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Super Bowl 2017: los Patriots logran la victoria más grande de la historia
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ganaron en la prórroga del gran partido

Super Bowl 2017: los Patriots logran la victoria más grande de la historia

Brady y Belichick consiguieron su quinto título con la remontada más grande que jamás se ha visto en el gran partido. Iban 25 puntos abajo cuando quedaba poco más de un tiempo, pero lo lograron

Lo imposible no existe. No, si juegan los Patriots de Brady y Belichick. El equipo de Boston, el mejor de la década en el deporte americano, volvió a demostrar que su leyenda está bien ganada, que hacen de lo inimaginable algo tangible. Nunca antes se vio una Super Bowl tan emocionante e improbable. La mayor remontada de siempre, a la altura de las mejores del deporte. Los Patriots tenían el partido perdido, los rótulos señalaban una y otra vez que la distancia que llevaban los Falcons, 25 puntos arriba en el tercer cuarto, siempre había sido suficiente para ganar una final. Gritaban los números que no hay vida después de la muerte. Falso, Brady y los suyos consiguieron la mayor recuperacion que jamás hubo en el partido de fútbol americano que todos miran. La resurrección de un equipo muerto.

Foto: Brady y Belichick, durante un partido de los play off (EFE)

Y es que, antes del descanso, Bill Belichick repasaba sus papeles sin entender nada de lo que estaba pasando. Tom Brady, tantas veces victorioso, temblaba ante la presión del rival. La noche no estaba siendo generosa en prodigios y todos los que había caían del lado de los Falcons. El estadios se había del rojo de los Atlanta Falcons. Consiguieron desde muy pronto parar a la temible ofensiva de los de Boston. En ataque, esto ya se sabía, eran capaces de cualquier cosa. Un equipazo, como demostraron durante casi tres cuartos del partido. Los 45 minutos de dominio de los de Georgia. Una exhibición de un equipazo poco antes de que un equipo especial, superior, histórico, demostrase que nunca hay que descartar la hazaña de los gigantes.

Matt Ryan estaba demostrando que no es el MVP de la competición por casualidad, pero se quedó en la estacada. Ningún jugador que ha conseguido ese galardón desde 2001 ha terminado llevándose el anillo a casa. Desde muy pronto, desde su segundo ataque, demostró que tenía la lección clara. Supo mezclar bien las carreras de Freeman, especialmente al principio, con los pases más variados. En la temporada su favorito había sido Julio Jones, uno de los mejores de la liga, pero el férreo marcaje al que le sometían los Pats le obligó a buscar otras manos. Y las fue encontrando.

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Ryan no tiene un carisma arrollador, es un tipo normal con un brazo sensacional y una enorme capacidad para leer el juego. Lo demostró en varias ocasiones, siempre equilibrado, buscando la mejor opción. E, incluso, encontró la magia a ráfagas. Hay un pase en el segundo cuarto que aseguraba que la noche era de Atlanta. Ryan estaba forzado, no encontraba una diana, cuando vio que Julio Jones se marchaba hacia la izquierda. Buscó la opción, aunque su compañero ya estaba casi fuera del campo. Ese casi es lo fundamental en esa frase, pues llegó el balón e, inexplicablemente, Jones fue capaz de clavar los pies dentro y, como si fuese la Torre de Pisa, combarse para alcanzar el oval.

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Foto: El trofeo de la Super Bowl (EFE)

No significaba mucho para la imagen general del partido, pero sí para la moral de la tropa. Todo lo que pasaba en el lado de los Falcons estaba funcionando. Fue hacer esa recepción y aparecer cientos de tuits con una imagen de Michael Jackson, en una posición similar a Jones en uno de sus bailes. Esto solo lo hacen los artistas, venían a decir.

