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El Atlético pierde su ADN en Mestalla, pero el Cholo se guarda la bronca para la caseta
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El Atlético pierde su ADN en Mestalla, pero el Cholo se guarda la bronca para la caseta

Siete minutos para olvidar desnudan las vergüenzas de los rojiblancos ante un rival al alza. Pese al mosqueo, el argentino trata de aguantar el temple públicamente

Foto: Simeone se desgañita dando instrucciones a sus jugadores durante el partido ante el Valencia.
Simeone se desgañita dando instrucciones a sus jugadores durante el partido ante el Valencia.

Desaceleración brutal. Cómo pasar de cien a cero en… siete minutos. Ese fue el tiempo que necesitó el Atlético para encajar tres goles y tirar por la borda la tendencia alcista de los últimos partidos. Un colofón inopinado para dio al traste con las esperanzas de culminar la semana grande (Sevilla, Juventus y Valencia) con una sonrisa. Después de los pitos del Calderón en el partido ante el Celta (2-2), los rojiblancos empalmaron tres victorias consecutivas sin encajar un gol (Almería, Sevilla y Juventus). Pero volvió a ocurrir. El despropósito se apoderó de un equipo que en la temporada del ‘volver a empezar’ está viviendo una auténtica montaña rusa de fútbol y emociones. Partidos donde los preceptos de la religión ‘cholista’ se ensalzan y se pierden en cuestión de días, horas, e incluso minutos, como ocurrió en Mestalla.

Primero Miranda, uno de los hombres fuertes de la guardia pretoriana del Cholo, y Moyá, su apuesta decidida para la portería hasta la fecha, fueron dos desconocidos. Luego André Gomes desnudó las vergüenzas de la zaga colchonera colándose hasta la cocina. Un ‘touchdown’ en toda regla. El asedio tuvo su culmen en un saque de esquina que acabó por hundir la nave rojoblanca. Incomprensiblemente, tras el encuentro, Simeone se mostró tranquilo y, pese a la incapacidad para sobreponerse al mazazo, no hizo sangre. Al revés, quiso alabar la imagen de los suyos. "El Valencia comenzó muy fuerte y nosotros cometimos errores que no solemos cometer. A partir de ahí el Atlético hizo un partido muy bueno y ellos no tuvieron más ocasiones de gol", comentó en rueda de prensa.

Esa postura sosegada, sin perder los papeles, encontró su paroxismo tras ser preguntado por un penalti que, de haber entrado, como el propio entrenador se vio obligado a reconocer, hubiera supuesto un soplo de aire fresco tras el gol de Mario Mandzukic tras cabecear un rechace dentro del área previo disparo de Tiago. Un empujón para dar el siguiente paso y soñar con cotas mayores. “El tirador es Mandzukic, pero me lo pidió Siqueira. Falló dos penaltis en su carrera y los dos en el Atlético así que tendrá difícil volver a patear”. Tras la ironía prefirió reírse. Puestos a elegir, mucho mejor que echarse a llorar o arrancarse ese look difícil de definir que con tanto esmero cuida antes de ponerse delante de los focos.

Cuando Guilherme Siqueira agarró con decisión el balón algunos se llevaron las manos a la cabeza poseídos por una ignorancia supina. Pese a su condición de lateral, el brasileño cuenta con la vitola de consagrado especialista y pidió lanzar. Aun con Mandzukic sobre el verde, el Cholo dio luz verde a la operación y, al contrario que hace una semana ante el Sevilla, cuando Raúl Jiménez se disponía a ganar confianza con un penalti sobre Griezmann, dejó que un hombre ansioso por demostrar que los 10 millones invertidos en él tienen fuste redimiera su mermada autoestima. El capricho tornó en tragedia. El ex del Granada se decantó por colocar el tiro con el interior de su pie izquierdo. Falló, sin reparar en que delante tenía a uno de los porteros más intuitivos desde los once metros en los últimos tiempos. Desde que juega en el fútbol español la araña Diego Alves ha detenido 16 de los 35 penaltis que le han lanzado (46% de efectividad).

Aunque prefiera lavar la ropa sucia en casa, quien conozca mínimamente el carácter competitivo de Simeone, sabe que el rapapolvo en el vestuario valencianista adquirió dimensiones considerables. El argentino se muestra contrariado ante el desigual rendimiento que no termina de adquirir esa velocidad de crucero con la que surcar aguas que se envalentonan con solvencia. El 4-4-2, el 4-3-3 o el 4-2-3-1. Con todo ha probado y nada parece acabar de cuajar. Los nuevos andan dispersos y se limitan a aportar disgustos y nerviosismo. Confía en Siqueira y falla un penalti; Gámez no es Juanfran; sale Cerci con su incomprensible ego y le expulsan en menos de media hora por doble amarilla; Griezmann añora el trabajo de banda y no se encuentra cómodo como segunda punta. Se trata de un equipo con diez caras nuevas de las que sólo Mandzukic y Ansaldi parecen estar a la altura. Piezas que no encajan y mucho trabajo por hacer.

