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Álvaro Quirós o cuando un golfista paga el caro peaje de una mala decisión
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GANA UN TORNEO SEIS AÑOS DESPUÉS

Álvaro Quirós o cuando un golfista paga el caro peaje de una mala decisión

Álvaro Quirós, seis años más tarde, ha vuelto a levantar un trofeo. El golfista español tenía la esperanza de ser un top 10 mundial, pero ha debido variar su objetivo

Foto: Álvaro Quirós vuelve a ganar un trofeo seis años después. (Reuters)
Álvaro Quirós vuelve a ganar un trofeo seis años después. (Reuters)

Álvaro Quirós acaba de ganar el The Rocco Forte Open en Sicilia, un torneo del European Tour de bajo presupuesto, con una bolsa de premios de 1 millón de euros y, por tanto, sin la presencia de las grandes estrellas, pero que en la carrera del golfista andaluz va a suponer, ya ha supuesto, un suceso de vital importancia. Y es que hacía cinco años y 162 días que Quirós no ganaba en el circuito europeo, desde que lo hiciera en la laureada y prestigiosa Final de Dubai, en diciembre de 2011, el triunfo que hasta la fecha es precisamente su mayor logro como profesional. Y estamos hablando de un jugador que en apenas cinco años (2006-2011) había sumado la nada despreciable cifra de seis victorias, alcanzando el top-25 del ranking mundial. Además, en 2016 sus resultados no le habían llegado para mantener los derechos de juego en el circuito y, de hecho, en Sicilia estaba jugando con una invitación. Unos derechos que con este triunfo recupera automáticamente hasta diciembre de 2018.

Pocos meses antes de aquella victoria en Dubai, a finales del verano de 2011, Álvaro Quirós acometió la siempre ardua tarea de realizar algunos cambios técnicos. El plan que tenía el jugador de Guadiaro (Cádiz) era el de conseguir una mayor consistencia, alcanzar una depuración técnica tal que le ayudara a ser más regular, y para ello debía retocar, a su juicio, la naturalidad de su swing. Hasta ese momento, su juego potente (era uno de los mayores pegadores del mundo, si no el mayor) y exuberante se caracterizaba por la facilidad natural que tenía de hacer birdies, pero también, es cierto, por cierta irregularidad que en ocasiones le impedía ganar más torneos. Y él quería llegar a ser al menos un digno top ten mundial. Ese era el objetivo claro: afianzarse entre los mejores del mundo y luchar por los 'majors'.

Y llegó la tormenta perfecta

De entrada, comenzando muy poco a poco y de la mano de su entrenador de toda la vida, Pepín Rivero (que no las tenía todas consigo respecto a modificar la naturalidad del swing de su pupilo, todo hay que decirlo), los primeros retoques no fueron mal, hasta el punto incluso que ganó aquella Final de Dubai, lo que le llevó a afianzarse en sus planes. Y en aquel invierno de 2011-2012 se puso a ello con mayor determinación, dedicándole al entrenamiento más horas que nunca. El resultado de semejante esfuerzo, sin embargo, fue al principio un lento declinar de sus resultados y más adelante poco menos que una caída por el precipicio, porque además, al laberinto técnico en el que se iba metiendo, se le unió una grave lesión en la muñeca izquierda, por la que tuvo que pasar por el quirófano en el invierno de 2012-2013. Aquello era poco menos que la tormenta perfecta (hay jugadores de élite que han tardado años en recuperarse al ciento por ciento de una grave lesión de muñeca).

Los años 2013, 2014, 2015 y 2016 resultaron ser una auténtica pesadilla para el jugador andaluz, que no dejaba de perder posiciones en todos los rankings. Trató de recuperar su sello, la naturalidad de su juego que tanto éxito le había procurado, aquella seguridad en sí mismo y agresividad con los palos en la mano. Pero el retorno a la casilla de salida, por desgracia, no puede realizarse a gusto del consumidor: no existe un interruptor que apagar y encender para resetear y santas pascuas. El intrincado ovillo técnico que tenía en el cerebro no iba a deshacerse así como así.

