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Cómo ser triatleta paralímpica y sacarse el MIR con un 5% de visión
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"HA SIDO MÁS FÁCIL IR A RÍO QUE EL EXAMEN"

Cómo ser triatleta paralímpica y sacarse el MIR con un 5% de visión

Susana Rodríguez ya tiene asegurada su plaza para competir en Río 2016 en triatlón, disciplina que este año estará presente por primera vez en unos Juegos Paralímpicos. También ha aprobado el MIR

Foto: Mabel Gallardo (i) y Susana Rodríguez (centro) en el ITU World Paratriathlon Event de Águilas. (José Manuel Martín - jomamaramiphotos.com)
Mabel Gallardo (i) y Susana Rodríguez (centro) en el ITU World Paratriathlon Event de Águilas. (José Manuel Martín - jomamaramiphotos.com)

“Voy haciendo las cosas que quiero y no me paro a pensar si me cuestan o no”. Susana Rodríguez lleva aplicando este principio desde que era pequeña cuando empezó a ir al colegio y comenzó su aproximación al mundo del deporte a través de la natación, con cuatro años. Asegura que para conseguir sus objetivos sabe que tiene que esforzarse “más que los demás” y confiesa que, aunque los nuevos retos le dan “respeto”, siempre se enfrenta a ellos. Rodríguez tiene albinismo, ve entre un 5 y un 7% de lo que ve una persona sin problemas de visión y, a sus 28 años, es diplomada en Fisioterapia, licenciada en Medicina, acaba de aprobar el examen de MIR y ya tiene un pie en Río para participar en los Juegos Paralímpicos en septiembre.

Su primera experiencia como atleta olímpica viene de la mano del paratriatlón, disciplina que también debuta este año en unos Juegos. En esta competición, Rodríguez se enfrentará en poco más de una hora a 750 metros en natación, 20 kilómetros en bici y 5 kilómetros de carrera, siempre junto a su guía, Mabel Gallardo. “Nadamos con una cinta que va de mi muslo derecho a su muslo izquierdo. La natación es lo más complicado porque no puedes hablar y la comunicación la hacemos a través de pellizcos o con la cuerda, que se tensa cuando te desvías de la trayectoria. En bici, vamos en un tándem que conduce la guía y, si el circuito es fácil llevamos unas cintas en la cintura y, si es difícil, una cuerda en la mano que da más información pero es más lento”, explica.

Lleva preparándose para los Juegos desde 2012 y ahora entrena los siete días de la semana -aunque a veces descansa uno-, cuatro horas cada jornada. En total son cinco sesiones de natación a la semana, cuatro de bici, cuatro de carrera a pie y dos o tres de gimnasio. En su amplio palmarés se encuentran, por ahora, el bronce en el Campeonato de Europa de Paratriatlón 2016, el campeonato del mundo 2016 y el Campeonato de Europa de Paratriatlón en Kitzbuhel en 2014, entre otros triunfos.

Pero su listado de logros no se circunscribe solo al ámbito deportivo. En la carrera de Medicina nunca le ha quedado ninguna asignatura y ha acabado con una nota media de 8,02. “Me acostaba tarde y me levantaba pronto y así año tras año”, relata con naturalidad. Para estudiar cuenta con unas gafas con lupa, otras con un dispositivo similar al de un telescopio para poder ver el proyector, un programa de ordenador para ampliar la letra y un flexo con luz especial. Cuando sale al exterior y hay sol o cambio de luz su visión se reduce porque en la calle no ve en tres dimensiones: “No ves bordillos, por ejemplo una farola, es una visión sin detalle, como una cámara de fotos con mala resolución en la que ves los colores y formas pero no los bordes bien definidos”. “Mi problema es de nacimiento, siempre ha sido así” señala, y precisa que ha hecho “el mismo esfuerzo” en la universidad que en el colegio y que el MIR “es otro reto más".

El próximo 1 de octubre llegará el momento de hacer frente a este nuevo desafío en la especialidad de medicina física y rehabilitación en el Hospital Clínico Universitario de Santiago, después de que le concedieran una prórroga por los Juegos. Para presentarse al examen, esta atleta viguesa abordó las 235 cuestiones de la prueba como si fuera un nuevo campeonato. “Tuve que ir en febrero a Madrid porque cuando necesitas adaptación tienes que hacer el examen en el Ministerio de Sanidad con la letra ampliada. Me lo planteé como si fuera una competición porque hay cosas que aprendes en el deporte que las puedas aplicar a otras situaciones. Iba con la tranquilidad que te da el deporte, que te permite sacar las cosas adelante de la mejor manera posible. La carrera no se acaba hasta que cruzas la línea de meta”, afirma. ¿Y qué le ha resultado más difícil? “Creo que la carrera y el MIR. En el deporte compito con gente que está en circunstancias parecidas a las mías, el otro mundo es un curso de 350 personas en el que eres la única que tiene mi situación. Cuando eres un caso diferente sí cuesta algo más”.

De Pekín a Río

Con los Juegos Paralímpicos de este año, Rodríguez pasa página completamente con respecto a los Juegos de Pekín de 2008, a los que intentó acudir en atletismo, pero en aquella ocasión había seis plazas y siete atletas, y fue ella la que se quedó fuera. A raíz de este contratiempo abandonó el deporte durante dos años. “Cuando me pasó, se me vino el mundo encima porque había enfocado mi vida por y para estar en Pekín. Ahora pienso que gracias a eso decidí estudiar medicina y cambié de deporte. He acabado en un deporte que me gusta más”, indica.

Historias como la suya suelen calificarse de “ejemplos de superación”, una etiqueta que a Rodríguez le agrada cuando se refiere a casos que muestran realidades distintas con personas que tienen “un problema de base” y que “han sabido sobreponerse a través del deporte”, pero no le gusta tanto cuando se emplea “en tono de lástima”. “Me enerva bastante, hay que dejarlo atrás y hasta que no se haga, nuestro deporte no se profesionalizará por completo”, reivindica.

En el futuro se ve trabajando en un hospital y ligada al mundo del deporte, quizá hasta participando en los Juegos de Tokio en 2020 -“no se sabe”, dice con cautela-. Sean cuales sean sus planes seguirá aplicando lo que su familia le enseñó: “Me dejaron claro que si quería conseguir algo, podía. No me pusieron limitaciones y me explicaron que tenía que ser a base de trabajo y esfuerzo. Mis padres me pusieron el listón alto y me exigieron bastante. Ahora lo agradezco, porque eso me ha hecho el carácter”. Y con ese mismo carácter se enfrenta al virus del Zika que ha abierto el debate sobre la conveniencia de que los atletas asistan a los Juegos en Río. “En ningún momento me he planteado no acudir”, aclara rotunda. ¿Alguien creía que un mosquito iba a pararla?

“Voy haciendo las cosas que quiero y no me paro a pensar si me cuestan o no”. Susana Rodríguez lleva aplicando este principio desde que era pequeña cuando empezó a ir al colegio y comenzó su aproximación al mundo del deporte a través de la natación, con cuatro años. Asegura que para conseguir sus objetivos sabe que tiene que esforzarse “más que los demás” y confiesa que, aunque los nuevos retos le dan “respeto”, siempre se enfrenta a ellos. Rodríguez tiene albinismo, ve entre un 5 y un 7% de lo que ve una persona sin problemas de visión y, a sus 28 años, es diplomada en Fisioterapia, licenciada en Medicina, acaba de aprobar el examen de MIR y ya tiene un pie en Río para participar en los Juegos Paralímpicos en septiembre.

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