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Morata ejerce otra vez de salvador, el papel que ya no interpreta Cristiano
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el punta da tres puntos ante un gran athletic

Morata ejerce otra vez de salvador, el papel que ya no interpreta Cristiano

El Madrid se adelantó pronto, pero la descompensación del equipo dio vida a los rojiblancos, que tuvieron varias ocasiones para ganar, aunque los revulsivos de siempre actuaron de nuevo

Foto: Morata desató la locura una vez más. (Zipi/EFE)
Morata desató la locura una vez más. (Zipi/EFE)

Volverán a llamarlo épica los que no hayan entendido nada. No es épica, es insistencia. El Madrid ganó al Athletic con un gol a falta de siete minutos para el final del partido, pero el momento en el que marcó el tanto del triunfo resulta circunstancial y en absoluto relevante. Lo que supone es que el rival tenga poco tiempo para la reacción, pero pudo llegar antes o después. Los blancos jugaron a base de la aglomeración de elementos en torno a la portería contraria y al intento constante de marcar, pero sin un camino previamente estudiado que recorrer. Si conoces el camino, llegarás más rápido. Pero el Madrid no tiene un GPS que le indique los atajos, sino que va a ciegas a ver si atina.

Morata copará las portadas de los periódicos y abrirá informativos radiofónicos y telefónicos. El canterano se lo gana. Es el segundo gol que marca este año que supone tres puntos y una consiguiente explosión de jolgorio en el Bernabéu. Él las provoca a conciencia. Ha vuelto al Madrid para aprovechar, por ahora al menos, estos minutos de calidad, que diría Simeone, al máximo y, con ellos, obligar a Zidane a convertirlo en su referencia ofensiva. En su simple presencia en el campo se aprecian el nerviosismo y la pasión que en otros instantes, cuando no está él, se echan en falta en sus compañeros. Morata, pese a su cara de incesante pesar y desazón, es puro empuje. Derrocha ganas e ilusión, que además de la calidad son virtudes que ayudan al jugador a ser mejor.

Foto: Cristiano es aplaudido por Bale, tras marcar al Dortmund en la Liga de Campeones. (REUTERS) Opinión

Esa ambición manifiesta que comparte con Lucas Vázquez no rezuma precisamente de los poros de Cristiano Ronaldo, el antagonista en una historia con final feliz, algo imposible de interpretar al ver los gestos del portugués cuando se confirmó que ganó su equipo. Cuarto partido de manera consecutiva que Cristiano no marca en casa. El '7' siempre siente sobre sus hombros la responsabilidad de marcar, una carga que se coloca él mismo como un yugo muy pesado que levantaba con holgura en su madurez, pero que cada vez le empuja el cuello más hacia el suelo, impidiéndole continuar la marcha al ritmo anterior.

Nadie ha conseguido hacer que Cristiano se interese más por el equipo que por sí mismo, no lo va a hacer Zidane ahora. Probablemente ya es tarde para hacerle ver que, en sus últimos años a gran nivel, lograría un mayor lucimiento propio aportando al global del equipo que luchando una batalla en solitario contra sí mismo. Es decir, que comprenda que hay situaciones en los partidos en que debería pararse a pensar antes de golpear el balón a puerta, que hay compañeros que pueden estar mejor colocados que él para rematar. Es un caso perdido, pero es justo soñar con un cambio.

Pitos para Zidane por quitar a Isco

El Bernabéu no es tonto, comentaba nuestra compañera Gemma Herrero cuando Zidane recibió una pitada de su gente por sustituir a Isco y no a otros para dar entrada a Lucas. Isco estaba siendo el mejor del Madrid por primera vez en meses, el único que sabía leer el excelente posicionamiento táctico del Athletic para filtrarse entre sus líneas como el agua por las goteras y servir balones favorables a los tres de arriba, como en la acción del gol de Benzema a los seis minutos —ayuda indispensable de Saborit mediante—. Lo hizo durante los 65 minutos que estuvo sobre el campo. Pero Zidane no quiso quitar a Kovacic para no perder el poco equilibrio que le quedaba a un once que se tambaleaba, y siguió sin atreverse a quitar a alguno de los de arriba. Bale estaba jugando a buen nivel, Benzema sería cambiado por Morata. Solo quedaba uno...

Foto: Ernesto Valverde y Muniain durante una rueda de prensa (Reuters)

A Valverde no le hacía gracia tener que jugar en el Bernabéu con una cantidad —y calidad— de bajas desastrosa para su equipo. El problema es que a Valverde tampoco le gusta perder y desea que sus futbolistas intenten ganar allá donde van (aunque en la Europa League cueste mantener esta teoría). A sabiendas de la inconsistencia del centro del campo del Madrid, eligió a Sabin, Raúl y Eraso para acompañar a Williams, en punta ante la baja de Aduriz. ¿Qué supuso eso? Que además de tener a cuatro hombres capaces de organizar una presión extrema, podían dominar la medular también a través del balón. Lo hicieron desde el inicio y ni siquiera el bofetón del 1-0 les mermó el ánimo. Siguieron conjuntados hasta que Sabin aprovechó una de las pájaras de la pajera Pepe-Varane para empatar.

