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A Rafa Cabrera Bello le toca vivir en Dubai un drama cruel
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triunfo final para Henrik Stenson

A Rafa Cabrera Bello le toca vivir en Dubai un drama cruel

Henrik Stenson (-16) se llevó el DP World Tour Championship, revalidando su triunfo del año pasado. Lejos finalizó Rafael Cabrera Bello (-11)

Foto: Cabrera Bello se quedó con la miel en los labios (EFE).
Cabrera Bello se quedó con la miel en los labios (EFE).

Henrik Stenson (-16) sellevóel DP World Tour Championshipy revalidósu triunfo del año pasado en esta misma Final de Dubai del circuito europeo. Lejos, demasiado lejos, finalizóRafael Cabrera Bello (-11), que le ha tocado vivir un drama terrible cuando había llegado al sprint final como líder en solitario.

El canario, en realidad, no ha estado tan lejos como pudiera parecer. Primero, porque entró bien en la ronda, manteniendo a raya a Stenson cuando amagó con irse en el primer tercio de la vuelta, superándolo después en prestaciones y calidad de juego (hoyos 8, 9, 10 y 11) y conquistando incluso el liderato en solitario cuando el sueco cometió su primer error grave (bola fuera de límites de salida y doble bogey en el 12). No obstante, en ese hoyo 12 Rafa también fallaba el segundo tiro desde el centro de la calle y luego un putt corto para salvar el par. A partir de entonces ya no volvió a patear con la misma soltura.

Mirando a los partidos que marchaban por delante, con buena parte de la plana mayor del golf mundial tratando de meter presión, la situación nunca resultó excesivamente agobiante hasta los últimos cinco hoyos. McIlroy (-14), Rose (-14) y Dubuisson (-14) avanzaban hacia la cabeza, pero sin llegar a apretar la soga como ellos quisieran antes de llegar al último tercio de la vuelta. Evidentemente, en ese punto de la jornada, esos últimos hoyos del torneo, a Cabrera Bello le faltó un cambio de marcha postrero, un golpe de autoridad.

Dosdobles bogeys en los hoyos 16 y 17terminaron con sus aspiraciones de una forma violenta y dramática. Así es el deporte, ya se sabe. Puestos a analizar con lupa, la clave estuvo por supuesto en el 16. Salida con un drive largo pero quecazó uno de los bunkersque protegen el centro de esta calle. Un segundo tiro muy deficiente desde la arena que casi lleva la bola al agua, aunque finalmente se salvó de mojarse. Un tercer tiro enmuy mala posición, al borde de una ría, con la bola metida en hierba espesa, en el que se jugó los bigotes buscando una bandera que aguardaba en una delicada esquina del green, con agua defendiéndola por todo el flanco derecho y por detrás...

Después del error en el segundo tiro tocaba afrontar una delicada decisión que podía marcar la vuelta y su torneo: una vez que me he librado del agua de milagro, me la puedo jugar con el tercer tiro buscando todavía el par, o puedo intentar un disparo más conservador apuntando a la izquierda, donde no hay agua, pensando en salvar después un buen bogey...

Rafa eligió la primera opción, la bola salió demasiado suelta y se fue al agua por detrás. A la desesperada fue valiente y lo pagó caro. ¿Debió mantener la cabeza más fría? Es muy sencillo decirlo. Hace dos años, cuando ganó el Dubai Desert Classic, se la jugó también a la desesperada precisamente en el hoyo 16 del domingo (en otro campo, el Emirates), apuntando a un hueco imposible que atisbó entre las ramas después de mandar la bola de salida debajo de los árboles... Aquella vez funcionó. Consiguió salvar el par y luego remató el triunfo.

El debate acerca de la conveniencia o no de tomar una u otra decisión podría eternizarse. La única realidad indiscutible es que cuando cometes errores graves (nadie está libre) comienzas a caminar por un fino alambre que te pone en situaciones delicadísimas de cara o cruz.

Después, casi podría decirse que el error del 17 (par 3 con green en isla, y de nuevo al agua) no es 'imputable'. Stenson ya había olido la sangre y se la jugó tirando directo a una bandera peligrosísima, dejando dado el birdie. Para eso es Henrik Stenson, número 2 del mundo desde este momento. Acto seguido, a Rafa no le quedaba más remedio que buscar el mismo tiro, si es que todavía aspiraba a ganar el torneo. En ese instante podía haber mirado la pizarra, hacer cálculos, pensar en el cheque final y haber jugado mucho más conservador. Pero aún buscó el triunfo y, desde luego, esta sí es una actitud irreprochable, se mire por donde se mire. Para colmo, su disparo fue igual de certero y prácticamente igual de bueno que el del sueco, pero la bola botó dos palmos antes y terminó rodando ladera abajo hasta el agua.

Un abrupto y triste final, sí. Pero queda la esperanza de asistir todavía a la inexorable evolución de este jugador español, que de un tiempo a esta parte no deja pasar un año sin ponerse mirando de cara alguno de los grandes torneos. Queda también el consuelo de mantener vivo en la retina ese swing pleno de ritmo que antes o después debe darle mayores réditos en las grandes citas.

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