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Carlos Soria y su equipo, ya en España: final feliz del susto que fue más una "anécdota"
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vieron una katmandú mejor de lo que esperaban

Carlos Soria y su equipo, ya en España: final feliz del susto que fue más una "anécdota"

Cuando se han pasado décadas ascendiendo montañas, sustos como el terremoto de Nepal se sobrellevan como una “anécdota” más, una de tantas para Carlos Soria y su expedición BBVA

Foto: La expedición BBVA-Carlos Soria ya llegó a España (EFE).
La expedición BBVA-Carlos Soria ya llegó a España (EFE).

Cuando se han pasado décadas ascendiendo montañas por todos los continentes, sin que sobrepasar por mucho la edad de jubilación se convierta en un impedimento, sustos como el terremoto de Nepal se sobrellevan como una “anécdota” más, una de tantas que Carlos Soria y su expedición cuentan y contarán a sus nietos. Porque por suerte para el alpinista español y los que le acompañaban, el seísmo que fue tan grave en varios puntos de Nepal, a ellos los pilló tranquilamente en una tienda de campaña en el campo base y no sufrieron ninguna consecuencia destacable. "Fue casi una anécdota”, dice Dani Salas, miembro de la expedición.

"Nosotros lo notamos fuerte, salimos deprisa de la tienda, pero allí no teníamos ningún problema. Hacía mal día, no se veía la montaña y hubo varias avalanchas, pero donde estábamos no pasó a mayores. Lo duro ha sido la expedición, hubo que tomar duras decisiones complicadas y peligrosas", dice Carlos Soria, que se queja del poco interés que despierta en los medios cómo fue el intento de escalada en comparación a la aventura que supuso salir de allí. “El Annapurna es la montaña más peligrosa del mundo y este año tenía mucha nieve. Ha habido accidentes por cometer errores. He dormido poco pensando si teníamos que ir para un lado o para otro. Y luego hemos acabado con el terremoto”, recuerda el abulense. "Del campo base del Everest han sacado a 160 personas. Ha sido el sitio más trágico este año. Allí, el hermano de un sherpa nuestro había muerto. En el pueblo de Langtang no se sabe si hay gente aún desaparecida porque no se han podido comunicar", recuerda.

El miedo que se vivió en el pequeño país del sudeste asiático tampoco golpeó de lleno a la familia Soria. "Me enteré por un Whatsapp que mandó mi padre al grupo de familia diciendo que habían notado un terremoto, pero que ellos estaban bien", cuenta Sonsoles Soria, hija de Carlos, a El Confidencial. “Lo único que sabíamos que estaba en una situación complicada y podía tener complicaciones en la llegada a Katmandú o en la vuelta a España, pero sabíamos que él estaba bien”. Aun así, aunque sus palabras no expresen la tensión vivida, no se pudo quitar del rostro una amplia sonrisa desde que llegó a la Terminal 4 de Barajas y más después de abrazar a su padre.

De hecho, lo peor para todo el equipo BBVA que acompaña a Soria no fue el terremoto, ni las réplicas (“la tercera fue casi igual de fuerte que el primero”), sino la larga espera para ser evacuados. Dani Salas reconoce que “en el campo base empezaba a escasear la comida. Pensábamos que sería un día, o dos, o tres. Pero luego fueron siete días y piensas a racionar la pasta, el arroz... Pero no pensábamos que fuéramos a tener un problema mayor que eso. Y tampoco hacíamos mucho ejercicio, así que no necesitábamos alimentarnos demasiado”.

Y quizás lo que más afectó a Carlos Soria cuando se le preguntó fue por el material que tuvieron que dejar allí. “Pero esperamos recuperarlo. Se han quedado allí el cocinero y el ayudante de cocina, lo que es muy triste. Les dejamos el teléfono satélite para que puedan estar en contacto con la familia y con la compañía para saber cuándo irá el helicóptero a por ellos”. A los dos que allí permanecieron no les rescatarán, porque a Soria y su equipo no los han rescatado, sino “simplemente nos han sacado de allí. Teníamos un vuelo pedido para el día del terremoto, y no llegó por mal tiempo. Menos mal, porque si nos hubiese sacado ese vuelo de allí, seguramente nos habría pillado el terremoto en Katmandú, y eso habría sido peor”.

Pero en realidad, a la llegada a Katmandú no vieron una ciudad devastada como esperaban. “Pensábamos que cuando llegásemos a Katmandú sería terrorífico, pero no ha sido así. Funcionaba casi todo. No hay carencia de nada. Lo que hay es mucho desbarajuste organizativo, es normal. Claro que hay barrios en los que se han caído casas. En algunos pueblos ves que dos casas, casi juntas, una se ha caído y otra no. Quizás las más viejas, por ser de madera y más elásticas, no se cayeron”, dice Carlos. “Habría sido muy duro vivirlo en Katmandú por lo que nos une con la ciudad, pero vimos que se está recuperando rápido”, recuerda Dani Salas.

Pero si piensan que un terremoto que ha dejado más de 7.000 muertos puede amedrentar a uno de los escaladores más expertos del planeta, están equivocados. "Claro que tengo que volver –‘amenaza’ Soria–, si he tenido sustos más gordos que este. En realidad, ha sido un susto por el país y por los amigos que lo van a pasar mal allí, porque dentro de 20 días, más o menos, va a empezar el monzón y las casas que no estén destruidas del todo tendrán muchos problemas con las lluvias". Y su hija Sonsoles, claro, no intenta disuadirlo: “"Eso es imposible. Además, ¿por qué voy a tener que convencerlo de nada? Ha habido un terremoto en Nepal, pero se puede ir a Cancún y pillarle allí dentro de una cabaña, que es peor, porque se ha ido a disfrutar".

Cuando se han pasado décadas ascendiendo montañas por todos los continentes, sin que sobrepasar por mucho la edad de jubilación se convierta en un impedimento, sustos como el terremoto de Nepal se sobrellevan como una “anécdota” más, una de tantas que Carlos Soria y su expedición cuentan y contarán a sus nietos. Porque por suerte para el alpinista español y los que le acompañaban, el seísmo que fue tan grave en varios puntos de Nepal, a ellos los pilló tranquilamente en una tienda de campaña en el campo base y no sufrieron ninguna consecuencia destacable. "Fue casi una anécdota”, dice Dani Salas, miembro de la expedición.

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