Siete minutos para olvidar

Desde que Fernando Teixeira Vitienes hiciera sonar su silbato, Mestalla impuso su tronío: el himno entonado a capela por la parroquia ché en los prolegómenos, el emotivo homenaje a Mario Kempes en el minuto 10 para que ‘El Matador’ se recupere cuanto antes de su compleja intervención cardiaca… todo estaba preparado para la encerrona. El equipo de Nuno quiso demostrarle al Cholo que tiene razón, que no jugar entre semana tiene sus ventajas. En lugar de desfondarse ante la Juventus, los valencianistas se preparaban para la batalla forrando la ciudad deportiva de Paterna con citas motivadoras de Michael Jordan, Valentino Rossi o Usain Bolt, entre otros mitos del deporte.

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Con los palillos en la grada para eliminar las restos del ágape sabadero, el alemán Mustafi pensó que era buen momento para colgar un balón a la olla y probar así los reflejos de la zaga atlética. Bingo. La falta de comunicación entre Moyá y Miranda generó una situación grotesca. El central brasileño metió la cabeza y remató hacia su propia portería un balón que el portero debió haber reclamado y atrapado con autoridad. Mientras los dos protagonistas de la desafortunada acción chocaran sus manos sin mirarse a los ojos, el Valencia sacó tajada del desconcierto. En medio del desenfreno apareció un siempre vertical para deleitar al personal con un zigzagueo exuberante. Siempre vertical, el luso enfiló el área tras recoger un pase de Paco Alcácer. Primero sentó a Miranda. Ambicioso, progresó en un terreno yermo para los delanteros rivales antes de cruzar con la zurda y batir a un Moyá que se quedó a media salida.

Esperen, no se vayan. Aún quedaba la estocada definitiva. Sin tiempo para una nueva bocanada de aire, la defensa atlética se vio sobrepasada otra vez por el ‘trenecito’ concebido por Rodrigo, Otamendi y Mustafi para entrar a rematar un milimétrico saque de esquina Piatti desde la derecha. El envío encontró la cabeza del central argentino, acrobático y guerrero, en un alarde estratega que acabó por hundir la moral del Cholo y sus soldados. El mundo al revés. Por mucho que se lamentara con explícitos exabruptos, la ‘p***’ que le parió no tenía la culpa. Tres goles tan grandes como el sol que lucía imponente sobre la capital de Turia en un horario que, como ocurriera en las últimas jornadas de la Liga pasada en el Ciutat de Valencia (2-0), volvió a antojarse intempestivo para los intereses colchoneros. Es la segunda vez esta temporada que recibe tres goles en un partido. Algo que durante la pasada campaña sólo se dio en tres ocasiones: 3-0 en el Sadar (en 42 minutos), 3-0 en el Bernabéu en la ida de las semifinales de Copa del Rey y el 4-1 de la final de Champions ante el Real Madrid.

Un Atlético irreconocible

Tras la empanada colectiva en Valencia, el Atlético ya ha perdido siete puntos en siete jornadas de este curso. Los mismos que cedió en toda la primera vuelta de la pasada campaña, donde acabó proclamándose campeón con 90 puntos, 50 de ellos logrados hasta el ecuador de la competición. Dos empates, en la primera cita con el Rayo Vallecano (0-0) y en la cuarta, el pasado sábado, contra el Celta (2-2), unidos a la igualada ante los valencianistas, resumen los tropiezos del actual. En las primeras 19 jornadas de la pasada campaña, al Atlético sólo dejó escapar siete puntos: en el 1-0 en contra en Cornellá-El Prat frente al Espanyol y en las igualadas frente al Villarreal (1-1) y el Barcelona (0-0). Tras el parón de selecciones, los rojiblancos regresarán a la competición el día 19 con un enfrentamiento matutino ante el Espanyol en el Vicente Calderón (12.00).

Desaceleración brutal. Cómo pasar de cien a cero en… siete minutos. Ese fue el tiempo que necesitó el Atlético para encajar tres goles y tirar por la borda la tendencia alcista de los últimos partidos. Un colofón inopinado para dio al traste con las esperanzas de culminar la semana grande (Sevilla, Juventus y Valencia) con una sonrisa. Después de los pitos del Calderón en el partido ante el Celta (2-2), los rojiblancos empalmaron tres victorias consecutivas sin encajar un gol (Almería, Sevilla y Juventus). Pero volvió a ocurrir. El despropósito se apoderó de un equipo que en la temporada del ‘volver a empezar’ está viviendo una auténtica montaña rusa de fútbol y emociones. Partidos donde los preceptos de la religión ‘cholista’ se ensalzan y se pierden en cuestión de días, horas, e incluso minutos, como ocurrió en Mestalla.

Diego Simeone Valencia CF
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