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A Kvitova, la elegida para suceder a Navratilova, sólo le frena la presión de ganar
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NO ESPERABA EL IMPACTO MEDIÁTICO DE WIMBLEDON

A Kvitova, la elegida para suceder a Navratilova, sólo le frena la presión de ganar

En 2011 la vida de Kvitova cambió cuando ganó su primer Wimbledon. Empezó a sentir el peso de la fama y ha tardado tres años en jugar una final

Foto: Petra Kvitova posa ante los medios gráficos con el título de Wimbledon (Reuters).
Petra Kvitova posa ante los medios gráficos con el título de Wimbledon (Reuters).

Este sábado, el cuadro de honor de Wimbledon añadió un nombre más a la excelsa lista de jugadoras que hay reinado sobre la hierba londinense. No era la primera vez que Petra Kvitova experimentaba esa sensación, pero sí ha sido una de las tenistas que más rápido lo ha logrado. Endosó a Bouchard el marcador más duro y corto (6-3 y 6-0) desde que Steffi Graf derrotó a Monica Seles (6-2 y 6-1) hace 22 años. La checa pasó por encima de la canadiense, literalmente, para besar por segunda vez en su carrera el título de Wimbledon. La primera vez fue en 2011, cuando derrotó a Sharapova y todo estalló. Hace tres años la vida de Kvitova cambió por completo y empezó a sentir el peso de la fama sobre su raqueta. Tanto que esa presión es de las pocas cosas de la jugadora que está llamada a recoger el testigo de la gran Navratilova.

A sus 24 años, tanto ella como Bouchard (20) forman parte de la nueva hornada de tenistas que están llamadas a recoger el relevo de las más veteranas del circuito. Nació en Bílovec y fue su padre, Jiří Kvita, el que introdujo a Petra en el mundo del tenis aunque hasta los 16 años no lo hizo de forma profesional. Fue entonces cuando dejó atrás su localidad natal para poner rumbo a la Escuela de Prostejov, donde compartió pista con Safarova y Berdych, que no dudó en felicitar a su compatriota a través de las redes sociales en cuando Petra se coronó campeona. En sus años de formación cultivó un estilo en el que sobresale su saque con la zurda; plana y agresiva ha sabido compensar su falta de velocidad con fuerza, potencia, precisión y cierto riesgo tanto en sus golpes como en sus saques.

Atesora tanto talento que, hace dos años, David Kotyza dejó de entrenar al equipo checo en la Copa Federación para dedicarse en exclusiva a Petra. Ésta, por su parte, reclamó los servicios del primero en 2011, el año en el que todo cambió. Consciente de que había errores que corregir, renovó su equipo de preparadores físicos, pero Kotyza hizo especial hincapié en la parte psicológica del entrenamiento. Y es que hasta ahora, la presión mediática ha sido de las pocas cosas que han frenado a Kvitova. Algo que choca en una tenista que sueña con emular a Navratilova. La gran jugadora checa es su referente y muchos la ven como su digna sucesora. De momento, sigue sus pasos en Wimbledon aunque le queda mucho camino que recorrer pues Martina conquistó Londres en nueve ocasiones y Petra, de momento, sólo puede presumir de dos títulos.

Kvitova protagonizó este sábado una escena que para ella no era nueva. Hace dos vivió lo mismo después de derrotar a Maria Sharapova y en aquel momento sí que era una novedad para la joven checa. Tanto que el impacto mediático de su triunfo en Wimbledon la superó y acabó afectando a su juego. Londres supuso un antes y un después en un año, 2011, en el que cosechó cinco títulos: Madrid, Brisbane, París y Linz, además del que levantó en el All England Club. A estos hay que añadir su victoriosa participación en el Tour Championships, la Copa de Maestros en versión femenina. Todos los éxitos pusieron en evidencia la calidad de una Petra Kvitova que no estaba preparada para gestionar la fama.

Nadie dijo que fuera fácil lidiar con la popularidad, un arma de doble filo. De la noche a la mañana, todos querían conocer a la joven checa que había derrotado a Sharapova. El mundo quería saber sus gustos, manías, se estudiaba al detalle su estilo en la pista… A la tímida Kvitova le incomodaba la presión y todo aquello que requería la fama tanto dentro como fuera del circuito de tenis. Petra empezó a sentir la presión sobre su raqueta; en permanente exposición, siempre se veía obligada a demostrar su calidad y valía. Una serie de factores externos que repercutieron en su juego hasta el punto de no haber pisado una final en los últimos tres años. Wimbledon, la cita en la que todo empezó, ha sido el escenario en el que ha roto esa negativa dinámica. Y es que ahora Kvitova ha aprendido que sus únicos rivales están al otro lado de la red.

Este sábado, el cuadro de honor de Wimbledon añadió un nombre más a la excelsa lista de jugadoras que hay reinado sobre la hierba londinense. No era la primera vez que Petra Kvitova experimentaba esa sensación, pero sí ha sido una de las tenistas que más rápido lo ha logrado. Endosó a Bouchard el marcador más duro y corto (6-3 y 6-0) desde que Steffi Graf derrotó a Monica Seles (6-2 y 6-1) hace 22 años. La checa pasó por encima de la canadiense, literalmente, para besar por segunda vez en su carrera el título de Wimbledon. La primera vez fue en 2011, cuando derrotó a Sharapova y todo estalló. Hace tres años la vida de Kvitova cambió por completo y empezó a sentir el peso de la fama sobre su raqueta. Tanto que esa presión es de las pocas cosas de la jugadora que está llamada a recoger el testigo de la gran Navratilova.

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