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Paulao seguirá "dando la cara" a pesar de tener roto su corazón verdiblanco
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RECHAZÓ VARIAS OFERTAS PARA SEGUIR EN EL BETIS

Paulao seguirá "dando la cara" a pesar de tener roto su corazón verdiblanco

Llegó al Betis en 2011 para forjar la permanencia y acabó fichando. Por el club, rechazó ofertas europeas y no es la primera vez que derrama amargas lágrimas

Foto: Paulo pidió el cambio después de dos errores que le costaron dos tantos al Betis (Efe).
Paulo pidió el cambio después de dos errores que le costaron dos tantos al Betis (Efe).

Hace un par de días, Vallecas tuvo tiempo de celebrar que ya acaricia la permanencia con la punta de los dedos y de mostrar su versión más educada. Alegría desbordada en el madrileño barrio que no tuvo ningún problema en aplaudir a un jugador perseguido y alcanzado por la mala suerte. Dos clamorosos errores de Paulao (31) dieron rienda suelta a la victoria del Rayo sobre el Betis (3-1) y el jugador brasileño no tuvo fuerzas para continuar: pidió el cambio y se marchó del campo llorando. Un gesto que para la afición significa cobardía y para Paulao, honestidad. El brasileño aterrizó en Sevilla creyendo que había encontrado el sitio idóneo para triunfar y tres años después, su corazón verdiblanco vuelve a estar ‘partío’ que cantaba Alejandro Sanz.

Tímido y profesional. Así es cómo le definen los que le conocen bien. A pesar de su altura (188 centímetros), se encoge cuando se ve expuesto aunque se entrega como nadie dentro del campo. Después de pasar por Atlético Mineiro, Vasco de Gama, Naval 1º Maio, Sporting de Braga y Saint-Étienne, llegó cedido al Betis procedente del club francés. El calendario señalaba diciembre de 2011 y tan buena impresión causó en la capital hispalense que, en el siguiente mercado veraniego, ejercieron la opción de compra. El Betis se hizo con los servicios de un jugador fuerte, alto y, en consecuencia, seguro en el juego aéreo. Cumpliendo el prototipo de defensa brasileño no era muy técnico ni muy veloz, pero iba bien en el cuerpo a cuerpo a pesar de su irregularidad.

Con un vínculo de tres temporadas y opción a una cuarta, Paulao pasó de ser uno de los fichajes sobre los que se forjó la permanencia a situarse en un segundo plano por culpa de las lesiones. Esto no quebró su compromiso con el Betis. El defensa brasileño llegó del Saint-Étienne perdonando dinero porque aseguraba haber encontrado la alegría en una ciudad como Sevilla y en una afición como la del Betis. La misma que en el derbi de esta temporada le dedicó una serie de insultos racistas que merecieron las críticas y la censura de Joseph Blatter, presidente de la FIFA. El conjunto verdiblanco perdía por la mínima y Paulao vio la segunda amarilla y dejó a los suyos con un hombre menos durante toda la segunda parte. El brasileño se marchó del campo increpado y en las escaleras que dan acceso a los vestuarios rompió a llorar sin consuelo.

Las amargas lágrimas del domingo no eran las primeras que vertía por el Betis. Desde que defiende el escudo verdiblanco, por su mesa han pasado ofertas procedentes de Alemania, Inglaterra, Francia e Italia que, en un alarde de profesional, decidió no escuchar ya que su compromiso con el Betis era total dada la solidez alcanza tanto por él como por su familia, pilar fundamental en su vida. Igual que este lunes, en aquel momento aseguró que no quería que le llamaran cobarde por dejar tirado al equipo en sus horas más bajas. Y es que las paredes de la Ciudad Deportiva del Betis aparecieron con una pregunta para Calderón por acceder a la petición del brasileño (¿Dónde está la dignidad?) y un “cobarde” dedicado al defensa: “Ahora tengo que demostrar que no soy el que la gente está pensando. Tengo que dar la cara”.

Un día después de lo sucedido, el autor del gol 2.000 del Betis pidió “perdón porque mi pensamiento no era quitarme de en medio, siempre he intentado darlo todo” y explicó las razones de la decisión que tomó en Vallecas: “Después de los dos fallos tan seguidos, me fui del partido. Estaba mentalmente jodido y pedí el cambio para no perjudicar más al equipo. Pensé, hay que ganar y yo cada balón que cojo fallo… Fue la peor situación que he vivido en un campo en toda mi carrera y la decisión, también. Tenía esa impresión y creo que fui honesto. Sé que hay gente enfadada, pero la gente que me conoce sabe cómo soy y no soy de quitarme de en medio”.

Hace un par de días, Vallecas tuvo tiempo de celebrar que ya acaricia la permanencia con la punta de los dedos y de mostrar su versión más educada. Alegría desbordada en el madrileño barrio que no tuvo ningún problema en aplaudir a un jugador perseguido y alcanzado por la mala suerte. Dos clamorosos errores de Paulao (31) dieron rienda suelta a la victoria del Rayo sobre el Betis (3-1) y el jugador brasileño no tuvo fuerzas para continuar: pidió el cambio y se marchó del campo llorando. Un gesto que para la afición significa cobardía y para Paulao, honestidad. El brasileño aterrizó en Sevilla creyendo que había encontrado el sitio idóneo para triunfar y tres años después, su corazón verdiblanco vuelve a estar ‘partío’ que cantaba Alejandro Sanz.

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