Shibasaki: de poner contra las cuerdas al Madrid en Tokio a su vía crucis en Tenerife

Aterrizó acompañado de flashes y una expectación que agitó la Isla: el ganador del Balón de Bronce del pasado Mundialito y autor de dos goles en la pasada final ante el Real Madrid, el japonés Gaku Shibasaki, fichaba como jugador del Tenerife. Han pasado dos semanas y sólo ha entrenado en una ocasión con sus compañeros por culpa de una gastroenteritis que le ha hecho perder hasta seis kilos. Con 24 años y de carácter tímido, el club debió salir al paso hace unos días sobre una información que apuntaba a un huida repentina del mediapunta de vuelta a casa... Shibasaki sigue sin dar señales de vida -este martes tampoco ha entrenado-, pero está en Tenerife y se espera que vista de corto esta semana aunque antes "debe ser valorado por especialistas para descartar síndrome ansioso, que podría haber generado una patología psicosomática", tal y como informó este lunes el club blanquiazul.

Seis medios de comunicación japoneses cubrieron la llegada, el 31 de enero, de Shibasaki a Tenerife. En total fue medio centenar de redactores los que se agolparon en la sede de Turismo de Tenerife -patrocinador principal del equipo- para cubrir su presentación. El revuelo recordó a aquellos fichajes mediáticos de hace dos décadas, aunque los días posteriores no han sido tan idílicos como se esperaba.

Sin una gota de castellano ni de inglés, la mayor compañía del joven nipón durante estos días ha sido un traductor al que acaba de conocer, un hecho que no ayuda a una personalidad introvertida y golpeada por un tremendo choque cultural. Entrenó con normalidad con sus nuevos compañeros al poner pie en tierra y, a continuación y como guiño hacia el ex del Kashima, el club le llevó a un restaurante japonés. De poco sirvió para amortiguar el cambio 'cultural'.

El manager de la selección de Japón, en Tenerife

Recluido en su hotel Silken Atlántida de Santa Cruz, este lunes llegaron sus representante -Manel Ferrer y Roberto Tukuda- este último procedente de Tokio para tratar de ayudarle en su adaptación a la vida occidental de España, Canarias y Tenerife. También está en la Isla el manager general de la selección de Japón (cita acordada cuando se le fichó) Naoki Tsumura, algo que le habrá venido bien a su pupilo. Gaku es propiedad del conjunto canario hasta final de temporada (renovaría si el club asciende a Primera) y es la primera vez que cambia de club y país. Hasta este lunes permanecía 'solo' y con un único hilo de comunicación: el traductor.

En el césped, el futbolista de Aomori ha llegado en plena pretemporada para su cuerpo con lo que pasará un tiempo hasta que José Luis Martí pueda contar con quien pusiera contra las cuerdas al Madrid de Zidane hace poco menos de dos meses en la final del Mundial de Clubes. Primero ha de ganar su batalla psicológica y/o intestinal, luego ponerse a tono físicamente y, por último, convencer al técnico balear para alinearle sobre el terreno de juego. “Quería mejorar mi juego y cambiar de ambiente. Aquí está la mejor liga del mundo y, aunque es Segunda, es una competición muy dura y con un nivel muy alto. Lo que quería desde siempre era venir a España”, reconoció cuando fue presentado.

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De momento, la experiencia en su país objeto de deseo no está siendo la mejor posible y de la gloria vivida en Tokio ha pasado a un particular calvario. El internacional japonés vive otra cara del fútbol -más humana-, de la que no se escapa con autógrafos, contratos o focos de televisión, sino con pases, carreras y goles.