El caos llega a MotoGP: estalla una rueda y empieza el descontrol en el paddock

A Scott Redding le estalla la rueda trasera en medio del último test antes de la calificación y empieza el caos. ¿Por qué se rompe un neumático? Nadie lo sabe. Hay miedo en el box. Las imagenes de los pilotos mostraban una mezcla de intranquilidad y enfado. Hay que recordar que este año ha entrado Michelin de nuevo en las motos, como proveedor para todos los equipos. Y que esto ya pasó en la pretemporada con la moto de Loris Baz.

Banderas rojas, se para la prueba. Vuelven un rato después a girar las motos, pero solo unos minutos más tarde se para todo de nuevo. No se fían de las ruedas y a nadie se le ocurre que puedan rodar sin saber qué ha ocurrido. Que estalle una rueda a esas velocidades es un peligro alarmante. El caos es evidente, la moto de Redding tardó demasiado en llegar a box, cuando lo hizo un tipo con una tela roja hace lo posible para taparlo y que nadie lo vea. Era un neumático medio y pronto se decidió que nadie saliese con ese tipo de ruedas. Corte drástico y resbalón importante de la factoría francesa.

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Se ha hablado de la necesidad de implementar unos sensores de presión para que haya más seguridad en los neumáticos. Existen ya en moto 3, pero inexplicablemente no han conseguido imponerlo aún en la categoría reina. En las imagenes se ve como la banda de rodadura de la rueda salta por los aires. No es solo el problema en sí sino la extraña gestión del mismo. ¿Por qué esconder la moto (y hacerlo de una manera tan cutre)? ¿Por qué se deja volver a correr para solo unos minutos después parar de nuevo? ¿Es seguro correr con esas gomas?

"Para la clasificación no hay ningún tipo de riesgo, ya veremos que hacemos para la carrera", decía el mandamás de Michelin, con gesto circunspecto. Cuenta que hay un kit de neumáticos más porque sabían que en Argentina eso podía ocurrir. "Tiene más goma", explica. Y resulta curioso que haya un problema con el neumático y no se haya resuelto antes de empezar. Redding llevaba al menos diez vueltas con esas ruedas y la carrera tiene 25. Algo no cuadra. Al final Michelin ha decidido no meterse en líos y sacar ese compuesto con más goma. Descarta los dos juegos de ruedas que traían para el Gran Premio, es decir, todas las motos irán con las mismas ruedas y ninguna de ellas era las que tenía pensada la marca francesa.

Los pilotos necesitan seguridad, saben que en cada curva se están jugando la vida y no hay motivo de poner más piedras en el camino. Y si nadie sabe qué ha pasado es mejor parar y ser claros en las órdenes. Tardaron unos minutos más hasta que dejaron de nuevo competir. Se supone que ya con cierta consciencia de lo sucedido. Se impone el neumático duro, el más seguro. Porque lo imprescindible es llegar.

Como sí podían rodar un poco dio tiempo a hacer la clasificación. Márquez, que había logrado la pole en las dos ocasiones que se había competido en Argentina, siguió con la tradición. La Honda vuela en ese circuito, marcado por una primera curva en la que los pilotos suelen irse al suelo. Y a Marc le pasó también, en dos ocasiones, pero igualmente consiguió una vuelta que le colocó primero. Le siguió Lorenzo, porque ahora mismo son los dos mejores pilotos de la parrilla. Y después Rossi, que para celebrarlo hizo un caballito imposible tras la clasificación. No parece preocupado por los neumáticos.

La foto de Rossi y Márquez

Está la cosa tan tensa en MotoGP que el mínimo gesto de distensión parece una nueva era. Una fotografía en la que se ve a Valentino Rossi con una sonrisa hablando con Marc Márquez es una muestra mínima de normalidad, pero ya es bastante más de lo que había hasta el momento. No se sabe de qué hablaron, ni si el momento se alargó o fue un encontronazo sin más compromiso. No está claro que hayan acercado posturas, ni que hayan intentado normalizar un ambiente muy tenso. Pero la foto, por sí misma, es ya una muestra de que las cosas pueden cambiar.

Dice Lorenzo que para que todo se normalice se necesita que Rossi se mueva y haga algo. En realidad, su frase se puede extender a cualquier cosa que se pueda pensar sobre el MotoGP actual. Rossi es la gran figura, el mito sobre la moto, y los que conocen el mundillo saben que su palabra va a misa. Ezpeleta es el jefe del circo, pero Rossi es el domador de leones a quien todos quieren ver.

Y eso con independencia de los resultados, que en el caso del italiano son lo de menos. Porque lo suyo, el historial y el carisma, es lo que mueve el mundo. También es lo que lleva a muchos aficionados a silbar a Jorge Lorenzo y Marc Márquez, dos campeones del mundo, enormes pilotos, que tienen el defecto de no ser Rossi. La afición no les perdona la afrenta del año pasado con il Dottore, aunque en aquella jarana tuvo el italiano más culpa que nadie. O tanta culpa como el que más. Pero no se le pide objetividad o juicio al público, es soberano y puede moverse por sus fobias y filias sin más explicación que la pasión.

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Rossi, por lo tanto, termina siendo el que indulta o señala a sus rivales. Y por eso la foto con Márquez, por simple que sea el gesto, supone un alivio para el piloto catalán, que es, además, con quien tuvo el roce la pasada temporada. Lorenzo no estuvo en el encontronazo de Sepang, aunque fue el gran beneficiado del tema, pues terminó siendo campeón -en la historia paralela que cuenta el italiano nunca llegó a ganar ese mundial, pero su poder aún no es suficiente para borrar el palmarés oficial-. El piloto mallorquín lo tiene más difícil, porque entre él y Rossi nunca hubo sintonía. Se han pasado muchas temporadas compartiendo equipo, algo que solo ha servido para que se miren con más recelo.

Lorenzo pedía esta semana que Rossi diese un paso. Lo hizo sin nombrarle, porque el desprecio es mutuo. Si no hay un paso ese sentido Lorenzo correrá entre silbidos y tendrá que acostumbrarse: el jefe es el otro.