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La favela pacificada Santa Marta celebra su cambio de cara en la apertura del Mundial
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LA VICTORIA DE BRASIL, DESDE DENTRO DEL PUEBLO

La favela pacificada Santa Marta celebra su cambio de cara en la apertura del Mundial

“Tranquila, ahora Brasil va a meter un gol, qué digo, va a meter tres. Te lo digo yo”. Palabra de Gilson ‘Fumaça’, guía de la primera favela pacificada de Rio

Foto: Santa Marta es una de las zonas pacificadas en los últimos años, pasando de ser zonas conflictivas a atracción turística.
Santa Marta es una de las zonas pacificadas en los últimos años, pasando de ser zonas conflictivas a atracción turística.

“Tranquila, ahora Brasil va a meter un gol, qué digo, dos goles. Que no, que va a meter tres. Te lo digo yo”. Palabra de Gilson ‘Fumaça’, guía turístico y empresario cultural de Santa Marta, la primera favela pacificada de Rio de Janeiro. Es el minuto 12 del partido de apertura del Mundial de Fútbol y en el Bar Tota, situado en la ladera que da acceso a la favela, una multitud de moradores asisten con desesperación en la pantalla gigante al primer gol que Croacia mete a Brasil, a los pocos minutos de arrancar el partido.

Tres cámaras registran la escena con esmero. Las agencias internacionales Associated Press y Reuters, y el canal de televisión Fox Argentina quieren mostrar cómo se vive el partido inaugural en la favela que recibió la primera Unidad de la Policía Pacificadora (UPP) en diciembre de 2008.

Y es que el famoso proceso de pacificación comenzó precisamente aquí, en Santa Marta, una favela ubicada en el elegante barrio de Botafogo, en la zona sul de Rio de Janeiro. En 1996 Michael Jackson la escogió para grabar el videoclip ‘They don’t care about us’ y desde entonces su imagen se volvió mundialmente famosa.


Hasta el inicio de la pacificación, la favela fue controlada por narcotraficantes del temido ‘Comando Vermelho’, la banda criminal más potente de la Cidade Maravilhosa. Sus jefes autorizaron grabación del famoso videoclip del ‘rey del pop’ y se encargaron de su seguridad durante todo el proceso.

Pero esto ya es historia, porque desde la instalación de la primera UPP, no se ha vuelto a oír un solo tiro en esta comunidad, en la que viven 6.000 personas, según los propios habitantes, o 4.000, según el censo oficial. El experimento sirvió para dar alas a un proyecto que hasta hoy ha permitido ‘pacificar’, eso sí, a golpe de fusil, medio centenar de favelas, aunque no todas con tanto éxito. Los tiroteos son casi diarios en el Complexo do Alemão y en la Rocinha, donde la resistencia organizada y armada del narcotráfico se ha intensificado en el último año.

Santa Marta, sin embargo, se mantiene firme en el cambio, a pesar de haber sido una de las favelas más violentas de Rio de Janeiro. Fue aquí donde reinó Marcinho VP, el narco iluminado, lector ávido y pensador, amigo del famoso cineasta João Moreira Salles, hasta que fue asesinado en la cárcel de Bangú en 2003.

Desde 2011, esta favela se ha convertido en un punto turístico oficial gracias a un proyecto de turismo sostenible diseñado por Mónica Rodrigues, antropóloga e periodista. Ella se empeñó en formar a un grupo de moradores para que aprendiesen la profesión y contasen la historia de su comunidad desde dentro, huyendo de esta forma de los ‘tours de la miseria’ que hasta aquel momento ofrecían guías tradicionales en la Rocinha.

En 2013, la favela recibía la visita de unos 10.000 turistas de media al año, mucho de ellos cariocas deseosos de conocer el estilo de vida en los morros que hasta la ‘pacificación’ representaban un territorio prohibido para las personas del ‘asfalto’. Con el inicio del Mundial, la presencia de turistas ha aumentado.

Visitas de los propios cariocas

Gilson Fumaça les recibe incluso en su casa, donde el pasado mes de marzo ha montado el primer hostal de la comunidad. Durante todo el Mundial, 10 argentinos que trabajan para una ONG se hospedarán en su casa, ubicada a la altura de la cuarta estación del funicular, es decir, a 550 escalones de la calle. Desde su terraza, se aprecia el panorama privilegiado de la playa de Ipanema, la Lagoa y el Pão de Açúcar, el principal atractivo turístico de la ciudad. “El invierno pasado se cayó un árbol enorme que tapaba la vista al Pão de Açúcar. Destrozó la casa de abajo, pero milagrosamente no hirió a nadie. Yo, en cambio, he ganado unas vistas espectaculares”, cuenta Gilson.

