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Marisa Rozalén o cómo el kárate puede cambiar la vida al 'Lobo de Wall Street'
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LA ESPAÑOLA HACE HISTORIA CON SU OCTAVO DAN

Marisa Rozalén o cómo el kárate puede cambiar la vida al 'Lobo de Wall Street'

Hace 38 años se ató por primera vez un cinturón negro y ahora hay gente que quiere fotografiarse con ella. No pega patadas a un balón, 'simplemente' enseña a vivir la vida a través del kárate

Foto: Marisa Rozalén, primera mujer en conseguir el octavo dan, posa en el jardín japonés de Alcobendas (©Salvador Fenoll).
Marisa Rozalén, primera mujer en conseguir el octavo dan, posa en el jardín japonés de Alcobendas (©Salvador Fenoll).

“Te doy una pista: para optar al examen de octavo dan tienes que tener 50 años cumplidos… y yo tengo alguno más”. Atendiendo al criterio de la Federación Mundial de Kárate, es la primera mujer en la historia que ha subido un escalóntan alto en kárate. Marisa Rozalén es madrileña, karateca y coach de ejecutivos y directivos. A sus cincuenta y tantos ha logrado un hito gracias a su técnica desarrollada a lo largo de cuatro décadas y a los métodos docentes que ha aplicado con los más de 4.000 alumnos que han pasado por sus manos. Maestra de niños y mayores, utiliza el kárate y la sabiduría que le aporta su octavo dan para que cada individuo sea cada día un poco mejor utilizando la imaginación, “la creatividad”.

“Cada dan tiene un examen con unos requisitos particulares. En el quinto, por ejemplo, tuve que hacer una tesina sobre las técnicas de psicología del deporte de alto rendimiento aplicadas al kárate y un trabajo sobre luxaciones, proyecciones y estrangulaciones… aplicando estas técnicas ante tres oponentes al mismo tiempo. Suena poco romántico, ¿no? (risas) Fue de los más duros que recuerdo. En otros danes han valorado más mi etapa deportiva (no bajó prácticamente del podio en sus 12 años con el equipo nacional), como en el séptimo. Y en el último lo que más han valorado ha sido la docencia, cursos, desarrollo, los alumnos campeones o con cinturones negros... En mi caso han pasado por mis manos más de 4.000 niños, 1.000 desde el séptimo dan (ocho años). Además, también presenté un trabajo sobre el desarrollo de la creatividad en el kárate. A través de mi deporte se puede enseñar a pensar y a desarrollar habilidades cognitivas, emocionales y sociales”.

¿Cómo se le hace pensar a un niño a través del kárate, deporte relacionado con golpes y violencia? “Los niños acuden muchas veces a kárate por lo que ven en películas o videojuegos y no estoy de acuerdo con los valores agresivos que transmiten. Lo que yo hago, por ejemplo, son pequeños sketches donde ellos mismos elaboran el guion, de acuerdo a los valores concretos que vayamos a trabajar. Te digo uno: hay unos karatecas que se enfrentan a otros que representan sus miedos. Pierden en la primera secuencia. Sin embargo, después logran vencer porque introducen valores de coraje y determinación utilizando las mismas llaves que cuando fueron derrotados. Aplican su conocimiento con mayor firmeza y poder de decisión. Con los más pequeños trabajo con cuentos tradicionales… con los Tres Cerditos fomento el trabajo en equipo, responsabilidad y espíritu de superación; con Blancanieves el respeto a la diversidad, y la autoconfianza frente a los celos y envidia de la Bruja”.

Productividad con la creatividad, no la rutina

En un mismo día, esta profesora de kárate tradicional clásico o deportivo (del club de tenis de La Moraleja) puede pasar de Disney a 'El Lobo de Wall Street', hablando frente a ejecutivos y directivos mediante, entre otros, “conceptos del kárate que pueden ser aplicados a la empresa, como la velocidad de anticipación o la capacidad de reacción”, como ella lo llama: el Karate Bussiness School, en el que da una gran importancia al principio de Pareto: “Con el 20% de tus recursos -dinero, tiempo, energía...- deberíamos conseguir el 80% de los resultados”. Pero también a tener más “confianza en quien está a tu lado o en focalizar en llegar a los resultados de múltiples maneras, utilizando la creatividad. Se puede llegar a ver distintas perspectivas de la realidad, para darnos cuenta de que casi nunca hay una sola forma de lograr un objetivo. Es una pena que en plena era del conocimiento ni las personas ni las empresas usemos la mente para mejorar la productividad. Perdemos energía en tareas rutinaria sin valor -que las máquinas hacen- más que en utilizar nuestra mente y aplicarla a nuevas tareas. Crear y desarrollar. Hay que pensar, no sólo reproducir lo evidente”.

A lo largo de su trayectoria, Marisa ha viajado a más de 40 países pero nunca ha podido vivir del kárate en exclusiva porque también compaginó su pasión con los “estudios”. “En mi época no había becas ADO aunque ojalá para los que vengan detrás, cuando el kárate sea olímpico en Tokio, haya más dinero”. Alaba a su maestro japonés, Ishimi, “que es de los pocos en el mundo que han alcanzado el décimo dan” (uno de los que introdujo el kárate en Europa) y reconoce que todavía se tiene que “acostumbrar a verme donde ahora estoy. Siempre que se logra un objetivo se tiende uno a relajar si no creas otro objetivo superior… pero como para el noveno dan tendría que esperar nueve años por temas administrativos lo veo lejos, ahora no me lo planteo”.

Hace 38 años se ató por primera vez un cinturón negro y ahora hay gente que quiere fotografiarse con ella. No pega patadas a un balón ni ha pisado la alfombra roja de Hollywood, 'simplemente' enseña a vivir la vida a través del kárate.

“Te doy una pista: para optar al examen de octavo dan tienes que tener 50 años cumplidos… y yo tengo alguno más”. Atendiendo al criterio de la Federación Mundial de Kárate, es la primera mujer en la historia que ha subido un escalóntan alto en kárate. Marisa Rozalén es madrileña, karateca y coach de ejecutivos y directivos. A sus cincuenta y tantos ha logrado un hito gracias a su técnica desarrollada a lo largo de cuatro décadas y a los métodos docentes que ha aplicado con los más de 4.000 alumnos que han pasado por sus manos. Maestra de niños y mayores, utiliza el kárate y la sabiduría que le aporta su octavo dan para que cada individuo sea cada día un poco mejor utilizando la imaginación, “la creatividad”.

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