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Los Márquez y la madre que los parió
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LOS PRIMEROS HERMANOS CAMPEONES DEL MUNDO

Los Márquez y la madre que los parió

Por primera vez en la historia, dos hermanos se han proclamado campeones del mundo en una misma temporada. El apellido Márquez está de moda

Foto: Marc y Àlex con sus padres en el GP de Valencia (Repsol Media).
Marc y Àlex con sus padres en el GP de Valencia (Repsol Media).

“Ni en los mejores sueños Marc y yo pensábamos en que podíamos ganar un título mundial el mismo año. Es un día increíble para la familia Márquez”. Y tanto. Las palabras de Àlex después de proclamarse campeón del mundo de Moto3 se quedan cortas para describir lo que sentían los Márquez Alentà. Acostumbrados a ver cómo Marc, su hijo mayor, hacía historia cada dos fines de semana ahora tienen un doble motivo para seguir celebrando los éxitos de sus retoños: Àlex, el pequeño, también se ha abonado a lo de ganar títulos mundiales. ¿El secreto? Su madre lo ha repetido en más de una ocasión: “Sacrificio y trabajo”. Y unos genes prodigiosos heredados de la propia Roser y de Julià.

Marc y Àlex no son unos hermanos al uso por muy poco amigos que sean de los elogios. Uno y otro han hecho historia de forma individual y esta temporada se han unido para que el apellido Márquez tenga su propio hueco en el Mundial de Motociclismo. Juntos subieron al podio de Qatar y Argentina, carreras en las que Marc se llevó la victoria y Àlex el segundo puesto, pero el aperitivo de lo que estaba por venir llegó en Montmeló. La cita es la más especial del calendario pues se trata de la carrera de casa, allí donde se reúnen amigos y familia para disfrutar con los Márquez. Y vaya si lo hicieron: por primera vez en la historia dos hermanos se llevaban la victoria en un mismo gran premio. Cinco meses después se han convertido en los primeros en ser campeones del mundo en la misma temporada. Desde ayer, la característica sonrisa de los Márquez Alentà es más amplia si cabe.

Tienen motivos de sobra para ello aunque no es fácil gestionar el peso del apellido. “Marc es uno y Álex es otro, no corre porque sea el hermano de”, recalcaba Roser después de ver cómo se abrían las puertas del olimpo de los campeones ante su hijo pequeño. Las diferencias entre los hermanos no existen, tanto que Marc confesaba que estaba “muy contento, con diferencia más que en Motegui porque con mi hermano lo he vivido mucho. Ha demostrado que está aquí porque vale; mucha gente pensaba que es una ventaja tener un hermano en MotoGP, pero es una desventaja por la presión que tenía” mientras Àlex contaba a este periódico en Montmeló que “el apellido Márquez no me pesa. Cuando entro en un circuito, soy Àlex y tengo que hacer mi camino, mi equipo, seguir evolucionando como piloto y trato de aislarme de toda esta presión. Desde que mi hermano empezó a ganar, esto es algo que tengo muy claro”.

El camino que han recorrido hasta ver cumplido el sueño ha estado marcado por una palabra: sacrificio. Roser y Julià no dudaron cuando tuvieron que apostar por el sueño de sus hijos; a bordo de una pequeña caravana recorrían los circuitos en los que competían los pequeños. Marc fue el precursor cuando, con tres años, pidió una moto a la que tuvieron que poner ruedines y Àlex siguió la estela que dejaba su hermano mayor. Los éxitos no tardaron en llegar, pero Roser y Julià no perdieron el norte. Ni entonces ni ahora. Saben que son los encargados de mantener a sus hijos con los pies sobre la tierra, un papel que desempeña el padre sobre los circuitos. La madre, la misma que conserva vive las carreras desde Cervera aunque no falla en las que se celebran en territorio nacional.

La disciplina siempre ha sido una constante en el hogar de los Márquez, allí donde está prohibido hablar de motos e impera la normalidad. Una característica que destaca todo aquel que ha tratado de cerca a Àlex y Marc, los mismos que son capaces de conquistar el mundo sobre su moto y repartirse las tareas del hogar. Roser y Julià han educado e inculcado unos valores a sus hijos basándose en la humildad, pero no dudan a la hora de reconocer que lo que están viviendo de la mano de sus hijos “es el regalo más hermoso, un orgullo. Somos afortunados, nosotros y ellos”. Y es que en Motorland, cita en la que Àlex se encaramó al liderato de Moto3 para no abandonarlo, Julià confesaba que si sus hijos eran campeones esta temporada “me podré morir tranquilo porque ya habré visto todo. Esto es más que un regalo”. Àlex y Marc han demostrado a su padre que con ellos siempre hay algo más ver.

Roser trataba de mantener la calma mientras confesaba que estaba “temblando, nerviosa” y se quitaba todo el mérito “todo el trabajo lo hacen ellos”. Arrebatadora y cariñosa, Àlex y Marc han heredado la sonrisa de su madre y el mayor también el genio. Hace un año, en el mismo escenario declaraba a los cuatro vientos que estaba “muy orgullosa de haberte parido” en referencia al título que acababa de conquistar Marc. Hoy estas palabras también valen para un Àlex que anunciaba una fiesta para festejar los títulos. Aunque como celebrarlos con unos caracoles de mamá Roser, no hay nada.

“Ni en los mejores sueños Marc y yo pensábamos en que podíamos ganar un título mundial el mismo año. Es un día increíble para la familia Márquez”. Y tanto. Las palabras de Àlex después de proclamarse campeón del mundo de Moto3 se quedan cortas para describir lo que sentían los Márquez Alentà. Acostumbrados a ver cómo Marc, su hijo mayor, hacía historia cada dos fines de semana ahora tienen un doble motivo para seguir celebrando los éxitos de sus retoños: Àlex, el pequeño, también se ha abonado a lo de ganar títulos mundiales. ¿El secreto? Su madre lo ha repetido en más de una ocasión: “Sacrificio y trabajo”. Y unos genes prodigiosos heredados de la propia Roser y de Julià.

Marc Márquez
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