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Betis y Villarreal 'ayudan' al Sporting a quedarse en Primera
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los de abelardo encadenan dos milagros deportivos

Betis y Villarreal 'ayudan' al Sporting a quedarse en Primera

El equipo asturiano ha mostrado una enorme voluntad y saber competir con las más modestas armas. El Getafe y el Rayo se van a Segunda tras años encaramados a la élite

Foto: Jony celebra uno de los goles del Sporting. (EFE)
Jony celebra uno de los goles del Sporting. (EFE)

El Sporting de Gijón se queda en Primera División. Es un nuevo triunfo de la voluntad. No había en la élite del fútbol español un equipo con peores opciones a principio de temporada. Su presupuesto es precario, la deuda inasumible y ya era un milagro que estuviesen allí, pues el pasado año ascendieron con una plantilla insuficiente y una serie de resultados 'in extremis'. Su mejor carta, la que les dio la permanencia, fue la que llevan jugando toda la temporada: el orden y la voluntad. El drama visita a Madrid, pues Rayo y Getafe están descendidos.

En el partido de Gijón no hubo color. Jugaba el Sporting contra el Villarreal y, más allá de sospechas y especulaciones, en El Molinón había un equipo con ansia por hacerlo bien y otro que no tenía mucho más que hacer en este campeonato, sus objetivos del año estaban más que satisfechos. Los amarillos tuvieron dos o tres ocasiones en todo el partido, alguna opción deshilachada, pero el encuentro estuvo dominado por el Sporting, un equipo bien organizado y que ha mostrado durante toda esta Liga una inmensa capacidad de sufrimiento. El que resiste sobrevive, podía ser el lema. Y esa fue la solución. Los goles fueron trastabillados, producto del empuje más que del fútbol. No anda de eso sobrado el Sporting.

Los aficionados del Rayo y del Getafe nunca llegarán a perdonar al Villarreal por esto. El técnico de los amarillos, que han quedado cuartos en Liga, es Marcelino, criado en las escuelas de fútbol del Mareo y reconocido sportinguista. Esta semana ha comentado que, si por él fuese, sería su equipo el que se quedase en la categoría de honor. Su alineación no fue la de gala, no estuvieron sus delanteros titulares, Bakambú o Soldado, tampoco ninguno de los dos porteros que han ido alternando en la meta. Fue su decisión y nunca será entendida por los rivales del Sporting, aunque él la afirma lógica. Llega su equipo de un palo muy duro, perder contra el Liverpool, y ya no está la cabeza para pensar en esta temporada. "Estará contento", decía Esnaider, técnico del Getafe, sobre su colega en los castelloneses.

[Los motivos por los que el Betis quería bajar al Getafe]

La alegría en Gijón solo fue posible gracias al Getafe, incapaz de ganar en Sevilla al Betis. De nuevo, especulaciones. En este caso, las que decían que los sevillanos son muy amigos de los asturianos y que en un lado y otro se debían favores morales. Eso, y que siempre es más complicado jugar fuera. Un equipo como el Betis no puede dejarse ir delante de su afición, y no lo hizo. Al Getafe, desde hace años, le ha faltado algo de sangre. Iban salvándose gracias a que siempre había tres equipos peores, a tener plantillas un poco mejores que las que descendían. Pero el alma hace tiempo que se fue.

Eso se vio también en el Villamarín, durante la primera mitad no parecían jugarse nada cuando, en realidad, estaban jugándoselo absolutamente todo. En la segunda, cuando se entonaron un poco más, se encontraron con dos goles como puñales del Betis y una actuación imposible del árbitro, Gil Manzano. No es el culpable del descenso azulón, aunque no hubiese estado mal que se esmerase en un partido tan importante. Los jugadores del Getafe no le olvidarán fácilmente.

12 años en Primera

Llevaban los azulones 12 años en Primera División. Desde que subieron habían conseguido mantenerse siempre, este es su primer descenso. El equipo no es el más querido por las aficiones rivales, que lo acusan de falta de tradición, de un campo habitualmente vacío y una gestión extraña. No tiene el apoyo que consiguió en aquellos primeros años en los que se metió en la UEFA y era un humilde algo quijotesco. Mantenerse año tras año ha sido un mérito incalculable, y más aún en estos últimos tiempos, cuando el dinero se secó y empezaron los problemas económicos con traspasos por necesidad y recortes en todas las posiciones.

De hecho, ha sido muy sorprendente que llegasen a esta última jornada dependiendo de sí mismos. Solo la llegada de Esnaider y una concatenación de victorias complicadas les había dado vida, incluso la delantera en una carrera que han terminado por perder. El Getafe se encontró en el final de Liga con la mejor puntuación de los tres, pero también con la peor pareja de baile. El Betis no olvidaba los gritos de "a Segunda, a Segunda" que les dedicó en su día el Coliseo Alfonso Pérez. Es más, los aficionados no tardaron mucho en reproducir el cántico, tan doloroso, un poco pueril, para recordárselo a sus rivales. El Sporting siempre estará agradecido al Betis, que ya fue importante en su ascenso del pasado año. Tiene el club sevillano algo de hermano mayor del Sporting, de ángel de la guarda que aparece siempre en los momentos en que todo está en juego.