Por el camino se habían quedado Pepín Rivero, también su sustituto, el entrenador inglés Brad Malone, que apenas estuvo unos meses trabando con él, porque realmente Quirós tampoco experimentaba ninguna mejora, y también distintos psicólogos a los que había contratado. A finales de 2016, por contra, encontraba en el argentino Hernán Rey, un exjugador y hoy profesor reputado, lo que a día de hoy ya se ha confirmado como una excelente colaboración. Desde que comenzaron a verse el plan quedó rápidamente trazado: había que recuperar tanto como fuera posible aquella naturalidad de su juego. Regresar, en efecto, a los orígenes. Al mismo tiempo, trabajaba junto a Pablo Pécora, psicólogo, el modo de recuperar la determinación y la confianza en el campo, aunque ambos trabajos, en realidad, se complementan y alimentan, deben ir en paralelo.

Volver a ganar después de tanto tiempo nunca es sencillo y mucho menos con semejante mochila a la espalda. Por eso, los últimos hoyos de este domingo pasado en el Verdura Golf Club fueron agónicos para el de Guadiaro. Salía líder en la última jornada con cinco golpes de ventaja y, tras un inicio de vuelta fulgurante (cuatro birdies en seis hoyos) ampliaba la renta a siete golpes, pero a lo largo de los últimos nueve hoyos comenzaron a aparecer los fantasmas, hasta el punto de descabalar su juego casi por completo. Tres bogeys y un doble bogey en la segunda mitad del recorrido siciliano dan buena fe de ello. Sin embargo, aún pudo embocar un putt tremendo desde tres metros en el último hoyo para salvar el par y forzar un desempate con el novato sudafricano Zander Lombard, que terminaba claudicando en el segundo hoyo de play off con un bogey.

Retomando el rumbo de una brillante carrera

La brillante carrera de Álvaro Quirós retoma el rumbo, porque a partir de hoy recupera su categoría en el European Tour y va a tener acceso, por ejemplo, a todos los torneos de las Rolex Series, los ocho torneos millonarios de nuevo cuño del circuito europeo, con bolsas de premios nunca inferiores a 7 millones de dólares, que además repartirán suculentos dividendos en puntos del ranking mundial. Es más, precisamente esta misma semana será uno más en el BMW PGA Championship de Wentworth, primer torneo de las citadas Rolex Series y al que no tenía acceso de ninguna de las maneras hace apenas unas horas...

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Las lecciones que ha aprendido en los últimos seis años son innumerables. La principal es que trastocar la esencia del juego propio supone un riesgo importante y que, por ello, las mejoras deben realizarse en cuestiones muy concretas y puntuales, puliendo más que serrando, paso a paso, sin pausa, pero sin prisa.

Álvaro Quirós acaba de ganar el The Rocco Forte Open en Sicilia, un torneo del European Tour de bajo presupuesto, con una bolsa de premios de 1 millón de euros y, por tanto, sin la presencia de las grandes estrellas, pero que en la carrera del golfista andaluz va a suponer, ya ha supuesto, un suceso de vital importancia. Y es que hacía cinco años y 162 días que Quirós no ganaba en el circuito europeo, desde que lo hiciera en la laureada y prestigiosa Final de Dubai, en diciembre de 2011, el triunfo que hasta la fecha es precisamente su mayor logro como profesional. Y estamos hablando de un jugador que en apenas cinco años (2006-2011) había sumado la nada despreciable cifra de seis victorias, alcanzando el top-25 del ranking mundial. Además, en 2016 sus resultados no le habían llegado para mantener los derechos de juego en el circuito y, de hecho, en Sicilia estaba jugando con una invitación. Unos derechos que con este triunfo recupera automáticamente hasta diciembre de 2018.

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