Los Falcons también se estaban luciendo en defensa. El partido estaba correoso, empatado a cero, hasta que dos jugadas muy afortunadas de los Falcons cuando el balón era de los Patriots desequilibraron todo. Un 'fumble' forzado por Jones, jugador de primer año en la liga y, lógicamente, debutante en la Super Bowl, fue recogido por Alford en la mitad del campo.

placeholder Ryan y Brady se saludan tras el partido (EFE)
Ryan y Brady se saludan tras el partido (EFE)

Las claves del descanso

No lo sabían los Pats aún, pero ahí empezaba la tormenta. En el siguiente ataque de los de Boston no tuvieron suerte. Ryan recogió el testigo y fue moviendo poco a poco al equipo hasta llegar a otro 'touchdown'. 14 abajo, mal asunto. Volvía la pelota a Brady, pero quedaba lo peor para el mito. Buscaba un ataque rápido y se equivocó- Él mismo parecía convencido de que no era su noche. Creía que la defensa de los Falcons no hacía ayudas, pero ahí estaba Alford para contradecirle. Le interceptó la pelota y la llevó hasta la línea de fondo. 21-0, un mazazo antes del descanso que un 'field goal' final no lograba maquillar. Brady miraba cariacontecido al campo. Se le estaba poniendo la cosa muy chunga. Lo que necesitaba estaba más cerca del Vaticano que de Houston.

En esas llegó Lady Gaga y el mítico show del descanso. Se podría pensar que esos minutos, largos, no afectan al partido, pero la historia demuestra que no es cierto. Los Bills aún aseguran que sus cuatro derrotas seguidas fueron porque el ritmo lento del descanso de la Super Bowl les cortaba la progresión, ellos que eran un equipo de ritmo rápido. Belichick se metió en el vestuario, con cara de pocos amigos -con su cara, en realidad, nadie le recuerda sonriendo- y se supone que allí les contó a los suyos que el mundo no iba a terminar ahí, que si ellos habían recibido una paliza en la primera mitad por qué no devolverla a la vuelta. Les pidió, seguro, que diesen lo mejor de ellos mismos, que volviesen, que no se sintiesen derrotados. Que fuesen ellos mismos.

Tardaron un poco en reaccionar. Es más, el agujero de Atlanta pronto fue aún mayor, pues en su segunda jugada del tercer cuarto consiguieron otro 'touchdown' más. 28-3 en el marcador y las pantallas sobreimpresionaban las veces que un equipo ha conseguido remontar algo así en el gran partido. Ninguna, claro, que esa diferencia es mucha. Los Patriots, de todos modos, no habían llegado hasta Houston para dejarse así. Brady, orgulloso como es, empezó a coger sensaciones. Tenía el mayor reto de su carrera por delante, remontar lo irremontable.

Y lo consiguió. Ya era un hombre para la historia, se decía que el mejor de siempre. En esta quincuagésima Super Bowl resolvió las dudas que pudiese haber a ese respecto. Ni uno solo como él. La cosa empezó con un 'touchdown' de White y, para darle más emoción, no lograron el punto extra. 28-9, un universo y solo un cuarto para remontar. Los Pats, como la hormiguita, siguieron caminando. Los pases imposibles que antes eran de Ryan entraban ahora en territorio Brady. Una pérdida de Atlanta les acercaban un poco más, la suerte les miraba ahora a ellos. Paso a paso. Brady iba sumando yardas, se iba a 300 de pase. Se acercaba, pero aún estaba lejos. Otro 'touchdown' y el miedo llegaba a Georgia. Más aún cuando vieron que los Pats conseguían la conversión de dos puntos. Se quedaban a ocho tantos o, lo que es lo mismo, a una sola anotación. Porque los seis del 'touchdown', con una conversión de dos... la aritmética dolía a los Patriots pero quedaban seis minutos y eso es un mundo.

placeholder Brady y Belichick (Reuters)
Brady y Belichick (Reuters)

