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Una "antiestética" defensa del Barça ante los grandes abre otra vez el debate de par en par
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Una "antiestética" defensa del Barça ante los grandes abre otra vez el debate de par en par

Llegaba el Barcelona al Bernabéu sin encajar un gol en la Liga, pero el Madrid sacó los colores a la defensa culé. Ya lo hizo también el Paris Saint-Germain en Champions

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La realidad de la Liga se ha estampado de lleno en cara del Barcelona. Hasta este momento, hasta este Clásico del Bernabéu, el Barça sólo había disfrutado de la parte más hermosa, más feliz del fútbol. Había marcado goles, muchos goles, y no había recibido ninguno en su contra. Había ganado casi siempre y apenas un punto había cedido en todo lo que llevábamos de temporada. Y de repente, cuando toda esa felicidad debía verse reflejada en el partido más importante de lo que va de la temporada, una actuación más bien tirando a pobre hace de nuevo que el horrible y estridente sonido de las alarmas vuelva a explotar en los oídos de los jugadores, técnicos y seguidores del equipo azulgrana.

No ha habido una imagen que refleje más la mala noche de la defensa del Barcelona que ver a Gerard Piqué, de rodillas sobre el pasto del Bernabéu, reclamando al árbitro Gil Manzano que no podía cortarse la mano al tirarse al suelo para blocar el pase de la muerte de Marcelo. “Sería antiestético tirarme con los brazos en la espalda”, dice el 3, que trata de ocultar uno de sus errores, uno grave, tratando de reabrir el eterno debate sobre la voluntariedad o la involuntariedad de una mano apoyada en el suelo.

Pero el debate que nunca se va a cerrar del todo es el de su propio estado de forma. ¿Está Piqué para ser titular con el Barcelona y con la Selección? Puede que sí, puede que no. Tanto Luis Enrique como Vicente del Bosque le han apoyado cuando ha estado bien y cuando ha estado mal, y han contado con él en partidos importantes. Es decir, que si para ellos, que son los que realmente entienden de esto llamado fútbol, Piqué está para ser titular es que debe estarlo. Su trayectoria le avala: se pueden contar con los dedos de las manos sus errores, pero sin ir más lejos de eso. En los seis años que lleva en el Fútbol Club Barcelona ha sido un baluarte, pero desde que no comparte titularidad con Puyol, Piqué no se siente tan seguro como antes ni él mismo transmite la misma seguridad.

Si el nivel de Piqué es discutible, el de la defensa en general del Barcelona no es precisamente mucho más agradable. Si nos paramos a pensar, el Barça se ha enfrentado a equipos que, sobre el papel (y en la realidad, por qué no decirlo), son claramente inferiores al club azulgrana. Desde el Athletic al Elche, pasando por el Málaga o el Eibar. A casi todos ellos les ha ganado con claridad, y no ha sufrido demasiado atrás para que Claudio Bravo acumulase el mejor arranque de la historia de la Liga para un portero. 755 minutos sin marcharse al fondo de su red a recoger un balón… hasta que se ha enfrentado al Real Madrid.

La casualidad (o la causalidad, depende de si le encontramos motivos para que sea diferente o no) hizo que los primeros goles que recibía el Barça los encajase Marc-André Ter Stegen en el Parque de los Príncipes de París. El Barça hasta entonces parecía un conjunto muy sólido y seguro de todo lo que hacía. El estilo de Luis Enrique todavía no variaba en demasía de lo visto con Tito y el Tata, pero se atisbaba que la presión alta regresaba al ideario azulgrana, lo cual evitaba los contragolpes contrarios y, por tanto, minimizaba la agresión del rival. Es decir, que apenas le creaban ocasiones por méritos propios. Sin embargo, el Paris Saint-Germain, sin Zlatan Ibrahimovic, le hizo tres goles a esa defensa inmaculada hasta entonces.

Fallos que hasta entonces no se habían visto. Marcajes perdidos como si el defensor olvidase que tiene un contrario al que cubrir. Desconcentración defensiva cuando más necesario se hacía prestar atención a lo que ocurriese en el campo. Allí, en la ciudad de la Bastilla, no estuvo Gerard Piqué enfrentándose a los pupilos del exazulgrana Laurent Blanc. Fue la defensa formada por Mascherano y Mathieu la que recibió los primeros goles de la temporada. Esos dos jugadores estuvieron también en el Santiago Bernabéu, pero el francés jugó de lo que mejor sabe, de lateral. No funcionó ni la recuperación de la pareja Mascherano-Piqué ni el experimento del Mathieu en la banda. Aun así, por donde más peligro creó el Real Madrid fue por la banda de Dani Alves, que sigue siendo un amigo para la mayoría de atacantes contrarios.

El Barcelona no se fue con una goleada del Bernabéu porque, en los últimos metros, el Real Madrid no estuvo tan acertado como suele estar. El pase definitivo, la asistencia de gol que tan bien sabe definir el equipo blanco, desapareció una vez Benzema sentenció el partido. Aun así, fue suficiente para desnudar las muchas carencias del sistema defensivo azulgrana. Y las alternativas son varias para los culés, si Luis Enrique decide darle una vuelta a lo que tiene en la cabeza. Puede volver a creer en Jordi Alba, o reubicar a Mascherano en el centro del campo por un Busquets renqueante… o darle una oportunidad a Thomas Vermaelen.

Lo del belga ya está empezando a ser un grandísimo misterio. Se le fichó como una alternativa muy válida para la pareja de centrales titular, que en principio era Piqué-Mascherano. Era la apuesta de Zubizarreta para poner nerviosos a esos dos y a Marc Bartra y Mathieu. Pero cuando el mes de octubre está a punto de expirar, el exjugador del Arsenal todavía no ha jugado ni un solo minuto oficial. Hace mucho tiempo que ya tiene el alta médica, pero no siquiera ha viajado nunca con el equipo, porque su entrenador no lo ha incluido en ninguna convocatoria. Mientras, en Londres, se frotan las manos por un negocio que consideran redondo: desprenderse de un jugador suplente y propenso a lesionarse por unos 14 millones de euros.

La realidad de la Liga se ha estampado de lleno en cara del Barcelona. Hasta este momento, hasta este Clásico del Bernabéu, el Barça sólo había disfrutado de la parte más hermosa, más feliz del fútbol. Había marcado goles, muchos goles, y no había recibido ninguno en su contra. Había ganado casi siempre y apenas un punto había cedido en todo lo que llevábamos de temporada. Y de repente, cuando toda esa felicidad debía verse reflejada en el partido más importante de lo que va de la temporada, una actuación más bien tirando a pobre hace de nuevo que el horrible y estridente sonido de las alarmas vuelva a explotar en los oídos de los jugadores, técnicos y seguidores del equipo azulgrana.

Gerard Piqué Luis Enrique
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