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Ledecky, la niña de mirada tímida que asusta a sus entrenadores cuando se tira al agua
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compite esta madrugada en 200 estilos

Ledecky, la niña de mirada tímida que asusta a sus entrenadores cuando se tira al agua

La mejor nadadora del mundo aspira a ganar el oro en 200, 400 y 800 además de algún relevo. Con récord del mundo. Es, además, una excelente estudiante. Aún no es profesional

Foto: Katie Ledecky, después de ganar un oro (Reuters)
Katie Ledecky, después de ganar un oro (Reuters)
Foto: Phelps ha ganado 22 medallas olímpicas (Erich Schlegel/USA TODAY Sports)

Fuera de la piscina es un ser humano absolutamente normal y eso, quizá, es lo que más impresiona de ella. Katie Ledecky se ha colgado ya el oro olímpico en 400 metros libres. Es casi un eufemismo decir que ganó, porque es tanto como decir que compitió. Logró la medalla sin casi darse cuenta de que tenía rivales, nadando más contra una línea virtual amarilla que marca el récord del mundo -a la que también dejó tiritando- que contra siete esforzadas deportistas más. Ledecky es otra liga, su pelea es contra el crono, un fetiche que destroza en cada campeonato que participa. Está redimensionando la natación femenina y estos, nadie duda ese extremo, son sus Juegos Olímpicos.

Foto: Michael Phelps (Reuters)

Katie Ledecky tenía quince años y se tiró a la piscina en Londres para nadar el 800 libres. No era favorita porque, al fin y al cabo, era solo una niña. Récord del mundo y primer oro olímpico. Apunten ese nombre, que el futuro es suyo. Predicción correcta, en estos cuatros años ha dominado esa prueba, los 400 libres, los 200.... Y, como demostró en el relevo del primer día, sería capaz incluso de pelearse en distancias aún más cortas. Porque en el relevo 4X100, una distancia que le queda evidentemente escasa a una fondista como ella, consiguió la segunda mejor marca de todas las competidoras. Es solo que es la mejor. Y eso que no se nada 1.500 en los Juegos, que eso solo supondría irremediablemente una medalla de oro más para presumir.

Eso es tanto como que Bolt ganase el 100, el 200, el 800 y el 1.500. Una anomalía. Sorprende más aún cuando se la ve fuera de la piscina. No tiene una espalda descomunal, no es más alta que sus rivales, no tiene un torso muy largo, ni unos pies muy grandes. No tiene el físico extraño que distingue a los mejores nadadores de siempre. Lo que sí tiene, para regalar, es hambre. Sus propios técnicos se asustan cuando la ven en la piscina, siempre entregando todo lo que tiene. Suele entrenarse con chicos, a los que reta con frecuencia. Y a los que gana con frecuencia. Conor Dwyer, uno de los mejores nadadores de la actualidad, decía antes de los entrenamientos en Colorado que tenía miedo de que la ganase una niña de 19 años. Lo decía en broma, pero solo a medias. Michael Phelps, que no necesita presentación, daba la razón a su compañero: "Está ganando a todos los chicos en los entrenamientos y parece que no hace nada, como si solo estuviese respirando".

"Katie Ledecky es la estudiante que saca en todo dieces, y a nadie le gusta esa persona, pero Katie sí, todo el mundo adora a Katie", dice Beisel

Ledecky podría estar ganando millones de dólares, porque su talento es de los que se pueden monetizar. Pero no lo hace, porque es una deportista amateur. Compite para la universidad de Stanford, donde está matruculada en políticas e historia de China. Tras unos cursos preeliminares empezará sus estudios más concienzudamente en otoño, pues ha la primera mitad del año la ha utilizado para preparar los Juegos. Eso quiere decir que no puede firmar contratos de patrocionio, así que en la mayor parte de las mente eso sería tanto como decir que está perdiendo dinero a espuertas. Lo de estudiar lo hace con mucho brillo, porque la joven Ledecky, que plantea quedarse el ciclo entero en la prestigiosa institución educativa, también es una estudiante sobresaliente. Cuando no está nadando se la puede encontrar durmiendo la siesta o siguiendo con mucho interés la carrera electoral estadounidense. "Se ha convertido en una friki de las noticias", cuenta su padre.

[Los parias de la natación se quedan solos en la piscina de Río]

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2016 Rio Olympics - Swimming - Preliminary - Women's 400m Freestyle - Heats - Olympic Aquatics Stadium - Rio de Janeiro, Brazil - 07 08 2016. Katie Ledecky (USA) of USA reacts. REUTERS Marcos Brindicci FOR EDITORIAL USE ONLY. NOT FOR SALE FOR MARKETING OR ADVERTISING CAMPAIGNS.

