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Un día en las carreras con Antonio García, un español en las 24 horas de Daytona
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así se vive la prueba desde dentro

Un día en las carreras con Antonio García, un español en las 24 horas de Daytona

Antonio García y su equipo terminaron cuartos en las 24 Horas de Daytona, una prueba que El Confidencial vivió a pie de pista palpando la filosofía y cercanía de una carrera 'made in USA'

—¿Te vas a tener que subir otra vez?
— Vamos a ver… Creo que no, pero quedan más de dos horas y puede pasar cualquier cosa todavía.

Unos minutos más tarde de la charla entre Antonio García y El Confidencial, el que decide quién ataca en la tropa de Chevrolet, Millay, le llamó. Su equipo le necesitaba en la pista. Mecánicos y compañeros de Antonio le vacilaban cordialmente entre sonrisas y algún gesto. Sin mucho descanso volvía al ruedo de las 24 Horas de Daytona, la madre de las pruebas de resistencia en EEUU (con permiso de Sebring) en la que el madrileño finalizó —junto a Magnussen y Rockenfeller— en cuarta posición de su categoría (GTLM).

Unas barritas energéticas, paseos dentro del muro del equipo, agua… “¿Subes otra vez?”, le preguntaban diferentes miembros del equipo. Antonio asentía con la cabeza. El espectáculo en Daytona no sólo se vivió en el asfalto, se pudieron palpar de primera mano las historias, reacciones, comentarios y sensaciones de los protagonistas, así como degustar el ritual del piloto antes de montarse en el vehículo, acompañarle con la mirada en un proceso delicado entre nervios, tensión y ganas de ponerse al volante de su bestia.

El acelerón de Antonio García para salir de 'boxes'.

El acelerón para ponerse primero

También se pueden observar otras ‘jugadas’ que ayudan a contagiar la energía y el amor de un grupo humano que gritaba de alegría en el penúltimo cambio de gomas, cuando Antonio volvió a subirse al coche por última vez. En ese caso, la maniobra fue perfecta y el madrileño pegó tal acelerón que asustó a uno de los mecánicos del equipo, no poco acostumbrado. Entraron quintos a boxes y salieron primeros. Como había dicho anteriormente Antonio, todavía podía pasar cualquier cosa.

Estos episodios permiten narrar capítulos humanos que se esconden detrás de un mero resultado o de una crónica en la pista. Alimenta la épica, los relatos y la historia de una carrera a la que el espectador se puede enganchar desde diferentes ángulos, a través de experiencias cercanas y el contacto.

Daytona ha sido la primera gran prueba 'made in USA' desde que unos estadounidenses se han apoderado de la británica Fórmula 1. Quizás no puedan imitar esta proximidad de la misma manera, pero sí que esta cultura norteamericana puede servir de referencia para entender hacia dónde quieren modificar algunos aspectos de la F1 (Austin y su sentido del ‘entertaiment’ ya ha dado algunas pistas). “Esto es otra historia. Aquí hay mucha más cercanía, todo se vive con mayor intensidad. Quizás Le Mans es lo más parecido a esto en Europa”, comentaba García poco antes de saber que tenía que volver a pilotar su Chevrolet número 3.

Más de 100.000 personas y ‘sin’ gradas

“Sí, en las gradas no hay mucha gente, pero ¿y en el interior del circuito? En Sebring, sin gradas, la afluencia es todavía mayor con unos 120.000 espectadores”, explica García. Teniendo la posibilidad de vivir y sentir el rugido de una estampida desde dentro, las gradas se hacen menos apetecibles para los millares de fans que se concentraron este fin de semana en el trazado de Florida.

Una exposición de coches legendarios, conciertos, tiendas, acceso a los garajes… es imposible no sentir el atractivo gancho de unas carreras de coches. Pasión que acompaña a la emoción en pista de esta prueba de velocidad y eliminación. Y el ruido, ese elemento que se está intentando recuperar en el 'gran circo' y que tanto ayuda a sumergirse de lleno en una prueba en directo.

—Entonces, te tocará llevar ya el coche hasta la meta, ¿no?
—Eso nunca se sabe —respondía Antonio encogiéndose de hombros y mandando el mismo mensaje indirectamente—. Todavía puede pasar cualquier cosa.

Mientras sus compañeros Rockenfeller y Magnussen seguían la carrera por una multipantalla en el muro de Chevrolet, Antonio trataba de buscar un hueco en el podio con el coche más lento entre el Ferrari, dos Ford y un Porsche. Al final quedó cuarto —“en cuanto los coches rápidos se quieran ir, se irán”, apostaba antes de la carrera—. Entró a 4,5 segundos del primero y a 1,5 del podio. Los aplausos, felicitaciones y abrazos cerraban las 24 Horas de Daytona en el puesto de Chevrolet Corvette Racing, con la miel en los labios pero con la sensación del trabajo bien hecho. Más no se podía.

Esta primera carrera de 2017 ha bastado para adivinar que Antonio seguirá siendo la figura líder del equipo norteamericano. El piloto español volverá a competir en mes y medio. Será en Sebring y allí se escribirán más historias que girarán en torno a la emoción, la pasión y las batallas humanas a bordo de un coche. También allí, seguramente, Millay pedirá a su mejor torero que salte al ruedo si la faena se complica.

—¿Te vas a tener que subir otra vez?
— Vamos a ver… Creo que no, pero quedan más de dos horas y puede pasar cualquier cosa todavía.

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