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Habla el mejor amigo de Messi: "A Leo nunca le acomplejó ser tan chiquito"
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JUAN C. LEGUIZAMÓN le conoce desde los 6 años

Habla el mejor amigo de Messi: "A Leo nunca le acomplejó ser tan chiquito"

“Messi lo tiene todo, no se le puede comparar con nadie. Le veo y se me eriza la piel”, dice en su charla con El Confidencial Juan Cruz Leguizamón, inseparable compinche del crack desde los seis años

Foto: Leo Messi y su amigo Juan Cruz Leguizamón posan en el equipo que les unió cuando eran niños (FOTO: Club Malvinas Argentinas)
Leo Messi y su amigo Juan Cruz Leguizamón posan en el equipo que les unió cuando eran niños (FOTO: Club Malvinas Argentinas)

“Hay quien dice que Cristiano Ronaldo es más completo que Messi por tener un mayor físico que Leo… Yo siempre digo que Cristiano es el mejor jugador del mundo, pero Messi es un extraterrestre. Creo que Leo tiene cosas que no las va a tener nadie. A CR7, que yo recuerde, no le vimos nunca hacer un gol como el que Leo le hizo al Getafe, gambeteándose a la mitad del equipo rival. Y eso lo hace a menudo. De hecho, ya lo hacía de chico. Todos los goles que marcaba entonces eran así. Son cosas que definen a un jugador de fútbol. Para mí a Leo no se le puede pedir más porque no hay más técnica, más capacidad para un jugador de fútbol. Messi lo tiene todo y no creo que se le pueda comparar con nadie. Le veo y se me eriza la piel. Lo disfruto enormemente y siento un gran orgullo de que sea nuestro”.

Juan Cruz Leguizamón (Rosario, 1987) no tenía dudas sobre a quién rendiría pleitesía el mundo del fútbol en el Kongresshaus de Zúrich. Inseparable compinche del crack azulgrana desde los seis años, cuando sus caminos se cruzaron en la escuela de fútbol infantil Malvinas Argentinas, el hoy guardameta del Central Córdoba (Primera C) envió un mensaje de felicitación a Lionel en cuanto la FIFA reveló su nombre como ganador del Balón de Oro 2015. “Hace como un par de años que compartimos un grupo de whatsapp con Leo los más amigos de la escuelita de Newell's: un servidor, Lucas Scaglia, Franco Casanova, Gonzalo Mazzía y Agustín Ruani. Seguimos teniendo mucho contacto con él. Es estupendo. Todos le tomamos como un integrante más del grupo, no como Messi la súper estrella. Para nosotros sigue siendo Leo, el amigo de toda la vida. Y lo disfrutamos un montón. Nos cuenta de seguido cómo le va, si está lesionado, como hace poco, cuando nos decía cómo evolucionaba su rodilla… Cuando viene acá siempre tratamos de buscar un hueco para vernos, ponernos al día, estar juntos otra vez. No es nada fácil porque su agenda es brutal: en dos o tres días trata de hacer lo que no puede en todo el año. Pero siempre saca un rato para nosotros”, relata Juan Cruz a El Confidencial mientras contempla desde la grada del vetusto Gabino Sosa la estatua en memoria del Che Guevara que da lustre al Parque Yrigoyen, en el rosarino barrio de Tablada.

Siempre resolvía el mismo

A todo el núcleo duro de Messi se le encoge el alma cada vez que el piloto de emergencia de su afamado colega de la infancia se pone en rojo. Ninguno olvida aquella bajada de pistón en 2013, a raíz de un problema fibrilar frente al PSG en la Champions, que se prolongó hasta después del Mundial de Brasil y permitió a CR7 comerle terreno en la pelea por acaparar balones aúreos. El ex portero de Newell’s en categorías inferiores tiene su propia teoría de aquel período 'ominoso' de Leo. “Hay que tener en cuenta que es un jugador al que demandan que vuelva pronto a jugar cada vez que se lesiona por lo mucho que el equipo le necesita, así que por ahí pudo ser que quisieran recuperarlo demasiado rápido, aunque cueste creerlo porque el Barça tiene los mejores médicos. Tampoco hay que olvidar que todo jugador, cuando vuelve de una lesión, necesita un tiempo para acomodarse porque pierde mucho ritmo y necesita volver a agarrar esa confianza para ser de nuevo lo que es. Le pasa a cualquier jugador y Leo es humano, así que puedo suponer que a él también le ocurrió eso. De todos modos, parece que estuvimos errados porque a día de hoy se le ve mejor que en años anteriores. Puede que en esto último tenga que ver la madurez. Aunque sea todavía joven, tiene ya una gran experiencia y creo que a medida que pasen los años va a ser todavía mejor”.

La pelota, como no podía ser de otra forma, fue el nexo que los convirtió en íntimos toda vez que Newell’s los pescó de renacuajos, “teníamos seis añitos cuando coincidimos en Malvinas”, para integrar una escuadra que, durante el lustro largo que pasaron juntos, escribiría su nombre con letras de oro en la historia del balompié rosarino gracias a la destreza goleadora del aspirante a ser proclamado número uno del planeta fútbol por quinta vez en su carrera. “Nos llamaron 'La Máquina del 87' porque donde íbamos, destrozábamos a cada rival que se nos ponía delante. Ya fuera acá en Rosario, en el interior, a River, Boca… Daba igual. Ganábamos cada torneo que disputábamos. Perdimos muy pocos partidos, contados con los dedos de una mano. Éramos un grupo realmente prolijo, y luego teníamos a Leo, que agarraba la pelota, se pasaba a cuatro o cinco y hacía los goles. El resto estábamos siempre tranquilos sabiendo que él resolvía (risas)”.