El Txingurri tenía escondida un arma de destrucción masiva que no habría encontrado ni George W. Bush. Iñigo Lekue hizo uno de sus mejores partidos como profesional en el Bernabéu, con una exhibición defensiva y, sobre todo, ofensiva, de la que se va a acordar mucho tiempo Óscar de Marcos, el titular en el lateral derecho. Tanto fue así, que además de originar el gol de Merino, motivó que tuviera que aparecer Bale por la izquierda para dar apoyos a Marcelo. El galés, que estaba en la banda derecha, caía al costado contrario solidariamente para ejercer la función que hace años que no desempeña Cristiano, que es la de ayudar a su lateral.

Ida y vuelta sin organización

El Madrid es desconcertante sin Modric ni Casemiro. Lo mismo hace un partido excelente como en el Villamarín, que permite cinco o seis ocasiones claras de gol al Legia de Varsovia y al Athletic Club. Kovacic, que había rendido a un nivel medio altísimo en este inicio de temporada, estuvo especialmente fallón, por lo que la función creativa recaía exclusivamente en Kroos, que sentía el aliento de Raúl García a cada paso. El navarro no paró de correr tras el alemán, hasta que se marchó agotado a la caseta. Cuando Kroos no podía participar, tampoco lo podía hacer Marcelo, tapado por Sabin y Lekue. Era Pepe el que salía desde atrás como podía, hasta que aparecía Isco para recibir un relevo.

Foto: Marcelo es el capitán en ausencia de Ramos (Javier Lizón/EFE).

Resulta, visto esto, evidente que el Madrid trabaja de forma deficiente la salida del balón bajo presión. El Athletic se lanzaba a la yugular hasta de Navas porque sentía el miedo, olía la sangre, y, como un tiburón, iba a matar. El poseedor del balón, ya sea el portero o los centrales o los laterales, no recibe casi nunca en ventaja, ni encuentra uno o (como debería ser) dos apoyos para soltar sin riesgo la pelota. En una de esas pérdidas, Varane cedió mal a Keylor y Williams falló su tercer mano a mano con el costarricense. El joven delantero se quedó un largo rato deambulando incrédulo por los aledaños de la meta de Navas. Esos mismos errores suceden cuando el que presiona es el Madrid. Lo hacen dos o tres jugadores, pero sin orden ni concierto, y recuperar se limita a las casualidades.

Esa desorganización lleva inevitablemente al partido a un ida y venida imparable, como un péndulo que no puede dejar de dar vueltas. Ahora me atacas tú, pero inmediatamente vas a recibir mi ofensiva. En ese juego, el Madrid tiene un armamento mucho más preciso que prácticamente cualquier otro club en el planeta. Zidane lo sabe y lo aprovecha para esconder las deficiencias de su planteamiento. Entró Morata y marcó otro gol. Mientras tenga a Lucas y Morata como sacacorchos y asaltantes del liderato, poco o nada se mirará qué hace o deja de hacer el Madrid en Valdebebas.

Ficha técnica

2.- Real Madrid: Keylor Navas; Carvajal, Pepe, Varane, Marcelo; Kovacic, Kroos, Isco (Lucas Vázquez, min. 65); Bale, Benzema (Morata, min. 75) y Cristiano.

1.- Athletic Club: Iraizoz; Lekue, Etxeita, Laporte, Saborit (Muniain, min. 86); Mikel Rico, San José; Williams, Raúl García (Iturraspe, min. 76), Sabin Merino (Susaeta, min. 81); y Eraso.

Goles: 1-0, min. 7: Benzema; 1-1, min. 27: Sabin Merino; 2-1, min. 84: Morata.

Árbitro: Iglesias Villanueva (Comité Gallego). Mostró cartulina amarilla a Etxeita (min. 31), Raúl García (min. 55) y Laporte (min. 85) por parte del Athletic y a Carvajal (min. 92).

Incidencias: partido correspondiente a la novena jornada de la Liga Adelante disputado en el estadio Santiago Bernabéu ante cerca de 60.000 espectadores.

Volverán a llamarlo épica los que no hayan entendido nada. No es épica, es insistencia. El Madrid ganó al Athletic con un gol a falta de siete minutos para el final del partido, pero el momento en el que marcó el tanto del triunfo resulta circunstancial y en absoluto relevante. Lo que supone es que el rival tenga poco tiempo para la reacción, pero pudo llegar antes o después. Los blancos jugaron a base de la aglomeración de elementos en torno a la portería contraria y al intento constante de marcar, pero sin un camino previamente estudiado que recorrer. Si conoces el camino, llegarás más rápido. Pero el Madrid no tiene un GPS que le indique los atajos, sino que va a ciegas a ver si atina.

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