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Lorenzo, un piloto esculpido a golpe de martillo con una regularidad demoledora
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HA GANADO EN LA PISTA A ROSSI, MÁRQUEZ Y STONER

Lorenzo, un piloto esculpido a golpe de martillo con una regularidad demoledora

Tras un inicio lleno de dudas, la primera victoria de la temporada -Jerez- le hizo irrumpir a golpe de martillo. Lorenzo volvió a pilotar como sabe, recuperó su frescura y exhibió una regularidad aplastante

Foto: Jorge Lorenzo en el podio de Cheste (Efe).
Jorge Lorenzo en el podio de Cheste (Efe).

Cuando Jorge dejó de pensar en cómo lo harían sus rivales, pudo pilotar como él sabe. La primera victoria del mallorquín esta temporada -Jerez- le hizo irrumpir a golpe de martillo, algo que él maneja como nadie, sin las excusas que ya se le estaban acabando, como aquel casco defectuoso, la bronquitis o el no saber gestionar los neumáticos extraduros que llevaron a Rossi al podio en Termas de Río Hondo. Aquellas primeras cuatro victorias consecutivas del año dieron forma a la primera de sus tres remontadas, la segunda se fraguó en Brno y la tercera llegó tras su triunfo en Motorland. No ha sido un campeón dominador, lo ha sido por puntos y estadísticas: es el piloto con más victorias (7) y solo ha perdido en número de podios. Es el título más especial porque con él se convierte en el único campeón que lo ha sido con Rossi, Stoner y Márquez en pista: los mejores de tres generaciones. Se ha esculpido como si del David de Miguel Ángel se tratase: a golpe de martillo y con una regularidad inigualable.

Con cinco kilos menos y un cambio en su preparación física (uno de sus lastres en 2014), Lorenzo se reencontró con el Jorge de siempre para mostrar sus mejores maneras sobre la Yamaha, y la comunión con esta fue total; tanto como para exhibir su mejor versión como piloto. En plenitud, era imposible luchar de tú a tú contra él. Jorge supo sacar provecho de su enorme talento para erradicar la preocupación que reinaba en su box a principios de temporada; recibió la mejor inyección en forma de victoria para una moral que no atravesaba su mejor momento. Y es que, a pesar de que la M1 había mejorado y de que Lorenzo se había machacado hasta la saciedad para que el físico no le jugara una mala pasada, las dudas seguían ahí. Tres carreras y ni rastro de Jorge en el podio: era el segundo peor comienzo de su carrera. En Yamaha tiraban balones fuera recordando que al mallorquín no se le había olvidado pilotar. Evidentemente, tampoco había perdido su talento, solo tenía que exprimirlo.

Lo único que hizo fue recuperar frescura, soltura y no perder la fe ni en los momentos más bajos. Nada más. Suena tan fácil que es ahí, precisamente, donde residía una complejidad que Lorenzo supo resolver dejando que su parte irracional gobernara. Y acertó de lleno. Jorge pensó menos sobre la moto, no gastó tiempo en analizar cómo lo harían sus rivales si estuvieran dentro de su mono, tampoco se paró a desmenuzar cada detalle o cómo y dónde podría mejorar su pilotaje. Simplemente, manejó la Yamaha como ha hecho desde que debutó en el Mundial (5/05/2002): con la constancia y la precisión del martillo que usaba su padre en el taller de motos y la suavidad y la limpieza con la que su madre extendía la mantequilla en las tostadas de su desayuno. Martillo y mantequilla, Lorenzo en estado puro.

La guinda del pastel fue su aplastante regularidad. En cada gran premio, el piloto de Yamaha calcó su hoja de tiempos de forma milimétrica, y eso es algo que se pudo permitir gracias a su constancia y a la perfecta gestión de la M1. Con ella llegó a un punto de excelsa competitividad porque tenía una máquina cómoda y estable. Ningún piloto se atrevía a decir, de forma tajante y contundente, que la M1 es la mejor moto de la parrilla, pero lo cierto es que se trataba de una máquina ganadora que no se deja pilotar de cualquier manera: se necesita la precisión de una máquina perfectamente engrasada y la delicadeza de las manos de un arquitecto en el dibujo del trazo. Y ambas características las atesora el Jorge Lorenzo de siempre: el mallorquín maniobraba con finura y ha sido más constante que nunca.

“Nunca he dejado de creer que es posible alcanzar a Valentino”. Lo cierto es que el piloto mallorquín no perdió la confianza en una remontada que, en ningún momento, ha estado fuera de su alcance pues siempre ha dependido de sí mismo. Carrera a carrera, Lorenzo fue dando pistas del plan que ha trazado en su cabeza para levantar su tercer Mundial en la categoría reina. No ha dudado a la hora de revelar que su objetivo pasaba por recortar a Valentino una media de cuatro o cinco puntos por carrera y, además, apuntó que una de las claves era acabar por delante del italiano. Algo que para Jorge era, incluso, más importante que conseguir la victoria. Supo hacerlo en el momento adecuado: en la batalla final donde, por primera vez en toda la temporada, también consiguió superarle en puntos.

Con el viento a favor, no ha habido nadie más rápido que él, mientras que cuando las cosas se torcían, como, por ejemplo, en las carreras sobre mojado… se veía obligado a sacar el camaleón que lleva dentro, pero no siempre ha sido capaz de adaptarse al entorno con la facilidad que exhibe cuando se trata de amoldarse a lo que la M1 le ofrece. El de Yamaha dejó de estar encorsetado y recuperó la fluidez y el instinto que había perdido temporadas atrás a lo largo de los circuitos del Mundial. Jorge Lorenzo se ha mostrado delicado a los mandos de la M1, concentrado como nunca para anular sus defectos como piloto, fresco y suelto. Ha sacado provecho del talento que tiene porque, obviamente, no se le ha olvidado pilotar. Solo tuvo que encontrar la combinación perfecta entre el arquitecto y el robot que conviven dentro de su mono azul, y lo ha hecho perfectamente. Tanto como para grabar su nombre en el título de campeón por tercera vez, algo que le convierte en el piloto español con más trofeos de la categoría reina y le sitúa a la altura de Wayne Rainey y Kenny Roberts. Ahí es nada.

Cuando Jorge dejó de pensar en cómo lo harían sus rivales, pudo pilotar como él sabe. La primera victoria del mallorquín esta temporada -Jerez- le hizo irrumpir a golpe de martillo, algo que él maneja como nadie, sin las excusas que ya se le estaban acabando, como aquel casco defectuoso, la bronquitis o el no saber gestionar los neumáticos extraduros que llevaron a Rossi al podio en Termas de Río Hondo. Aquellas primeras cuatro victorias consecutivas del año dieron forma a la primera de sus tres remontadas, la segunda se fraguó en Brno y la tercera llegó tras su triunfo en Motorland. No ha sido un campeón dominador, lo ha sido por puntos y estadísticas: es el piloto con más victorias (7) y solo ha perdido en número de podios. Es el título más especial porque con él se convierte en el único campeón que lo ha sido con Rossi, Stoner y Márquez en pista: los mejores de tres generaciones. Se ha esculpido como si del David de Miguel Ángel se tratase: a golpe de martillo y con una regularidad inigualable.

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