Se mantiene en la universidad, también por tradición familiar. Su hermano, que también nadó en su juventud, está licenciado en Harvard -magna cum laude, ni más ni menos-, como su padre, que es fiscal. Su madre era gerente de un hospital. Su abuelo, un emigrante checoslovaco que hablaba ocho idiomas y su tío es dueño de un equipo profesional de hockey de Nueva York, los Islanders, tras años de éxito en el sector privado. En la familia Ledecky la educación no es una opción sino una obligación. "Por cómo ven nuestros padres la educación era imposible que Katie dejase la universidad", cuenta su hermano.

"Ella nunca pierde"

"Katie Ledecky es la estudiante que saca en todo dieces, y a nadie le gusta esa persona", dice la doble medallista olímpica Elizabeth Beisel, "pero Katie sí, todo el mundo adora a Katie", remata en ESPN la nadadora. Efectivamente, la niña prodigio tiene algo de repelente niño Vicente, pero no genera rechazo. Quizá porque no se engríe de sus muchos talentos. Es una chica tímida, calmada, de las que se pone detrás en las fotos y sonríe tímida para confundirse con el paisaje. Eso es lo que más extraña a sus entrenadores, que a estas alturas ya se han acostumbrado al prodigio de sus marcas. Lo sorprendente es el contraste entre la chica de modales cautos que se ve en la calle y la bestia competitiva que se encuentran cada vez que toca la piscina. Como un gremlin que se desboca cuando se moja.

"Lo que hace de Ledecky diferente es lo insaciable que es, nunca se cansa de mejorar", explica Dwyer. "La diferencia no está en el físico sino entre las dos orejas", dice su entrenador Bruce Gemell. "Si Katie hace lo que nos ha acostumbrado, el resto nadamos por la plata y el bronce", concede Lotte Friis, nadadora danesa que logró el bronce en aquella prueba de Londres que supuso el primer oro de Ledecky. La plata fue para Mireia Belmonte, que es otra de las damnificadas por el huracán.

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2016 Rio Olympics - Swimming - Final - Women's 400m Freestyle Final - Olympic Aquatics Stadium - Rio de Janeiro, Brazil - 07 08 2016. Katie Ledecky (USA) of USA competes on her way to setting a new world record. REUTERS Michael Dalder FOR EDITORIAL USE ONLY. NOT FOR SALE FOR MARKETING OR ADVERTISING CAMPAIGNS.

"Ella nunca pierde", afirma tajante la nadadora Maya DiRado, "sus días malos son en los que gana, pero sin récord del mundo". Récord, bonita palabra. En los últimos cuatro años se ha dedicado a batirlos una y otra vez en todas las pruebas que nada. Un ejemplo, en el 800 libre tiene las once mejores marcas de todos los tiempos.

Foto: Los estadounidenses Michael Phelps y Katie Ledecky aspiran a ser las grandes estrellas de la natación en Río. (Usa Today Sports)

"No piensa en ser la más grande de toda la historia del deporte, no tiene esa presión", dice su padre, que le da a todo una normalidad que, claramente, no tiene. Solo hay que ver la rutina de la joven para darse cuenta de ello. Se levanta a las 4.05 de la mañana, se toma dos tostadas con mantequilla de cacahuete, nada casi siete kilómetros, chocolate con leche, una tortilla de bacon, queso y tomate -el restaurante que se lo suele servir le ha puesto su nombre a la receta- y después se va a clase solo para, cuando termina, seguir nadando. Y así todos los días.

Y todo eso para volver a tirarse a la piscina a ser como ella es cuando se mete en el agua. "Se ve en los mejores competidores, si hay una gota de sangre en el agua va a tratar de destrozarte lo máximo que pueda". El tiburon en el agua que fuera es "tan dulce como se puede ser", según cuenta su primera entrenadora, Sugiyama.

Foto: Phelps ha ganado 22 medallas olímpicas (Erich Schlegel/USA TODAY Sports)

Fuera de la piscina es un ser humano absolutamente normal y eso, quizá, es lo que más impresiona de ella. Katie Ledecky se ha colgado ya el oro olímpico en 400 metros libres. Es casi un eufemismo decir que ganó, porque es tanto como decir que compitió. Logró la medalla sin casi darse cuenta de que tenía rivales, nadando más contra una línea virtual amarilla que marca el récord del mundo -a la que también dejó tiritando- que contra siete esforzadas deportistas más. Ledecky es otra liga, su pelea es contra el crono, un fetiche que destroza en cada campeonato que participa. Está redimensionando la natación femenina y estos, nadie duda ese extremo, son sus Juegos Olímpicos.

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