruza vio las orejas al lobo, sacó lo mejor de sí misma y reaccionó con cuatro puntos consecutivos solventando dos bolas de ruptura (4-2). Con todo a favor, Garbiñe se precipitó y Serena empezó a mostrarse agresiva, moviéndose por toda la pista, subiendo a la red y rematando. La mejoría era clara, tanto que encontró su juego en el tramo final y desarmó a Muguruza en cuatro juegos. La final pasó del 4-2 al 4-6. Williams golpeaba primero.

La hispanovenezolana jugaba como se esperaba de ella: arriesgando y por ello, era normal que fallase más que en un partido normal. Se trataba de la final de Wimbledon ante Serena, el mejor encuentro que se puede jugar tal y como señaló ella misma en la previa. Con el marcador en contra era tiempo de tomar decisiones. Williams la estaba liquidando cuando buscaba el centro de la pista y si buscaba las líneas laterales, Garbiñe podía fallar más. Había que ser valiente porque la americana atesoraba más golpes ganadores y más errores no forzados. Mover a Serena era vital, pero lo cierto es que no aguantaba un intercambio de más de cuatro golpes, no le entraba nada y el servicio no funcionaba.

Así las cosas, a Muguruza se le empezó a escapar el partido (3-1). Serena le dio alguna que otra oportunidad, pero Garbiñe no estaba fina para aprovecharlas porque atravesaba su peor momento en el partido. Ese que Williams había superado en el primer set. La hispanovenezolana no tenía nada que perder a pesar de que, cumplida la hora, iba cuesta abajo y sin frenos (4-1). La final había salido de la pista para irse al terreno mental y ahí, Serena es inquebrantable. La ansiedad se apoderó de una Garbiñe que no sabía qué hacer: desde el 4-2 del primer set, todos los juegos menos uno habían sido para Serena.

Agarrotada y lenta de piernas debido a la tensión, vio cómo Williams ponía el 5-1 en el marcador. Las bolas de break se sucedían ante una Muguruza completamente fuera del partido; la americana era muy superior. Garbiñe no encontraba su mejor juego, tensa y superada por el poder de los primeros servicios de su rival. Apenas conseguía ritmo de juego y eso le hacía cometer más fallos. Y tan cerca vio el remate de la final que la americana se distrajo y tuvo que esconder su puño. Comenzó a golpear la bola con fuerza, pero sin intención por lo que regresaron las dobles faltas del inicio de la tarde.

Quiso alargar Garbiñe un poco más el sueño (5-3) porque cerrar un partido de este calado no es fácil ni para Serena Williams. Empezó a recuperar sensaciones liberada de cierta presión y cuando más angosto estaba el terreno, se sacudió y empezó a disfrutar de la final… quizás demasiado tarde. Muguruza remó a contracorriente con un buen intercambio de golpes desde el fondo de la red mientras escuchaba los aplausos que le dedicaban los aficionados del All England Club. La hispanovenezolana estaba mucho más suelta: con un passing shot desde el centro de la pista acortó distancias, con un passing cerró el puño y gritó y gracias a un revés y a una derecha hizo temblar la muñeca de Serena (5-4).

Este cambio de rumbo varió el peso de la presión que cayó en el lado de Garbiñe en el peor momento posible: aguantó el envite durante tres bolas de break más. No pudo hacer nada más ante la número uno del mundo (6-4). Serena Williams se proclamaba campeona de Wimbledon por sexta vez ante la revelación de la cita. Londres no es el techo de Muguruza, tampoco un hito histórico: sólo tiene 21 años y esto acaba de empezar.

“Una final contra Serena es el mayor desafío que se puede tener en un Grand Slam. Es la mejor final posible”. Garbiñe era consciente de quién era su rival en Wimbledon, pero no se arrugó. Echó a un lado el miedo a ser triturada por la número uno del mundo que, por algo, es la mejor. Serena Williams atravesó un bache inicial en el que su juego se mostró apático, pero supo cómo salir de él… a diferencia de Muguruza. A la hispanovenezolana le pudo la ansiedad y empezó a disfrutar de la final demasiado tarde, cuando Serena ya veía su nombre escrito por sexta vez en el cuadro de honor del All England Club (6-4 y 6-4). No fue una final bonita porque ninguna de las dos exhibió su mejor tenis, pero sí útil para ambas: Serena sigue agrandando su figura y Garbiñe entra por la puerta grande en el Top 10.

El redactor recomienda