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Atlético, un viejo amigo viene a verte

Quique Setién regresa por primera vez al Calderón como entrenador para enfrentarse al Atlético de Madrid, en el que dio el salto a un grande y del que salió escaldado por su relación con Gil

Foto: Quique Setién conversa con Jonathan Viera en Mestalla (Manuel Bruque/EFE).
Quique Setién conversa con Jonathan Viera en Mestalla (Manuel Bruque/EFE).

Al Atlético le pasa algo que nadie sabe a ciencia cierta diagnosticar. Ha ganado solo uno de los últimos cinco partidos de Liga, algo que no se había visto nunca desde que está Simeone al mando del equipo rojiblanco. Con la lucha por el título ya perdida y la moral hundida en las profundidades, el club sueña ahora mismo con el reencuentro consigo mismo, con sus raíces. Si algo hizo que el Atlético de Simeone obtuviese tantos réditos en tan poco tiempo fue, precisamente, su fiabilidad. Era como el Renault de Fernando Alonso: no era el mejor coche de la parrilla, ni de lejos, pero nunca se estropeaba, y de esa manera le podía ganar a los Ferrari y los McLaren. En una época oscura, el Atleti recibe en el Calderón a uno de los futbolistas que sufrió las consecuencias más graves de la llegada de Jesús Gil a la presidencia.

Foto: Simeone da instrucciones durante el partido que disputaron Villarreal y Atlético de Madrid en El Madrigal. (EFE)

En 1988, el Atleti estaba instalado en una crisis deportiva perenne. Por entonces, la liga no era una pelea global, sino que había que pelearse por las migajas que se dejaba la Quinta del Buitre. Y aunque el Atleti luchaba por los puestos europeos, Gil no estaba contento. Se cargó a César Luis Menotti y le dio el equipo a un mito colchonero como José Ufarte, que esperaba su oportunidad pacientemente en la cantera. Esa oportunidad le duró tres partidos. Gil se lo cargó después de perder en El Sadar contra Osasuna. Ese hecho fue lo que provocó que parte de la plantilla se revelase contra el nuevo presidente, el cual encontró en Quique Setién a la cabeza de turco que cortar.

Quique ha sido toda la vida un hombre sincero, directo y con las ideas enormemente claras, y en aquel momento convulso, salió a defender al entrenador y, en el fondo, al club que representaba con orgullo. “Estoy decepcionado con el presidente con, Maguregui y con todos los jugadores que no somos capaces de decir lo que pensamos sobre la actual situación. No tenemos narices. Es triste lo que le ocurre a este club histórico. Lo que ha hecho Ufarte me demuestra que es un hombre honrado. No estaba dispueto a dejarse avasallar y ha hecho muy bien a no aceptar las condiciones que le imponían. Me ha demostrado su gran calidad humana. Todos los jugadores, o al menos la mayoría, tenemos claro que a igualdad de condiciones económicas, aceptaríamos gustosos marcharnos de aquí", dijo el cántabro en declaraciones recogidas entonces por 'Mundo Deportivo'.

Aquella fue la llama que avivó una pequeña revolución dentro del vestuario atlético, contrarios a la decisión y, sobre todo, a las formas de actuar de Jesús Gil. Julio Salinas, por ejemplo, secundó a Setién. "Es inadmisible lo que han hecho con Ufarte; que además ha defendido a muerte a la plantilla. No voy a juzgar las razones, pero Ufarte estaba realizando un gran trabajo". Los jugadores finalmente se unieron e hicieron llegar una nota al presidente. "Me parece muy bien esa nota. Cada uno puede hacer lo que quiera. Aquí hay libertad de expresión (...) En mayo explicaré por qué se ha hecho tan mala temporada. Cada uno tendrá que aguantar con lo que le toque y cada palo, su vela", respondió Gil.

