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El líder Sergio García tiene que luchar contra el vértigo del domingo en el Masters
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El líder Sergio García tiene que luchar contra el vértigo del domingo en el Masters

El jugador español es el único de todo el torneo que ha estado por debajo del par en todas las rondas que ha disputado. Llega con -6 empatado con Justin Rose, tiene, una vez más, una oportunidad

Foto: Sergio García, en la jornada de este sábado en Augusta. (Reuters)
Sergio García, en la jornada de este sábado en Augusta. (Reuters)

Sergio García se enfrenta de nuevo al destino de los 18 hoyos. Le ha pasado otras veces y, aunque es un excelente golfista, siempre ha perdido. Cuando de grandes se trata, al menos. El Masters de Augusta de 2017 vuelve a ser una oportunidad para él, una nueva vía para la reivindicación. Su carrera es magnífica, pero el aficionado casual no le perdonará nunca que en los días grandes fallase. "Un blando, no tiene carácter", parecen decir sus críticos. Bien, ahora tiene una nueva opción de demostrarlo.

En lo que no hay duda es en su juego. Su tarjeta marca 210 golpes (-6) y eso le hace ser líder de la competición junto a Justin Rose. Cuando termina la tercera jornada de un grande, el torneo que todos quieren, y eres líder, le estás diciendo algo al mundo. Que juegas bien, al menos como el mejor. En realidad, en eso hay pocas dudas. Sergio García ha tenido en su carrera altibajos, hay algunas temporadas en las que perdió un poco el toque, lo cual en el golf no deja de ser algo bastante común. Pero si se mira la película general, si se analiza su carrera, es evidente para cualquiera que ha estado entre los mejores, que el uso de los palos es buenísimo, como lo es en los grandes.

Le falta ganar un grande, y esto se repetirá una y otra vez hasta que, por fin, pase. Que bien puede ser este domingo. Tiene juego para hacerlo, y la última demostración de esto es que es el único jugador de este torneo que ha contado las tres jornadas con tarjetas bajo el par. Todos los demás han tenido, por lo menos, un día pedestre. García no, él se ha mostrado sólido en todo momento, desafiando el campo y dejándose por el camino muy pocos errores.

En esta tercera jornada no tuvo 'putts' espectaculares fuera de uno tremendo en el hoyo 5. Si hubiese estado un poco más afinado, solo un poco más, podría haber firmado una tarjeta aún mejor. Pero no hay reproche posible en realidad, Sergio García hizo su trabajo, muy sólido con solo dos fallos y cuatro hoyos por debajo de lo presupuestado para el campo.

No es Augusta su campo favorito, solo tiene tres finalizaciones entre los diez primeros y su mejor resultado es un cuarto puesto. Algo muy meritorio pero que está por debajo de lo conseguido en los otros grandes de la temporada. Nunca se debe olvidar que García tiene 22 finalizaciones en el top-10 de los grandes, que es una cifra muy estimable y, probablemente, el mayor legado goflístico del que puede presumir.

Foto: Jon Rahm y Sergio García se saludan en el Mundial Match Play. (EFE)

Augusta nunca fue su campo, pero este año lo está domando como los mejores jinetes. Ha aprendido a jugar con sus distancias, Sergio es un buen pegador. Está tirando calles y greenes con regularidad, está llegando en casi todas las ocasiones al final de cada hoyo con 'putts' sencillos para no complicarse. Está, en definitiva, jugando el mejor golf posible, el que tiene que buscar este domingo para ser campeón, para llevarse la chaqueta verde con la que todos los golfistas sueñan a diario.

La lucha de Sergio García es por ser el tercer español en ganar un grande. Su juego es para ello. Siendo de donde es, por supuesto, viaja con Seve Ballesteros en la cabeza. Es imposible concebir el golf en este país sin él, que es un ídolo internacional, un hombre que desafío las reglas. Y un genio que nació un 9 de abril. Estos días tanto el de Borriol como Rahm han escuchado como la prensa les recordaba la efeméride. El domingo, el día final, coincide con ese día.

El domingo es, tradicionalmente, el horror de Sergio García. Fueron muchas las veces en las que tembló el último día y no hay nada peor en el golf que eso. Porque en cuanto el palo vibra más de los necesario, cuando las manos dejan de ser recias y seguras, la pelota puede ir a cualquier parte menos a donde se quiere que viaje. Este puede ser uno más o puede ser el domingo definitivo, ese en el que se sacude los demonios y cierra la boca de todos aquellos que antes dijeron que no valía para tan alta empresa. Seve no pateará, no estará en el 'tee', no podrá dar consejos. Pero si piensa en él, en alguien que tuvo una fuerza imposible, que transmitía como pocos, probablemente verá mejor el camino para la gloria.

Jon Rahm bien, no excelente

Hay un problema en el deporte con las expectativas. Cuando son muy altas la decepción es siempre la probabilidad más alta. Es, prácticamente, una apuesta a la decepción. Bien, Jon Rahm está haciendo un excelente Masters de Augusta. Es la primera vez que juega en un campo complicadísimo, con trampas suficientes para volver locos a los novatos como él. Y, a pesar de eso, está jugando a un nivel altísimo. ¿Para ganar? es improbable, está a seis golpes de la cabeza, en el par del campo después de tres días y eso es demasiado déficit con mucho tiburón de por medio.

Es más probable el objetivo de estar entre los diez primeros, que lo tiene en la palma de la mano, puesto que terminó la tercera jornada undécimo en la tabla clasificatoria. Es excelente Rahm, tiene un juego que, cuando se le ve, da para pensar en los más altos objetivos. Ese 'swing' corto, los 'putts' recios, ese desparpajo increíble para rectificar los malos momentos. Le falta conocimiento del campo, un poco de experiencia. Tiene 22 años, si tuviese de eso sería un alien, no un tipo sensacional nacido en Barrika.

A Rahm le lastra en su tarjeta tener dos dobles 'bogey' uno el viernes, otro el sábado. En esos hoyos, objetivamente malos, tienen también un haz de luz: en ambos consiguió un 'birdie' en el siguiente año. Jugaba el partido con Fred Couples, un tipo que ganó el Masters en 1992, dos años antes de que Rahm naciera. Sirva el dato para recordar que hace no tanto que salió de la adolescencia, que poco menos que está empezando, que el desconocimiento, en él, se supone. Y tiene las agallas suficientes para, después de meter la pata, sacar el brillo a pasear. Huele a grande, sin duda. Pero no aún.

+1 en el día, como ya hiciera el jueves. El viernes tuvo su mejor día, soñando incluso con algo más. El domingo es duro, pero no es descartable que haga una vuelta soberbia ¿por qué? pues porque es muy bueno, tira muy largo, juega bien junto al 'green' y no es medroso con el 'putt'. El chaval es real, su talento es evidente. Y la experiencia de este Masters servirá, seguro, para los muchos que le quedan por venir.

Sergio García se enfrenta de nuevo al destino de los 18 hoyos. Le ha pasado otras veces y, aunque es un excelente golfista, siempre ha perdido. Cuando de grandes se trata, al menos. El Masters de Augusta de 2017 vuelve a ser una oportunidad para él, una nueva vía para la reivindicación. Su carrera es magnífica, pero el aficionado casual no le perdonará nunca que en los días grandes fallase. "Un blando, no tiene carácter", parecen decir sus críticos. Bien, ahora tiene una nueva opción de demostrarlo.

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