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Ramos, el antídoto contra cualquier mal
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doblete del capitán para calmar al bernabéu

Ramos, el antídoto contra cualquier mal

El estadio blanco estaba muy nervioso, a las primeras de cambio empezó a pitar, como si la racha recién rota nunca hubiera ocurrido y solo los dos goles del andaluz le calmaron un poco los ánimos

Foto: Esta ya es la Liga más goleadora de Ramos (Javier Barbancho/Reuters).
Esta ya es la Liga más goleadora de Ramos (Javier Barbancho/Reuters).

Algunos dicen que el estadio más duro de España se encuentra en Valencia. No les faltará razón a los que lo crean, pues Mestalla ha quemado a tantos entrenadores, incluso aquellos que han triunfado con los números en la mano, que podíamos creer que es directamente un horno de dimensiones colosales. Pero no es el único campo donde el odio rezuma en cualquier instante. Hablemos del Bernabéu. No muchos lugares en el mundo del fútbol acompañan tanto a un equipo en la búsqueda de la épica y la gloria, y pocos también olvidan con más rapidez la felicidad lograda, por muy maravillosa y reciente que haya sido. El público madridista es sabio, pero también exigente hasta el extremo de pitar a sus jugadores después de que no les dieran ni una tristeza en nueve meses. Ni siquiera cuando les dan otra pequeña alegría tras dos batacazos.

Foto: Zidane se ha encontrado con una racha negativa que no esperaba (Juan Medina/Reuters).

El Madrid no jugó bien contra el Málaga, pero a veces para recuperar el pensamiento positivo es necesario dar un pequeño pasito hacia delante, en vez de volver a echarse raudo a la carrera. Sumó tres puntos, se proclamó campeón de invierno (una rareza para la entidad blanca, que solo lo ha logrado cuatro veces en los últimos quince campeonatos) y comienza a pensar en visitar Balaídos con una perspectiva algo más optimista. Para acudir a un reto mayúsculo como será remontar esa eliminatoria, qué mejor que llegar con una sonrisa en la cara, aunque solo sea una pequeña mueca, que muestre felicidad y algo de confianza.

Algo, sí, porque tampoco mucha. Al Málaga del Gato Romero le ganó con dos goles de cabeza en jugadas a balón parado. Sí, los dos del capitán. Y sí, uno de ellos en fuera de juego (a Van Basten no le gusta esto). Y cuesta decir que mereció este triunfo. Claro que el Madrid tuvo más el balón, no podía pasar lo contrario en ningún caso, y claro que estuvo más tiempo en la mitad de cancha andaluza, pero no fue el mejor equipo sobre el campo. No siempre el que manda en el marcador ni el que más pelota toca es el que se debe ganar los elogios.

Al Málaga no le están saliendo bien las cosas este año, o al menos no tan bien como algunos podían esperarse en La Rosaleda. Cuando se encontraban a una distancia más que prudencial de los puestos de descenso, lugares estos a evitar como objetivo prioritario de la entidad, nadie estaba contento con la labor realizada por Juande Ramos. Se oía hablar del Málaga, de lo mal que iba, de la sensación de poca cosa que transmitía sus partidos y uno miraba la tabla y lo encontraba en un lugar comodísimo. Pero nada, todo iba fatal. No es una plantilla que sueñe con jugar en Europa, pero sí que el ahora entrenador y exdefensa malaguista cuenta con una alineación más que competitiva para salvarse y hacer disfrutar a su respetable. Se fueron de vacío del Bernabéu, pero muchos blanquiazules regresarían a casa contentos.

Cada combinación rápida malagueña transmitía una sensación de peligro que en ningún momento pudo acumular el Madrid. A cada acción de ataque del Chory Castro, Peñaranda o Juanpi tenía que responder Keylor Navas, o el palo, o alguna aparición milagrosa de Sergio Ramos, Varane o Nacho. Si por algo se había caracterizado este Madrid imbatible era por su seguridad defensiva, sobre todo en este comienzo de 2017, pero la velocidad de circulación de la pelota entre las piernas de los jugadores del Málaga hizo que sufriera sobremanera, como no le pasó ni contra el Sevilla ni contra el Celta. Hubo momentos de enorme agobio, especialmente con el marcador sin estrenar y cuando la diferencia volvió a ser de solo un tanto. El Bernabéu se impacientaba, los madridistas se tensaban y el Málaga apretaba.