En el minuto 29 del partido, Neymar mete un gol que devuelve la esperanza a los moradores de Santa Marta, quienes se abrazan y saltan de alegría. A lo lejos se oyen unos petardos. Hace tan sólo cinco años, ese ruido habría causado el pánico entre los presentes, porque se habría tratado de tiros. Pero las cosas han cambiado tanto que nadie se inmuta ante la ráfaga de pequeños explosivos.

“¿Te lo había dicho o no te lo había dicho? Vamos a ganar, lo tengo clarísimo”, asegura Gilson con orgullo, ataviado en una camiseta de la canarinha personalizada con su nombre. La cerveza corre a raudales en la terraza del Bar Tota. Y la alegría también. Una vez alcanzado el holgado 1-1, los rasgos de los espectadores se relajan y vuelve el optimismo.

Llega el intervalo y aprovechamos para visitar, unos cuantos escalones más arriba, la terraza de Salete Martins, otra guía de Santa Marta, que también participó en el programa turístico pionero, llamado Rio Top Tour. Un buffet organizado con esmero por su hija Sara, que hoy cumple 18 años, agasaja al grupo de periodistas y cámaras argentinos, que están rodando un documental en la favela.

La decoración no puede ser más adecuada: el verde y el amarillo predominan en la terraza, de la que se puede apreciar de lejos a un Cristo Redentor también decorado con los colores de la bandera brasileña. Los salgadinhos son acompañados por una caipirinha casera de la que se encarga Andreia, una artesana que el pasado mes de abril abrió la primera tienda de souvenirs de la favela en la terraza de Michael Jackson, el punto turístico donde una estatua a tamaño natural del cantante recuerda su paso por Santa Marta.

El turismo les ha cambiado la vida

En la terraza de al lado otra familia asiste al partido junto a un grupo de amigos. Un delgado muro separa los dos espacios, pero es tan bajo que casi parece que están todos juntos. Cuanto en el minuto 69 Neymar acierta el penalti, un único grito de felicidad se produce en ambas terrazas, elevándose hasta el Corcovado que protege desde lo alto el morro de Santa Marta.

Ya con el tercer gol de Oscar, en el minuto 90, el ambiente es de éxtasis. Una vez más, Brasil no ha defraudado, su primera victoria ha sido contundente y los moradores de esta favela lo celebran por todo lo alto. Salete no se separa de su peluca verde y amarilla. “Estoy trabajando muchísimo estos días, no he parado ni un segundo”, asegura. Desde que abrazó esta profesión, ha mostrado su comunidad a personajes ilustres, como el presidente de Alemania o el embajador de Italia, y a viajeros anónimos procedentes de todo el mundo.

Ama lo que hace. El turismo ha cambiado por completo su vida. Antes tenía un pequeño puesto de venta de comida rápida. Ahora se ha convertido en una pequeña empresaria y trabaja junto a su marido José Carlos y su cuñado Elias en lo que más le gusta.

El año pasado, tanto ella como Gilson participaron en un proyecto de fotografía participativa, cuyo objetivo era mostrar los efectos de la pacificación a través de la mirada de los propios moradores. La exposición ‘Historias de la pacificación’ se inauguró en diciembre de 2013 en la Casa de América de Madrid con el apoyo de la Embajada de Brasil, que invitó a Gilson Fumaça para que pasase unos días en la capital española. Para él fue una experiencia inolvidable, que le brindó la posibilidad de contar en primera persona cómo es el día a día en una favela pacificada.

Hoy la exposición ha vuelto a la Casa de Brasil de Madrid, tras su paso por Salamanca, donde permanecerá durante el mes del Mundial. La voz de la primera favela pacificada ha llegado hasta España de la mano de la fotografía. Y Salete y Gilson se han convertido en viejos conocidos para unos alumnos de portugués que jamás subieron los callejones de esta favela, donde la canalización al aire libre recuerda que todavía queda mucho por hacer para que la favela sea un barrio y sus moradores, unos ciudadanos con los mismos derechos del ‘asfalto’.

“Tranquila, ahora Brasil va a meter un gol, qué digo, dos goles. Que no, que va a meter tres. Te lo digo yo”. Palabra de Gilson ‘Fumaça’, guía turístico y empresario cultural de Santa Marta, la primera favela pacificada de Rio de Janeiro. Es el minuto 12 del partido de apertura del Mundial de Fútbol y en el Bar Tota, situado en la ladera que da acceso a la favela, una multitud de moradores asisten con desesperación en la pantalla gigante al primer gol que Croacia mete a Brasil, a los pocos minutos de arrancar el partido.

Neymar
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