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Guardiola regresa a Old Trafford y Mourinho no puede ni salir de su hotel
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Guardiola regresa a Old Trafford y Mourinho no puede ni salir de su hotel

En esta pasada semana, Guardiola y Mourinho han recibido dos goleadas escandalosas y dolorosas y ahora se enfrentan en la Copa de la Liga para recuperar la moral o hundirse aún más

Foto: Mourinho volverá a abrazar a Guardiola (Carl Recine/Reuters).
Mourinho volverá a abrazar a Guardiola (Carl Recine/Reuters).

Durante la última década no encontramos muchos entrenadores que hayan sido catalogados como los mejores del mundo. En la era de Messi y Cristiano, indiscutibles adalides entre los futbolistas, encontrar sus paralelismos en el banquillo resulta inevitable y difícil. En algo más de un lustro de intensísima rivalidad, Mourinho y Guardiola fueron alzados por la opinión pública como los mejores. Ha pasado un tiempo desde entonces, y la categorización de ambos como los más grandes técnicos se ha tambaleado en repetidas ocasiones. Nunca antes como ahora. ¿Siguen los dos ocupando el cénit de los preparadores o han cedido el testigo a otros? Inglaterra se ahoga estos días en un mar de dudas al respecto.

Foto: Pep Guardiola, durante el Barcelona-Manchester City disputado en el Camp Nou (EFE)

En esta pasada semana, Guardiola y Mourinho han recibido dos goleadas escandalosas y dolorosas. Ambas, además, muy significativas: las dos se las han procurado los clubes que más sentimiento producen a los técnicos, el Barça a Pep y el Chelsea a José. Eso sí, no han tenido el mismo efecto entre los medios de comunicación británicos. Mientras que en el caso del entrenador del City se le reconoce el estilo y se cree que puede aprender de la derrota, no hubo ningún gran periódico inglés que no incorporase, de alguna u otra manera, la palabra "humillación" en sus portadas para definir la paliza que recibió el United en Stamford Bridge.

El caso de Guardiola, como decimos, es preocupante pero por ahora se salva de la quema, algo que en la prensa de aquel país no tarda demasiado en ocurrir. No en vano, el Manchester City aún es líder de la Premier League, aun si ha perdido toda la ventaja de la que disponía tras acumular tres partidos sin ganar en la competición doméstica, más otros dos en Champions League, incluyendo el 4-0 en el Camp Nou. El de Sampedor no ha encontrado todavía motivos para entrar en pánico, ni los encontrará, porque no es su estilo. Analiza, piensa y aplica los cambios que considera oportunos. Y confía en sus jugadores para ello. Así los agrupó en el vestuario después del último empate (1-1 en el Etihad contra el Southapmton) y mantuvo una charla con ellos durante 45 minutos.

"Hablamos de la situación que tenemos y de la que debemos salir (...) Estar cinco partidos sin ganar es por algo, yo debo descubrir la razón por la que estamos así y voy a luchar por ello", dijo. El City ganó sus diez primeros partidos de la temporada, desplegando en ocasiones un juego que se aproximaba prematuramente a la manera que desea implementar su entrenador, pero ha encallado. Perder con el Barça está dentro de las posibilidades, al igual que hacerlo en White Hart Lane, pero no es normal dejarse puntos en Celtic Park ni en el Etihad. Así que afronta su segundo duelo contra Mourinho con la obligación de reencontrar el camino del triunfo, para no renunciar, de lo contrario, a un título nada más empezar el año.

La tensión para Mourinho es mucho mayor. Se encuentra ahora mismo en séptimo lugar en la Premier, a seis puntos del líder, su némesis y el rival histórico del United. Y después de lo sucedido el año pasado en el Chelsea, la paciencia con el portugués ha bajado enormemente. En aquella ocasión, su equipo rozaba el descenso y desde muy pronto se quedó sin más objetivo que salvar la temporada de manera honrosa, lo cual acabó haciendo Hiddink. Su carrera y su carisma lo colocaron como heredero de Ferguson en Old Trafford y los millones de los dueños estadounidenses le crearon una plantilla excelsa para luchar por todo. Y de las grandes contrataciones no ha sabido sacar absolutamente nada.

En Inglaterra, varios medios se preguntan qué pasa con Pogba, el jugador más caro de la historia, qué pasa con Mkhitaryan, por el que pagaron 42 millones, qué pasa con Schweinsteiger, que no ha jugado esta temporada, qué pasa con Fellaini, que no rinde pero juega siempre, qué pasa con Rooney, el capitán que no le sirve al entrenador... Y ahora, 'The Times' desvela que la plantilla está muy sorprendida porque Mourinho ha dejado de dirigir los entrenamientos en Carrington. El técnico se refugia en su oficina y delega esa función en Rui Faria, su principal ayudante. Además, no entienden que evite las charlas personales. De hecho, ellos esperaban encontrarse el Mourinho muy cercano del que todos sus exjugadores hablan. 'The Mirror', por otra parte, también le pide que deje de darle la exclusividad del ataque a Ibrahimovic y ponga a Rashford en el dentro, donde "es más efectivo".

Foto: Jose Mourinho en el partido ante el Chelsea (REUTERS)

Mientras las críticas arrecian, Mourinho se siente infeliz. Sigue viviendo en el hotel Lowry y por primera vez en su carrera, su familia no está con él. Su mujer y sus hijos se quedaron en Chelsea, Londres, y él no puede tener el anonimato que desearía. "A veces quiero dar un paseo y no puedo. "Aunque solo quiera cruzar el puente e ir a un restaurante no puedo y es muy triste", admite en una entrevista con 'Sky Sports'.

En esas vicisitudes, al técnico del United no le ha quedado otra que apelar a la testosterona de sus jugadores. "Estamos muy tristes, muy tristes, pero esto no es para niños, esto es para hombres. Tenemos que ser hombres y trabajar para el próximo partido", dijo en la rueda de prensa previa a enfrentarse a Guardiola de nuevo. Los dos necesitan ganar, pero uno de ellos acabará muy tocado. Ser eliminados en octavos de la Copa de la Liga (21:00) será un fracaso en cualquier caso.

Durante la última década no encontramos muchos entrenadores que hayan sido catalogados como los mejores del mundo. En la era de Messi y Cristiano, indiscutibles adalides entre los futbolistas, encontrar sus paralelismos en el banquillo resulta inevitable y difícil. En algo más de un lustro de intensísima rivalidad, Mourinho y Guardiola fueron alzados por la opinión pública como los mejores. Ha pasado un tiempo desde entonces, y la categorización de ambos como los más grandes técnicos se ha tambaleado en repetidas ocasiones. Nunca antes como ahora. ¿Siguen los dos ocupando el cénit de los preparadores o han cedido el testigo a otros? Inglaterra se ahoga estos días en un mar de dudas al respecto.

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