Foto: Sergio Ramos se dirige desafiante a una parte de la afición del Sevilla tras marcar en partido de Copa (Reuters)

Quién sabe cómo habría reaccionado el estadio si se hubiera producido el empate. Antes de que eso sucediese, la grada ya había silbado a Cristiano y Benzema, además de en otras ocasiones donde el juego del equipo no satisfacía las necesidades del público, que solo se puso contento (y mucho) con los goles de Sergio Ramos. Un capitán debe ejercer en cualquier situación, ya sea en conversaciones con la directiva, en dar ejemplo, en ser el que más se esfuerza en el campo. Ramos hace muchas cosas, pero sobre todo aparece cuando más lo necesita su equipo. Eso que solía hacer Cristiano Ronaldo y que ahora solo hace una vez al mes, como mucho. El primer remate de cabeza no puede ser más académico y lucir una mayor estética. El segundo es de un jugador que lo remata todo. Sus tantos han servido en incontables ocasiones ya como antídoto a cualquier mal del Madrid, del Real Ramos. Esta vez sirven para minimizar la primera crisis de la era Zidane.

En ese ambiente tan caldeado, en el que el recuerdo de los 40 partidos sin perder brillaba por su ausencia, Zidane no quiso exponer al jugador más señalado por la afición. Otra vez. Defendió a Danilo en rueda de prensa, dijo que confiaba en él absolutamente, pero en cuanto ha tenido la oportunidad de darle la titularidad por la baja de Carvajal, el francés ha optado por reubicar a Nacho en el lateral derecho. Y ni siquiera con la lesión de Marcelo optó por hacer jugar al ex del Porto. No. Sacó a Isco y puso a Lucas Vázquez como lateral muy largo. Danilo estaba en el banquillo, lejos de los pitos de la gente, lejos del foco de presión que habría tenido con cada acción, cada pequeño detalle no muy acertado. Zidane lo oculta, como al patito feo, como ya hizo después del despropósito de Wolfsburgo. Como si estuviera en la guardería.

Ficha técnica

2 - Real Madrid: Keylor Navas; Nacho, Varane, Sergio Ramos, Marcelo (Isco, m.25); Casemiro, Kroos, Modric (Kovacic, m.78); Lucas Vázquez, Cristiano Ronaldo y Benzema (Morata, m.82).

1 - Málaga: Kameni; Rosales, Luis Muñoz, Mikel, Juankar (Demichelis, m.73); Camacho, Recio, Fornals, Juanpi; Chory Castro (Jony, m.67) y Peñaranda (Santos, m.78).

Goles: 1-0, m.35: Sergio Ramos. 2-0, m.41: Sergio Ramos. 2-1, m.63: Juanpi.

Árbitro: Jesús Gil Manzano (Comité extremeño). Amonestó a Casemiro (37) por el Real Madrid; y a Juankar (39), a Camacho (78) y Santos (85) por el Málaga.

Incidencias: encuentro correspondiente a la decimonovena jornada de LaLiga Santander, disputado en el estadio Santiago Bernabéu ante la presencia de 72.687 espectadores.

Algunos dicen que el estadio más duro de España se encuentra en Valencia. No les faltará razón a los que lo crean, pues Mestalla ha quemado a tantos entrenadores, incluso aquellos que han triunfado con los números en la mano, que podíamos creer que es directamente un horno de dimensiones colosales. Pero no es el único campo donde el odio rezuma en cualquier instante. Hablemos del Bernabéu. No muchos lugares en el mundo del fútbol acompañan tanto a un equipo en la búsqueda de la épica y la gloria, y pocos también olvidan con más rapidez la felicidad lograda, por muy maravillosa y reciente que haya sido. El público madridista es sabio, pero también exigente hasta el extremo de pitar a sus jugadores después de que no les dieran ni una tristeza en nueve meses. Ni siquiera cuando les dan otra pequeña alegría tras dos batacazos.

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