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Las decenas de llamadas para que Peugeot gane el Rally Dakar
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ha liderado la evolución técnica del 2008 DKR

Las decenas de llamadas para que Peugeot gane el Rally Dakar

Se dice que es imposible lograr la victoria con un coche en su segundo año de participación en el Dakar, pero Peugeot dio la vuelta a la tortilla en 2016 bajo la dirección técnica de Carlos Sainz

Foto: Carlos Sainz en la sexta etapa del Dakar (Efe).
Carlos Sainz en la sexta etapa del Dakar (Efe).

“Bruno, tú quieres ganar el Dakar, ¿verdad? Entonces escúchame por favor, déjame ayudarte”. En plenas dudas sobre el proyecto inicial de Peugeot para el Dakar, Carlos Sainz relataba su pugna para llevar a los técnicos del fabricante francés hacia otra dirección técnica. El piloto español era consciente de la escasa competitividad del 2008 que iba a debutar en 2015 e intentaba convencer a Bruno Famin, máximo responsable de Peugeot Sport, de la necesidad de corregir radicalmente el tiro. “Si no lo hacen, dejaré el proyecto”, confesaba Sainz en privado al término del pasado Dakar.

“Por desgracia, no se puede hacer nada contra los Peugeot. Son muy rápidos y todos los días perdemos entre cuatro y ocho minutos”, reconocía la pasada semana Nasser Al Attiyah, ganador del pasado año con Mini. “Es muy difícil que un coche nuevo gane en su segundo año”, recordaba el español antes de comenzar la prueba. Tras llevarse el coche francés siete de las nueve etapas, Sainz lidera hoy el Dakar por delante de su compañero Peterhansel y el 2008 DKR puede ganar si la fiabilidad o los avatares de la prueba no lo impiden.

Un pívot jugando como delantero centro

Cuando Peugeot decidió volver al raid, sus técnicos estudiaron a fondo el reglamento y decidieron crear con el 2008 un híbrido de las dos categorías en las que se divide el reglamento: cuatro ruedas motrices (como el Mini) y los buggies. Cada una, con diferentes ventajas respecto a la otra (peso, tracción, posibilidad de inflar y desinflar neumáticos en marcha…). Buscaban el mejor de los dos mundos pero, en la práctica, el primer Peugeot parecía un pívot de baloncesto jugando de delantero centro en un campo de fútbol.

El fabricante francés y sus ingenieros entendieron el mensaje del pasado Dakar y redoblaron los esfuerzos técnicos y económicos para reconducir el proyecto. Partiendo de la idea básica inicial, se mantuvieron algunos conceptos muy innovadores, pero había que modificar radicalmente el comportamiento del 2008.

“Ingenieros llevados a su límite de rendimiento”

Desde sus primeros kilómetros adolescentes con el Fiat Panda, Sainz evidenció una especial sensibilidad para la puesta a punto mecánica. Hoy sigue disfrutando con el desafío técnico de evolucionar una montura de competición. Proceso que requiere una interminable y obsesiva dedicación donde el diablo está en el detalle. Exige una interacción permanente con un equipo de ingenieros que puede derivar, en ocasiones, en una pugna de egos que también obliga a un derroche de inteligencia emocional y potente personalidad.

“Carlos Sainz está increíblemente orientado hacia los objetivos y trabaja de forma muy estructurada. Todo el mundo en el equipo le respeta por su naturaleza y resultados, aunque no es fácil para los mecánicos e ingenieros ser permanentemente llevados hasta el límite de su rendimiento”. El responsable de Volkswagen, Kris Nissen, resumía así su experiencia dakariana con Sainz tras la victoria del español en 2010. Cualquier otro directivo de los equipos en los que ha competido podría expresarse en semejantes términos.

“No voy a parar hasta que me hagan caso”

Esa sensibilidad y la confianza que de ella obtiene convierten a Sainz en una tortura para el equipo técnico que le rodea. Al poco de comenzar la colaboración en común, una alta ejecutiva del fabricante con el que Sainz competía trasladó al piloto español un mensaje a través de terceros: “Carlos tiene a los ingenieros tremendamente cabreados”. Sainz insistía en utilizar el diferencial de forma opuesta a cómo los técnicos creían. “ Pues no voy a parar hasta que me hagan caso”, respondió. Al final, terminaron por rendirse. Ganó el siguiente rally, en Chipre.