"No sé por qué hablan de proteger a Setién. Yo no he hablado con nadie, no he echado a ningún jugador. Otra cosa es que algunos sepan que conmigo no tienen futuro en este club y se estén poniendo la venda antes de sufrir la herida (...) Los que no han trabajado a satisfacción este año se marcharán y punto. La afición ya sabe quién ha luchado por estos colores y quién ha estado de vacaciones", dijo Gil sobre la rebeldía de su jugador.

Setién estaba sentenciado, pero Maguregui, el técnico que sustituyó a Ufarte y que no podía entrenar legalmente al haber dirigido esa misma temporada al Celta de Vigo (un caso similar por el que Marcelino no pudo entrenar al Valencia esta campaña), siguió contando con él hasta los úlitmos partidos. El Atlético acabó la temporada de manera honrosa, siendo tercero por detrás del Real Madrid y la Real Sociedad y se clasificó para la Copa de la UEFA del año siguiente. Setién se despidió del Calderón para marcharse a Las Gaunas. Jugó muchas veces más contra el Atleti, pero nunca se había enfrentado a ellos como entrenador.

La carrera como técnico del santanderino ha sido en cierta manera extraña. Tras retirarse en el Levante en 1996, regresó al fútbol, cuando su Racing lo reclamó en Segunda División en la temporada 2001-02 como director deportivo, pero pronto pasó al banquillo, logrando el ascenso a Primera precisamente contra el Atlético de Madrid en el Sardinero. Dirigió después un tiempo al Polideportivo Ejido, donde fue destituido. En 2006, tuvo una rarísima experiencia con Guinea Ecuatorial, a la que nunca llegó a dirigir. En 2007 lo llamó el Logroñés, pero también fracasó y fue despedido. Tuvo que ser en Lugo donde encontrara su lugar.

En el Anxo Carro disfrutó de cinco años de felicidad futbolística. Setién es de esos hombres de fútbol que prefieren disfrutar en el lugar donde están a gusto, que arriesgarse a una aventura de perfil superior. Ascendió a los gallegos a Segunda División y se mantuvo fiel pese a que recibiera numerosas ofertas de equipos importantes, como el Rayo Vallecano. Quería, y quiere, desplegar un fútbol atractivo, demostrando que se puede jugar bien en la categoría de plata. Y ese perfil de entrenador que prefiere la calidad a la cantidad hizo que encajara de maravilla en la Unión Deportiva Las Palmas. Llegó a Primera con 57 años (ahora tiene 58), una edad a la que debía haber estado ya consolidado en la élite. Le costó, pero por fin está ahí, jugando a lo que desea, con un perfil de jugadores que entienden su filosofía. Y ahora vuelve a casa, al Calderón, donde, quién sabe, podría acabar de hundir la autoestima del Cholo.

Ficha técnica

Atlético de Madrid: Moyá; Vrsaljko, Savic, Godín, Lucas; Saúl, Gabi, Koke; Griezmann, Gameiro y Carrasco.

Las Palmas: Javi Varas; Míchel Macedo, Lemos, Bigas, Dani Castellano; Roque Mesa; Tana, Vicente Gómez, Jonathan Viera, El Zhar; Livaja.

Árbitro: Mario Melero (C. Andaluz).

Estadio: Vicente Calderón.

Hora: 16.15.

Al Atlético le pasa algo que nadie sabe a ciencia cierta diagnosticar. Ha ganado solo uno de los últimos cinco partidos de Liga, algo que no se había visto nunca desde que está Simeone al mando del equipo rojiblanco. Con la lucha por el título ya perdida y la moral hundida en las profundidades, el club sueña ahora mismo con el reencuentro consigo mismo, con sus raíces. Si algo hizo que el Atlético de Simeone obtuviese tantos réditos en tan poco tiempo fue, precisamente, su fiabilidad. Era como el Renault de Fernando Alonso: no era el mejor coche de la parrilla, ni de lejos, pero nunca se estropeaba, y de esa manera le podía ganar a los Ferrari y los McLaren. En una época oscura, el Atleti recibe en el Calderón a uno de los futbolistas que sufrió las consecuencias más graves de la llegada de Jesús Gil a la presidencia.

Diego Simeone Jesús Gil
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