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Los aficionados viven con normalidad el Clásico más seguro de la historia
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ningún incidente en los alrededores del bernabéu

Los aficionados viven con normalidad el Clásico más seguro de la historia

A pesar de lo que se había anunciado, la Policía no pidió la entrada a los aficionados que se acercaban al estadio. La única diferencia con otros Clásicos fue el recibimiento al autobús de equipo

Foto: Los cacheos a la entrada fueron muy estrictos (Efe)
Los cacheos a la entrada fueron muy estrictos (Efe)

Tres horas antes del comienzo Real Madrid-FC Barcelona, un grupo de policías paraba a los aficionados que se acercaban al Santiago Bernabéu por la calle General Perón. Revisaban sus mochilas o bolsas, les hacían abrirse el abrigo (este sábado ha sido el día más frío del mes) y luego les dejaban continuar. Nadie pasaba sin recibir el visto bueno.

Ese control, no demasiado estricto, era el primero que se encontraba todo aquel que pasara cerca del recinto, tuviera intención o no de acudir al partido. Los controles se repetían por todo el perímetro, a unos 150 metros: en la esquina de Castellana con Concha Espina, en Castellana con Rafael Salgado y en la calle Padre Damián. Había que pasar el filtro de la policía. Al contrario de lo que se había anunciado, los agentes no pedían la entrada a los aficionados. Cualquiera que quisiera pasearse por los alrededores podía hacerlo si pasaba el primer control de seguridad.

Una vez dentro del perímetro, la sensación en los alrededores del estadio era de absoluta normalidad. Había efectivos de seguridad por todas partes, pero la previa del partido se desarrolló sin ningún tipo de incidente. Un guardia de seguridad explicaba que, más allá de las excepcionales medidas, no había ninguna diferencia significativa con otros partidos de importancia semejante.

Recibimiento 'light' al equipo

Los aficionados iban y venían por las calles que rodean al Bernabéu sin ningún tipo de problema, con libertad. Cualquiera, tuviera o no entrada, podía llegar hasta las puertas del estadio sin que nadie le parara antes. La única gran diferencia con otros Clásicos estuvo en el recibimiento al autobús del equipo, recibido por mucha menos gente que en otras ocasiones.

El equipo llegó al estadio a las 16:45. El autobús bajó por Concha Espina y giró hacia la Padre Damián en la plaza Sagrados Corazones, que había sido vaciada por la policía. Otra veces, miles de aficionados rodean el autobús, que apenas puede avanzar y tarda varios minutos en entrar en el estadio. Esta vez, apenas unos cientos de seguidores animaron a los jugadores a su llegada al Bernabéu.

Aglomeraciones en la Torre B

Tras la llegada del autobús, los aficionados comenzaron a entrar en el estadio, que abrió sus puertas a las 16:15, dos horas antes del comienzo del partido. La policía había pedido que llegaran con antelación para facilitar la entrada, más lenta que otras veces por los cacheos. Pero eso no evitó que se formara una gran aglomeración en la Torre B, junto a las puertas 16, 18 y 20.

"Vamos a tener que escuchar los goles por la radio", decía un aficionado. Los aficionados se quejaban porque quedaban 45 minutos para el comienzo del encuentro y la cola no avanzaba. Hubo pitos y gritos, pero finalmente entraron a tiempo para ver el partido. A esa hora, los antidisturbios escoltaban a un grupo de ultras por Concha Espina. En esa misma zona, los integrantes de la grada de animación esperaban para entrar al estadio.

Los retrasos para entrar en una zona concreta del Santiago Bernabéu fue lo único reseñable en la previa del partido. Las extraordinarias medidas de seguridad funcionaron, los aficionados pudieron disfrutar con tranquilidad (al menos los del Barcelona) y el Clásico se disputó sin ningún tipo de problema.

Tres horas antes del comienzo Real Madrid-FC Barcelona, un grupo de policías paraba a los aficionados que se acercaban al Santiago Bernabéu por la calle General Perón. Revisaban sus mochilas o bolsas, les hacían abrirse el abrigo (este sábado ha sido el día más frío del mes) y luego les dejaban continuar. Nadie pasaba sin recibir el visto bueno.

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