Una constante en los tiempos de Toyota, Subaru, Ford, Volkswagen… De hecho, el fabricante alemán también contrató a Sainz como asesor técnico para su desembarco en el Mundia de Rallies. El español veía con indisimulada satisfacción cómo “Ogier y Latvala (los pilotos oficiales) ante cada novedad técnica preguntaban: ¿Ya lo ha probado Carlos? ¿Qué ha dicho?”. Volkswagen ganó el título en su primer año.

“Decenas de llamadas y correos electrónicos”

Peugeot puso a Sainz al frente de los test realizados durante la temporada, tanto en San Gregorio (Zaragoza) como en Marruecos. El español lideró así la evolución técnica del 2008 DKR. Uno de los objetivos prioritarios era aligerar el coche, que ha perdido cerca de 300 kilos en su nueva versión. “Una barbaridad”, según el propio Sainz. Había también que redistribuir el peso de la montura con cambios en el depósito de combustible, suspensiones…

Curiosamente, Sainz presume de los nuevos neumáticos utilizados en la versión actual, cuya medida, dibujo y alturas de taco han sido construidos expresamente en Estados Unidos por Michelin bajo sus instrucciones: “No es por ponerme medallas, pero ha supuesto decenas llamadas y de correos electrónicos de ida y vuelta”. Y diez kilos menos por rueda: “Hemos ganado manejabilidad, frenada, tracción, apoyo lateral… Sólo en este apartado hemos rebajado casi medio segundo por kilómetro”.

“Ahora puedo atacar”

Los ingenieros de Peugeot lograron también dotar a su motor diésel de mayor potencia y rendimiento frente al pasado año con nuevas soluciones técnicas. En las etapas de altura de Bolivia ha dado la talla. Tambien las dimensiones iniciales del 2008 DKR perjudicaban notablemente su comportamiento dinámico. El coche ahora es veinte centímetros más ancho y también es más largo.

Las imágenes del vehículo francés en acción muestran un fantástico trabajo de las suspensiones. Nada satisfecho con ellas, a mitad de año Sainz se llevó en un pequeño avión al ingeniero del fabricante alemán suministrador de amortiguadores con una maleta llena de ejemplares diferentes para probar en Marruecos. El piloto español no paró de rodar hasta que logró los reglajes que deseaba. Cuando antes del Dakar se le preguntaba a Sainz por el rendimiento del coche, le brillaban los ojos con media sonrisa. Sabía que tenía un 'pepino'. El rendimiento del 2008 DKR en el actual Dakar y su posición en la clasificación lo confirma. Desde la cuarta jornada nunca ha bajado de la segunda posición cada día.

El pasado febrero, Sainz cenaba con un grupo de periodistas. El dueño del restaurante le ofreció una botella de 'Pegaso', el vino de la marca cultivada por el piloto español. Cuando este lo probó, se quedó un rato pensativo: “Se puede mejorar...”. “Carlos, no tienes remedio”, le dijo bromeando uno de los periodistas: “Has contestado con tu propio vino igual que en aquel anuncio televisivo de Repsol que hiciste hace años, como siempre haces con cualquier coche”. Tocado. Sainz y todos los presentes se echaron a reír. Siempre, “se puede mejorar”.

“Bruno, tú quieres ganar el Dakar, ¿verdad? Entonces escúchame por favor, déjame ayudarte”. En plenas dudas sobre el proyecto inicial de Peugeot para el Dakar, Carlos Sainz relataba su pugna para llevar a los técnicos del fabricante francés hacia otra dirección técnica. El piloto español era consciente de la escasa competitividad del 2008 que iba a debutar en 2015 e intentaba convencer a Bruno Famin, máximo responsable de Peugeot Sport, de la necesidad de corregir radicalmente el tiro. “Si no lo hacen, dejaré el proyecto”, confesaba Sainz en privado al término del pasado Dakar.

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