Márquez, el amigo de Piqué que lleva calzoncillos rojos para batir a los mejores

Sobre la pista se han acabado los elogios para definir lo que hace Marc Márquez (20) cuando se sube a la moto. El joven piloto de Cervera no deja de sorprender en cada gran premio e, incluso, Valentino Rossi le ve como su sucesor. Ahí es nada. El de Repsol Honda llega a la República Checa como líder de MotoGP y si logra la victoria en el circuito de Brno, se convertirá en el primer ‘rookie’ de la categoría reina en sumar cuatro triunfos seguidos. Lleva 16 años subido en una moto desde que en 1997 se subió por primera vez a una; dentro de la pista arriesga mientras maneja su máquina con la suavidad y la experiencia de un piloto que lleva año en MotoGP. Fuera de los circuitos sigue vinculado al mundo del deporte practicando esquí o montando en bici, se confiesa goloso y es amigo de Gerard Piqué.

Los que trabajan día a día durante la temporada de motociclismo han sufrido, en más de una ocasión, sus famosas bromas. Marc cree que es una buena forma para hacer piña y crear un ambiente de trabajo propicio aunque, a veces, él es la víctima. Después de proclamarse campeón de Moto2 y celebrarlo se encontró con “toda la cama llena de fideos”. A pesar de estas travesuras, a Márquez le definen como un chico educado y sencillo. Su perenne sonrisa le acompaña siempre, incluso cuando toca hacer la parte más intimidatoria se su trabajo: enfrentarse a los medios en cada carrera o en las ochenta entrevistas que concede de media al año. Marc podría ser el yerno ideal que toda madre querría para su hija y hasta existe un grupo en Facebook llamado “Yo también quiere ser la novia de Marc Márquez”. Reservado con su vida privada, asegura que no entiende “a los que van con su novia al paddock. Al box vas a trabajar”.

Ocho meses viajando por todo el planeta se hacen más llevaderos cuando, además de la familia en la que se ha convertido su equipo, puedes compartir confidencias con tus padres o tu hermano. Y es que Álex, el hermano de Marc, pelea en Moto3 por abrirse camino en el Mundial de Motos. Julia y Roser, sus padres, se dejan ver de vez en cuando ahora que sus dos retoños se pasan gran parte del año subidos en una moto desafiando a la velocidad y a la gravedad. Precisamente fue su madre el origen de una curiosa superstición del líder de MotoGP: le compró ropa interior roja y ganó una carrera. Desde entonces sigue con el mismo ritual… y en los entrenamientos usa calzoncillos azules. La verdad es que no le ha ido nada mal.

Sabría que votar en un referéndum sobre la independencia catalana

Cuando se apagan los motores, Marc sigue enganchado al mundo del deporte montando en bici, esquiando o haciendo pilates. Siempre acompañado de su hermano pequeño… siete centímetros más alto que él. Aunque el motociclismo es su vida, no pudo sacarse el carnet hasta hace dos años y ha llegado a confesar que uno de sus hobbies son los videojuegos porque le ayudan a memorizar los circuitos. Aficionado al Barcelona, no es extraño verle en el Camp Nou animando a su amigo Gerard Piqué cuando sus compromisos se lo permiten. Tampoco descarta una buena película en el cine o un dulce como goloso confeso que es. Se muestra correcto cuando le preguntan por temas delicados como un hipotético referéndum en el que se decidiría la independencia de Cataluña; él se limita a contestar que sabría lo que votaría.

Su envidiable palmarés y la colección de elogios que atesora en cada cita no le han hecho perder el equilibrio y sus pies siguen bien pegados a la tierra. Ayudado por Emilio Alzamora, su representante, Marc Márquez sigue siendo aquel pequeño que con el primer dinero que ganó se compró “unas pegatinas para la moto o unas gafas de motocross, no lo recuerdo bien”. Y es que Marc todavía es un niño aunque sobre la moto aparente ser un adulto.