No le gustaba perder nunca

Los recuerdos empiezan a aflorar en el disco duro de un Leguizamón que asegura haber visto en vivo y en directo buena parte del repertorio messianico a principios de los 90. “Leo tenía con seis años la misma técnica que tiene ahora. La diferencia es que era un niño y estábamos aún formándonos. Hoy es un futbolista mucho más completo, claro. A nosotros nos tenían que enseñar la técnica los profesores, los entrenadores, pero a Leo no hacía falta enseñarle nada porque ya la traía incorporada. Era algo increíble porque no había otro jugador como él. Bueno, tampoco lo hay en la actualidad. Uno sólo va tomando conciencia, noción de lo que era con el paso de los años. Sí nos dábamos cuenta de que era un jugadorazo, pero con 7-8-9 años ni piensas en qué pueda llegar a ser de mayor. No teníamos las dimensiones claras de lo que ya era Leo como futbolista”.

Su cáracter competitivo y ganador también le venía de serie. “Leo era un niño tímido, pero ya tenía su personalidad. No le gustaba perder nunca. Tengo la imagen de alguno de esos partidos que perdíamos y se agarraba a llorar desconsolado porque no le gustaba perder a nada. Tenía su carácter: tímido, sí, pero calentón también”. Como muestra, un botón que el ex meta de Boca, Deportivo Morón y Sportivo Belgrano revive con una sonrisa de oreja a oreja: “Jugamos la final de un torneo cuyo premio era una bicicleta para cada miembro del equipo y Leo no llegaba. Se había quedado encerrado en el baño de su casa y no podía salir, así que empezamos el partido sin él y al acabar el primer tiempo perdíamos 2-0. Al final pudo escaparse rompiendo el vidrio de la puerta del baño y llegó para el inicio del segundo. Con Leo le dimos vuelta, ganamos 3-2, salimos campeones y nos llevamos las bicis. Los tres goles fueron suyos, claro”.

La diminuta figura que lucía el genio del Barça de crío nunca fue, según su amigo del alma, un inconveniente para martirizar a sus enemigos en un rectángulo de juego. “Nunca le acomplejó ser tan chiquito. Más bien al contrario. Eso le hacía más rápido que los demás. Recuerdo que la pelota le llegaba por las rodillas, pero siempre la llevaba pegadita al pie izquierdo en canchas totalmente desniveladas. Si en esas superficies era capaz de sacar ventajas a sus rivales, te puedes imaginar lo que será ahora enfrentarle en esas lindas canchas. Un calvario todavía mayor para sus oponentes”.

No habla mal de nadie

Algo parecido sucedió con los tiros libres, que 'La Pulga' perfeccionó en casa de nuestro protagonista con un método muy poco ortodoxo, aunque sumamente efectivo. “Yo tenía un arquito y poníamos a atajar a las muñecas de mis hermanas. Colocábamos delante las sillitas altas de los bebés como barrera y a patear. Nos tirábamos así horas. Luego pateando también contra el portón de mi casa. Por suerte teníamos buena puntería y cristales no rompimos”.

Pese a las ingentes dosis de talento que ya atesoraba cuando eran uña y carne, “Leo era mi mejor amigo. Nuestras familias se habían hecho muy amigas por el tema del fútbol. Mis padres y los de Leo tenían mucha relación. Éramos inseparables. Incluso pasamos fiestas de Navidad y Año Nuevo uno en la casa del otro; vacaciones de verano juntos…”, Leguizamón resalta la importancia que tuvo su núcleo familiar para orientar sus pasos en dirección al olimpo de los más grandes. “Siempre le apoyaron para que pudiera hacer realidad su sueño, pero sin despegar los pies del suelo. Ser la persona que es también le hace ser el mejor del mundo: no habla mal de nadie, no se mete con nadie, siempre con perfil bajo y una humildad impresionante. Además de su capacidad como profesional, creo que la calidad humana y el legado familiar lo llevan aún más alto”.

Hincha confeso de Boca Juniors, ponemos para finiquitar nuestra charla al fornido arquero de Central Córdoba en una difícil tesitura: ¿Maradona o Messi? “Obviamente que me quedo con Leo, pero no por la amistad. Tengo la suerte de conocerlo de chico, de prácticamente haber nacido jugando al fútbol con él. Y además a Maradona lo vi muy poco. Si bien pienso que son dos jugadores totalmente distintos, creo que Leo es el más grande y va a ser el más grande de todos los tiempos por una característica que a mí me gusta resaltar de él, lo que es como persona. Creo que es mejor persona que jugador”.

“Hay quien dice que Cristiano Ronaldo es más completo que Messi por tener un mayor físico que Leo… Yo siempre digo que Cristiano es el mejor jugador del mundo, pero Messi es un extraterrestre. Creo que Leo tiene cosas que no las va a tener nadie. A CR7, que yo recuerde, no le vimos nunca hacer un gol como el que Leo le hizo al Getafe, gambeteándose a la mitad del equipo rival. Y eso lo hace a menudo. De hecho, ya lo hacía de chico. Todos los goles que marcaba entonces eran así. Son cosas que definen a un jugador de fútbol. Para mí a Leo no se le puede pedir más porque no hay más técnica, más capacidad para un jugador de fútbol. Messi lo tiene todo y no creo que se le pueda comparar con nadie. Le veo y se me eriza la piel. Lo disfruto enormemente y siento un gran orgullo de que sea nuestro”.

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