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Un All Black abre el debate: ¿debe el rugby cambiar algunas reglas para modernizarse?
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LO DICE WAYNE SMITH, CAMPEÓN DEL MUNDO

Un All Black abre el debate: ¿debe el rugby cambiar algunas reglas para modernizarse?

¿Es el rugby un deporte complicado para el espectador? ¿Necesita renovarse para no morir? Eso cree Wayne Smith, miembro de los All Blacks campeones

Foto: El rugby, a pesar de todo, sigue siendo uno de los deportes más espectaculares (Reuters).
El rugby, a pesar de todo, sigue siendo uno de los deportes más espectaculares (Reuters).

Hace bastante más de un siglo que sabemos que se juega al rugby. De hecho, más de siglo y medio. En 1845 unos señores que se divertían intentando llegar con una pelota de un campo al final del otro decidieron parar de correr y de chocar y sentarse a una mesa para escribir. Escribieron las leyes del rugby. Un documento sagrado y casi intocable durante mucho tiempo. Decidieron que jamás se podía avanzar con un pase hacia adelante, el receptor siempre tendría que estar por detrás de la línea que marcaba el balón; se estipuló que para volver a meter el balón en juego, los dos equipos chocarían en lo que se llamó melé para luchar por la posesión. Unos decidieron que jugarían quince contra quince, otros creyeron que eran mucho y decidieron dividirse en dos grupos de trece, y otros quisieron que fueran siete contra siete.

Esa tradición es una de las bases sobre la que estableció sus cimientos el deporte que, según la mayoría, es uno de los más duros y a la vez nobles que existen. La tradición es básica en el rugby, es parte de su esencia. Para un amante del rugby, los cánones marcados por los años pretéritos suelen ser imborrables. ¿Para todos? No, por lo visto no. Una de las voces más autorizadas para hablar de esta disciplina es Wayne Smith, exentrenador de los All Blacks que formaba parte del cuerpo técnico de la Nueva Zelanda que fue campeona del mundo en 2011. Pues bien, Smith cree que el rugby ya se está empezando a quedar anticuado.

Vídeo:LaHakade Nueva Zelanda en la final del Mundial 2011 ante Francia

La Gazzetta dello Sport habló con Smith sobre la situación actual de este deporte. Y lo que sorprendió incluso al entrevistador. ¿Que el pase adelante sea legal? Eso, para un purista de un rugby ancestral eso es, cuanto menos, un ultraje, una alta traición, una injuria a la belleza y tradición del rugby. Es, con casi total seguridad, la regla por excelencia, la primera que escribieron los ancestros hace más de 160 años. Y uno de los que más saben de este deporte, Smith, dice, de repente, que hay que cambiarla. Smith especifica de todos modos que no sería un libertinaje del avant, sino que para él se podría permitir “uno por acción y con la obligación para quien recibe la pelota de no encontrarse en fuera de juego con respecto al que pasa”.

¿Una locura? Probablemente no. ¿Y para qué sirve un pase hacia adelante si el jugador que recibe no debe estar en fuera de juego? Pues porque, según Smith, “un pase con las manos es más simple” que un toque con el pie sobre la defensa, “pocos tienen esa habilidad”. Sería una de las soluciones que Wayne Smith aportaría para que el rugby ganara en espectacularidad. Para él, este deporte “es muy previsible. Cada equipo está mejorando su defensa y para quien ataque falta espacio. Nadie se atreve a dar una patada al balón para hacer un globo sobre la defensa, perder la posesión es demasiado arriesgado. Podemos aprender muchas cosas del rugby a 13 y del football americano. Es sólo una idea mía, pero haría el juego más agradable al público”.

En un estadio de rugby de primer nivel, el público puede observar el partido desde sus butacas, pero puede que no entienda absolutamente todo lo que pase sobre el césped. ¿Qué ha pitado el árbitro? ¿Por qué el balón es para este equipo y no para el otro? Por suerte, en esos recintos preparados para acoger grandes eventos, los videomarcadores se convierten en un gran aliado para los aficionados. En el VI Naciones, por ejemplo, cada acción señalada por el árbitro se explica con una breve frase en las pantallas.

Una ayuda que para Smith sobra porque tendría que ser todo muchísimo más sencillo. “Ni siquiera yo entiendo a veces qué pasa en una melé. La mayoría de equipos la utilizan únicamente para ganar faltas. Hay que tener el coraje de simplificar. Con las reglas de hoy un árbitro no puede ver todo, es demasiado difícil para una sola persona. Creo incluso que los linieres deberían intervenir más entrando al campo para echarles una mano”. Pero las ideas de Smith no se quedan en el devenir del propio juego, sino que quiere que "el rugby sea una experiencia. En las entradas se puede incluir un código que dé acceso a descuentos en las camisetas y con el que puedas participar en la vida del club. La nueva generación quiere espectáculo dentro y fuera del campo”. Veremos si tras la Copa del Mundo de Inglaterra 2015 alguna de sus ideas se empiezan a reflexionar.

Hace bastante más de un siglo que sabemos que se juega al rugby. De hecho, más de siglo y medio. En 1845 unos señores que se divertían intentando llegar con una pelota de un campo al final del otro decidieron parar de correr y de chocar y sentarse a una mesa para escribir. Escribieron las leyes del rugby. Un documento sagrado y casi intocable durante mucho tiempo. Decidieron que jamás se podía avanzar con un pase hacia adelante, el receptor siempre tendría que estar por detrás de la línea que marcaba el balón; se estipuló que para volver a meter el balón en juego, los dos equipos chocarían en lo que se llamó melé para luchar por la posesión. Unos decidieron que jugarían quince contra quince, otros creyeron que eran mucho y decidieron dividirse en dos grupos de trece, y otros quisieron que fueran siete contra siete.

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