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"Me echo té por el cuerpo para combatir el frío". La natación como deporte extremo
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JORGE CRIVILLÉS Y SU AVENTURA EN JAPÓN

"Me echo té por el cuerpo para combatir el frío". La natación como deporte extremo

No es un profesional, sino una persona normal que dedica una buena parte de su tiempo a unir trozos de tierra separados por el mar. Jorge Crivillés es un nadador, y un aventurero

Foto: El nadador alicantino Jorge Crivilllés.
El nadador alicantino Jorge Crivilllés.

“Nunca dejo de meterme en follones… Este se trata de cruzar el Estrecho de Tsugaru, entre las islas de Honshu y Hokkaido. Son 30 kilómetros en un agua a unos 16ºC, con corrientes térmicas que pueden bajar la temperatura a 13ºC. Y sin neopreno porque así lo mandan las normas. Me cruzaré con fauna, como tiburones, pero como estaré acompañado de la organización, si ven que hay un peligro real me subirán al barco y luego continuaría en el mismo punto exacto”. Jorge Crivillés es un visitador médico que en 2009, a causa de una lesión de espalda, conoció la natación en aguas abiertas y su vida dio un giro. Llevó la natación de la calma de una piscina al extremo de los peligros que pueden conllevar las corrientes, las bajas tempreaturas o la vida de animales marinos... A finales de junio cumplirá 46 años y un mes después dará manotazos al mar que baña el norte de Japón para recaudar fondos en favor de los enfermos oncológicos de la Asociación Española de Afectados por Linfoma (AEAL).

¿Qué lleva a una persona con una vida normal embaucarse en este tipo de aventuras? Jorge, desde 2010 se ha cruzado Canal de La Mancha, el Canal de Santa Catalina en California, rodeó a nado la Isla de Manhattan y el pasado verano cruzó el Canal de Molokai, en Hawai. Su objetivo es obtener el título de Seven Oceans, un reconocimiento que se obtiene tras lograr siete de las travesías más emblemáticas de larga distancia en diferentes partes del mundo y, de lograr la de Tsugaru, le restarían el Canal del Norte en Irlanda y el Estrecho de Cook, en Nueva Zelanda. Este desafío, fijado para el 27 o 28 de julio (depende de las condiciones climatológicas) espera cubrirlo en 10-12 horas… “aunque si se da mal puede irse hasta las 14 e incluso 18”. 18 horas nadando en el mar...

Cada aventura exige compromiso, sacrificio, mucho entrenamiento en su Alicante natal y un importante desembolso. Las inscripciones para oficializar cada gesta pueden variar entre 3.000 y 6.000 euros, y a esto hay que añadir vuelo y estancia. Si no fuera por el respaldo que le presta ASISA, nada de esto sería realidad. Además, el seguro médico es uno de los responsables de cuidar al nadador con diferentes pruebas para saber que su cuerpo resistirá el envite nipón.

Tiene mujer y un hijo, y saca tiempo para entrenar 6 días por semana. “La media de horas de cada entrenamiento varía entre las 2 y las 3-4 horas, además de las tiradas largas (en mar) que suelen irse a las 6-8 o 10 horas”, comenta a El Confidencial Crivillés, quien realiza todo ello “en bañador durante todo el año (sin neopreno) ya que las pruebas que hago son 'a pelo'”. La organización de cada prueba tiene unas normas y no son aptas para cualquiera.

El factor psicológico, importante

Por mucho tiempo que entrene durante la temporada en el agua, a lo que no se puede acostumbrar completamente es a las gélidas temperaturas que se encontrará. “En el Canal de La Mancha, en alguna ocasión, debí tirarme el té hirviendo por el cuerpo para entrar en calor. Tendré que dar brazadas fuertes también. Conforme consumes energía el frío se va apoderando del cuerpo y es duro, hay que evitar los agarrotamientos y tienes que tirar de cabeza. Yo me planteo pequeños objetivos e ir cumpliéndolos. No me gusta llevar reloj o preguntar cuánto queda, etc. Voy paso a paso hasta que, de repente, ves la costa”, indica Jorge. El lado psicológico, como en cualquier aspecto de la vida, es fundamental.

¿Qué hay que comer para cruzar el Estrecho de Tugaru? “He estado con un nutricionista durante casi tres años y este año he decidido descansar un poco, sin seguir una dieta tan controlada. Lo que hago normalmente es comer de todo en su justa medida y sin abusar, sobre todo de las grasas (aunque los nadadores de aguas abiertas debemos tener una capa de grasa que nos aísle, pero con un cierto límite también). La ingesta de hidratos es muy importante ya que es el combustible que necesita el organismo para funcionar correctamente”.

La preparación sobre lo que te puedes encontrar es clave para, sobre el terreno, salvar de la mejor manera posible los obstáculos que vayan surgiendo por el camino. Porque, rodeado de la naturaleza y estando en sus manos, a Jorge le surgirán imprevistos... Quizás sea este el atractivo que vio un día Jorge para convertir los relajantes largos de una piscina en una odisea, aunque su gran motivavión es su donación a AEAL, que le empuja a no parar y seguir dando manotazos al mar, se ponga como se ponga ésta.

“Nunca dejo de meterme en follones… Este se trata de cruzar el Estrecho de Tsugaru, entre las islas de Honshu y Hokkaido. Son 30 kilómetros en un agua a unos 16ºC, con corrientes térmicas que pueden bajar la temperatura a 13ºC. Y sin neopreno porque así lo mandan las normas. Me cruzaré con fauna, como tiburones, pero como estaré acompañado de la organización, si ven que hay un peligro real me subirán al barco y luego continuaría en el mismo punto exacto”. Jorge Crivillés es un visitador médico que en 2009, a causa de una lesión de espalda, conoció la natación en aguas abiertas y su vida dio un giro. Llevó la natación de la calma de una piscina al extremo de los peligros que pueden conllevar las corrientes, las bajas tempreaturas o la vida de animales marinos... A finales de junio cumplirá 46 años y un mes después dará manotazos al mar que baña el norte de Japón para recaudar fondos en favor de los enfermos oncológicos de la Asociación Española de Afectados por Linfoma (AEAL).

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