La propuesta del Rayo

El Rayo, que era el tercero en discordia, tuvo tiempo para soñar. Fue el que más rápido resolvió su partido, marcó dos goles cuando aún no había llegado el descanso, y esperaba con ansia que el Villarreal diese muestras de vida e hiciese un empate que les mantuviese en Primera División. Las cuentas en Vallecas nunca llegaron a salir, pero eso mismo pasaba durante toda la semana. Su error fue en Anoeta, cuando un empate les hubiese puesto como favoritos de cara a la última etapa. El Rayo es otro equipo que llevaba años en la élite, siempre por encima de sus posibilidades, con un estilo bien definido que, finalmente, les ha terminado empujando a Segunda División. Han sido años de gloria para un equipo humilde que, a diferencia de otros, siempre ha hecho plantillas con presupuestos ajustados.

El equipo vallecano ha tenido muchas oportunidades de mantenerse, pero poco a poco las ha ido desperdiciando. Cuando han querido darse cuenta de que se necesitaba una reacción contundente, ya era tarde. Paco Jémez, que ahora medita quedarse con el equipo en Segunda, lo ha dotado de un estilo inconfundible. Gracias a él consiguió los mayores elogios, fue encumbrado por su valentía y su fútbol alegre. También de esa filosofía surgieron sus detractores, los que lo esperaban a la vuelta de la esquina después de sus sucesivos descalabros contra los grandes, los que ahora se frotan las manos con el descenso para desacreditar una propuesta entera. Ese día ha llegado, el Rayo Vallecano ha bajado después de cinco temporadas codeándose con la élite y forjando una propuesta con carácter propio. Este es el fin de un ciclo, el más glorioso de la institución. Por el camino han conseguido ser octavos, el mejor puesto tenido nunca, y varias temporadas entre los mejores.

El Rayo sabe que su problema estuvo en las semanas previas, en esos pequeños errores. Tampoco el ambiente de los últimos días ha sido el mejor, solo hay que ver cómo en los últimos días se ha especulado con la salida de Paco, negada por él mismo, o se han tenido que gestionar las acusaciones de Tebas, en las que decía que los jugadores se habían pegado en el descanso contra la Real Sociedad porque se habían dejado perder. Un mal caldo de cultivo para terminar la temporada.

[El peor año para descender]

De los tres equipos, el Rayo es el que mejor se ha gestionado recientemente y, por lo tanto, el que menos debería sufrir con este descenso. Quedarse en Primera esta temporada era algo muy similar a asegurar un futuro, algo que era una necesidad casi absoluta para el Sporting y el Getafe. Por ejemplo, el salvado equipo asturiano necesitó fichar a mitad de temporada después de una lesión grave de Bernardo. La Liga impuso un control férreo a la operación, ya no les había dejado contratar en verano, y les obligó a fichar a alguien que fuese defensa y no costase dinero. El elegido fue Vranjes, importante para la salvación, desconocido antes de llegar. Ese era el nivel de precariedad. Algo parecido ocurre en Getafe, donde solo las ventas a China de los últimos tiempos han conseguido aliviar una economía siempre tormentosa. En Segunda será más difícil.

El Sporting, un equipo hecho de retazos, de canteranos y cesiones como Sanabria y Halilovic. No podía hacerse de otra manera porque los límites marcados por la Liga eran estrechísimos. No podían fichar, casi no podían contratar agentes libres con dinero porque no lo tenían. Hay un nombre que sobresale entre todos los gijoneses: Abelardo. El técnico ha sido quien ha amalgamado todo, el que ha logrado que nunca dejasen de remar todos en la misma dirección aunque fuesen muy mal dadas. Antes del ascenso, los jugadores y el técnico llevaban cinco y seis meses sin cobrar, una situación extrema a la que, increíblemente, se consiguieron sobreponer. El equipo juega poco pero sueña mucho, y en ocasiones la voluntad puede al fútbol y a los pronósticos. Un equipo duro, fuerte... y de Primera División.

El Sporting de Gijón se queda en Primera División. Es un nuevo triunfo de la voluntad. No había en la élite del fútbol español un equipo con peores opciones a principio de temporada. Su presupuesto es precario, la deuda inasumible y ya era un milagro que estuviesen allí, pues el pasado año ascendieron con una plantilla insuficiente y una serie de resultados 'in extremis'. Su mejor carta, la que les dio la permanencia, fue la que llevan jugando toda la temporada: el orden y la voluntad. El drama visita a Madrid, pues Rayo y Getafe están descendidos.

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