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¿Cómo se transforma un estadio de fútbol como Zorrilla en uno apto para el rugby?
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la colocación de los palos, principal diferencia

¿Cómo se transforma un estadio de fútbol como Zorrilla en uno apto para el rugby?

El Confidencial ha charlado con Aitor Aristegui, buen conocedor de lo necesario para llevar a cabo la modificación de un recinto para dar paso del fútbol al rugby, y viceversa

Foto: Zorrilla se transformará en un estadio de rugby (EFE/Nacho Gallego).
Zorrilla se transformará en un estadio de rugby (EFE/Nacho Gallego).

Cuando se dice que se va a disputar una final de rugby en el estadio de Zorrilla, todo es jolgorio inicialmente. Por supuesto, habrá a quien no le guste la idea, porque piense que la sede del Real Valladolid está siendo usurpada, pero luego se darán cuenta de lo mucho que beneficia su ciudad y se le pasará. Quizá lo que no se piensa de primeras es en el trabajo que llevará cambiar el terreno de juego habitual donde juegan los blanquivioletas al fútbol, para transformarlo en un espacio perfecto para la disputa de toda una final de la Copa del Rey de rugby.

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Para analizar qué se necesita para ello, El Confidencial ha charlado con Aitor Aristegui, principal impulsor del Rugby Challenge Donostia San Sebastián, el proyecto que quiere llevar a los All Blacks a la inauguración de la remodelación de Anoeta y, por tanto, buen conocedor de lo necesario para llevar a cabo la modificación de un recinto para dar paso del fútbol al rugby, y viceversa.

Inspección de los palos en el escenario de la final.

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"El elemento diferenciador son los palos. Se perfora y se colocan, no tiene mayor dificultad", comenta Aristegui. Sin embargo, es un detalle que altera de manera significativa el terreno de juego, ya que la distancia entre los palos de ambos lados del campo es menor que el espacio de las dos porterías de la grandísima mayoría de campos de fútbol. La media de un terreno de fútbol es de 105 metros de largo, mientras que en rugby, la distancia se reduce a los 100 metros. Como muestra el vídeo anterior, los agujeros fueron abiertos unos metros por delante de la línea de gol de Zorrilla y posteriormente serán rellenados y cubiertos de hierba una vez acabado el partido, para dar paso de nuevo a la readaptación al fútbol.

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Y a pesar de la similitud con las medidas del fútbol, el rugby necesita cierto espacio más allá de las líneas que delimitan el campo, sobre todo en la zona de anotación, la cual puede variar de diez a 22 metros. "Un placaje duro y fuerte puede ocurrir sobre la línea de juego, pero la repercusión de ese placaje puede sacar al jugador dos, tres o cuatro metros, y por tanto surge entonces un problema de seguridad. Aunque se cumplan las medidas reglamentarias del rugby, puede que no sea seguro". De hecho, Aristegui recuerda que en "Anoeta, durante una final de selecciones autonómicas, un jugador cayó sobre tartán de atletismo y se destrozó media pierna".

La transformación de un estadio.

A esos que puede que no les guste mucho el hecho de que el rugby tome un estadio destinado al fútbol, podrían basar su alegato en la defensa del buen estado del césped. "La hierba ha evolucionado mucho, las melés son más cortas que antes y ya no destrozan el terreno sobre el que se producen. El césped, por tanto, soporta menos carga ahora". Y otro detalle que suele incomodar cuando se alterna un campo de fútbol y uno de rugby, son los restos de las líneas pintadas sobre la hierba. "Al final, eso es como cuando juegas en un pabellón polideportivo, donde se juntan las líneas de baloncesto, de balonmano, de fútbol sala... Al principio cuesta un poco, pero te habitúas en seguida", dice Aristegui.

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Lo más complicado por tanto para realizar esta remodelación temporal era la apertura del hueco para los palos, pero a sabiendas del poco tiempo del que disponen entre el partido del Real Valladolid contra el Real Zaragoza del sábado a las 20:15 a la final del domingo a las 13:00, ese paso ya se adelantó. Es decir, los futbolistas ya tendrán oportunidad de comprobar si hay algún problema con el lugar donde estuvieron los palos. Según Aristegui, "no tendría por qué notarse". Al fin y al cabo, todos los campos tienen incrustados aspersores de riego, y en este caso, no sería más que un hueco significativamente mayor.

A partir de ahí, lo único que se necesitaría sería borrar las líneas de juego del fútbol y pintar las necesarias para jugar al rugby, lo cual no llevará más de unas horas. Es éste un proceso que en nuestro país nos parece extraño, muy poco habitual, pero que sin embargo en el extranjero es algo más que habitual, es cultural. Sin ir más lejos, el Stade de France es sede de las selecciones francesas de fútbol y rugby, igual que es el Millenium Stadium de Cardiff para Gales, o el Olímpico de Roma o San Siro para Italia. Es sólo un paso más que se da en Zorrilla para la normalización de las relaciones entre el fútbol y el rugby en España.

Cuando se dice que se va a disputar una final de rugby en el estadio de Zorrilla, todo es jolgorio inicialmente. Por supuesto, habrá a quien no le guste la idea, porque piense que la sede del Real Valladolid está siendo usurpada, pero luego se darán cuenta de lo mucho que beneficia su ciudad y se le pasará. Quizá lo que no se piensa de primeras es en el trabajo que llevará cambiar el terreno de juego habitual donde juegan los blanquivioletas al fútbol, para transformarlo en un espacio perfecto para la disputa de toda una final de la Copa del Rey de rugby.

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