La nueva política: el Real Madrid se centra en las renovaciones y deja de lado el mercado

Florentino Pérez este verano se parece muy poco a sí mismo. El Real Madrid no ha sido fiel a su tradición de ir a buscar el pelotazo en el mercado. Más allá del flirteo con Pogba, ha estado inusualmente tranquilo en el periodo de fichajes. Queda aún una semana para cambiar esa dinámica, pero desde Concha Espina salen unos mensajes de calma poco comunes en estos meses de estío.

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Es un cambio de modelo, el Real Madrid considera que son escasas las opciones de mejorar una plantilla que el pasado año ganó la Liga de Campeones y quedó a un solo punto del Barcelona en La Liga, a pesar de un inicio espantoso con un entrenador, Rafa Benítez, que fue incapaz de sacar partido a una plantilla de muchos quilates. La nueva época no privilegia los fichajes de campanillas sino reafirmar el equipo, dar cariño a los propios antes de buscar otros que pueden no ser mejor de los que ya hay.

El modelo no ha cambiado de repente. Ya el pasado año las contrataciones fueron de perfil bajo, con Kovacic y Danilo como fichajes principales, nombres que pueden resultar útiles -aún ambos están por demostrarlo- pero que en ningún caso se pondrían en un cartel para vender la película del Madrid. Paralelamente los blancos rastrearon un mercado que anteriormente les era ajeno y se convirtió casi en una obsesión: los jóvenes aún por testar. Se metieron de lleno en la pelea universal por Odegaard, el niño al que todos querían. Compraron a Asensio, como opción de futuro que, igual, florece antes de lo planeado. Es lo que tiene el talento. Se fijaron en Vallejo, año tras año el central seguir en las categorías inferiores. Recompraron a Lucas Vázquez cuando le vieron hechuras de Real Madrid, del mismo modo que han hecho este mismo verano con Álvaro Morata. No llega a ser, en muchos casos, talento de la casa, solo compras de futuro, un intento de rejuvenecer y posicionarse para el futuro sin necesidad de pelearse en el mercado. El jugador más barato es el que ya está en el club.

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Aunque eso es también es debatible. El dinero que más llama la atención en el fútbol es el de los grandes fichajes, pero llega un punto en el que los sueldos de las grandes estrellas suponen casi más para las arcas de un club que sacar el talonario por el mundo. De esto pueden dar un máster en el FC Barcelona, que ha visto como las renovaciones de las estrellas, siempre en escalada, ponían en apuros el presupuesto general del equipo. Bien es cierto que la política del déficit cero, esa que obliga a los directivos a poner dinero si no son capaces de cuadrar las cuentas sin pérdidas, ha hecho de la posición de contable azulgrana una profesión de riesgo.

El Madrid, en todo caso, tiene que jugar a eso. Una vez descartado el talonario para las contrataciones toca mirar a la plantilla y afianzar lo que ya se tiene. Lo primero fue afrontar la renovación de Cristiano Ronaldo, quien en buena lógica terminará sus días -al menos los europeos- vistiendo la camiseta del Real Madrid. Su contratación en 2009 es un punto de inflexión en el madridismo, nadie duda de que ha sido el jugador clave del equipo durante los últimos siete años. Con la ampliación se pretende que el matrimonio llegue hasta 2020, completando así 11 prolíficas temporadas de madridismo. Para esas fechas tendrá ya 35 años.

Asensio, Modric y Bale

Con menos neones, pero más pensamiento de futuro, se afrontó la renovación de Asensio hasta 2022. Solo hay que ver los primeros partidos del chico, de apenas 20 años, en el equipo para saber que el futuro es suyo. El Madrid, antes incluso de esa explosión, ya se empleó para blindar al joven de oro. No es el único, es más, no es el principal. El club blanco se plantea, a final de año, renovar a Gareth Bale, que a sus 27 debería ser en un futuro no tan lejano quien llene los zapatos de la estrella blanca. Sus tres años de blanco han sido irregulares, con momentos brillantísimos y otros lastrados por el menor rendimiento o las lesiones. Su potencial es inmenso, pocos rematan como él, tienen su velocidad o su capacidad para amedrentar defensas.

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Otro de los nombres que están sobre la mesa de la secretaría técnica -de la presidencia, que ejerce de esto también- es el de Luka Modric. Un caso curioso el del croata, a quien en ocasiones se da menos mérito del que tiene. Cuando él está en el campo el equipo juega bien, es el típico -digámoslo así, como si un talento de ese calibre pudiese ser típico- que hace bailar al conjunto, encontrar a las estrellas y dar coherencia al conjunto. Un director de orquesta que consigue hacer del Madrid un equipo más divertido a la par que más productivo. Tiene 31 años y su contrato dice que debería abandonar el Real Madrid en 2018, pero la idea es hacer de él timonel algún año más, con s ubida de salario, por descontado.

Sobre el sueldo también tiene algo que decir el portero titular, Keylor Navas, ahora lesionado. El Real Madrid tiene, en cierta manera, una deuda con él. Saben que todo el episodio de De Gea fue un desdoro para un hombre que ha demostrado que puede ocupar el marco del Bernabéu con solvencia. Aquel vodevil, además, le tuvo un día pensando en un avión a Manchester que nunca terminó de coger. En el otro lado de la ruta le esperaba un aumento de contrato que ahora el Madrid debe igualar.

Y en esas está el club, ultimando las renovaciones, pensando en un plazo medio y largo, planteándose qué hacer con jugadores del filial, como desarrollan el talento propio... haciendo de la política deportiva del club un prodigio de estabilidad que, viendo el pasado, no deja de sorprender.