Desencadenar una tormenta

Balón para los Falcons, en una muy mala posición. En sus diez primeras yardas. Tenían que salir de ahí, de cualquier manera. La jugada se rompió y Ryan encontró a Freeman. Luego a Julio Jones que, como en la primera mitad, iba a demostrar que es una estrella de esto. Otra recepción con trazas de obra de arte, perfecta, descarada, evitando salir del campo. El desequilibrio imposible a veces se hace real. Los Falcons, de nuevo, echaban mano una vez más al champán. Estaba hecho, pensaban. Pero no, nada de eso. El dueño, en la banda, se las prometía felices. Pero, de nuevo, no jugaban contra humanos, o no lo parecen estos Pats. Y ellos, viendose campeones ya, empezaron a flaquear.

Brady necesitaba, en ese tiempo, que los pases le entrasen, que avanzase mucho en cada 'drive' y, además, que el tiempo no corriese demasiado. No iban a parar de luchar los Patriots. Un poco más, que para eso son el equipo de la década. Y eso es exactamente lo que hicieron.

Foto: El equipo junior de los Black Demons.

El punto de no retorno, ese en el que los aficionados de Atlanta empezaron a temerse lo peor, fue una recepción increíble que amarró Edelman por el centro cuando la bola se había vuelto loca y estaba rodeado de defensas dispuestos a aguarle la fiesta. Era imposible, no cabía en cabeza humana. Aquella bola se había despistado, los Falcons se sabían campeones. Inexplicablemente, terminó en las manos del receptor. Más vida para los Patriots. Y el pánico absoluto en los Falcons, que ya no carburaban. Estaban ya casi sacando las camisetas conmemorativas. Lo tenían. Estaban seguro de ello. Lo que les estaba iba a pasar era la peor pesadilla.

Necesitaban un 'touchdown' los Pats y lo consiguieron. Por el fallo en el extra point previo, también necesitaban hacer una conversión difícil, de esas que dan dos puntos. Y lo consiguieron. Forzaron al prórroga, un lugar inexplorado, nunca antes se había llegado ahí en la Super Bowl. Se tiró la moneda y tuvieron la suerte de cara. Necesitaban conseguir otro 'touchdown' y, por supuesto, lo consiguieron. Había que frotarse los ojos una y otra vez para ver lo que estaba pasando. Había que pellizcarse para creerlo. No era una alucinación ni un espejismo. Eran Tom Brady, Bill Belichick y sus Patriots. Eran la leyenda, que de nuevo tocaba a la puerta.

Brady tiene 39 años, ya no es un niño ni nada que se le parezca. Él y Bellichick forman el mejor tándem del deporte mundial, una pareja improbable que se une todas las semanas a tomar una cerveza y pensar en qué harán o qué no harán en el siguiente partido. Los amigos de Trump, los que tienen fama entre sus rivales de tramposos, son los mejores. Roger Goodell, comisionado de la NFL, se ha ganado la animadversión de los Patriots por una sanción de esta temporada. Él, con cara de circunstancias, tuvo que darle el trofeo Vince Lombardi al dueño, Robert Kraft, que fue su amigo y ya no le quiere tanto. Sonreía el dueño, el comisionado solo podía rendirse a la evidencia: nadie como ellos.

Lo imposible no existe. No, si juegan los Patriots de Brady y Belichick. El equipo de Boston, el mejor de la década en el deporte americano, volvió a demostrar que su leyenda está bien ganada, que hacen de lo inimaginable algo tangible. Nunca antes se vio una Super Bowl tan emocionante e improbable. La mayor remontada de siempre, a la altura de las mejores del deporte. Los Patriots tenían el partido perdido, los rótulos señalaban una y otra vez que la distancia que llevaban los Falcons, 25 puntos arriba en el tercer cuarto, siempre había sido suficiente para ganar una final. Gritaban los números que no hay vida después de la muerte. Falso, Brady y los suyos consiguieron la mayor recuperacion que jamás hubo en el partido de fútbol americano que todos miran. La resurrección de un equipo muerto.

Tom Brady
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