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Lotito, Berlusconi, Ferrero, Zamparini: los capos de un 'calcio' cada vez más podrido
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los dirigentes, principales culpables

Lotito, Berlusconi, Ferrero, Zamparini: los capos de un 'calcio' cada vez más podrido

Ya se sabe, el calcio está enfermo. La culpa de ello no reside en los jugadores o los entrenadores, sino en los dirigentes, que hace tiempo dejaron de preocuparse por el bien del fútbol italiano

Foto: Claudio Lotito es el protagonista del último episodio vergonzoso de los presidentes de fútbol italianos (EFE).
Claudio Lotito es el protagonista del último episodio vergonzoso de los presidentes de fútbol italianos (EFE).

Ya se sabe, el calcio está enfermo. Y es cuestión de tiempo saber si la dolencia que está sufriendo es terminal o si aún puede escapar vivo de esta. Como suele pasar en toda empresa u organización, la responsabilidad de que no funcione bien recae ineludiblemente en los dirigentes de la misma. Está claro que no es culpa de los jugadores que no sean tan buenos como hace años, ni de los entrenadores que no logren buenos resultados. No, no tienen mucho que ver. Participan en la vida del calcio, pero no son el cerebro, sino las extremidades. Los presidentesson los que deciden cómo tiene que repartirse el dinero, qué tienen que hacer los clubes, cómo tienen que competir, qué interesa, en definitiva. Y esto es precisamente lo que está podrido, y mucho.

La última muestra de la putrefacción de los mandamases del fútbol italiano queda representada en la figura de Claudio Lotito. El presidente de la Lazio ha copado las portadas de la prensa italiana después de que a mediados de la semana pasada La Repubblica filtrara una conversación del susodicho con Pino Iodice, director general del Ischia, de la tercera división italiana. En esa charla que mantuvieron ambos, el presidente de la Lazio aseguraba que había hablado con Andrea Abodi, presidente de la Serie B sobre la inconveniencia del ascenso de “equipos de mierda” a la máxima categoría italiana.

“Andrea, tenemos que cambiar… Si me subes al Carpi, si me subes a equipos que no valen una mierda, en dos o tres años no tenemos ni una lira. Porque si yo voy a vender derechos de televisión y en tres años tenemos a la Latina, al Frosinone… ¿quién ‘cojones’ compra los derechos? No saben ni que existe el Frosinone”. Ese es un fragmento de la conversación, pero refleja bastante bien lo que significa, la trascendencia que tiene dentro del fútbol italiano. El Carpi es líder de la Serie B, seguido del Bologna y Livorno. Pero es que en la zona de promoción, que es hasta el octavo puesto, están equipos casi desconocidos como el Avellino, el Frosinone, el Lanciano y la Spezia. Mientras, otros históricos como la Pro Vercelli, el Bari, el Módena o el Catania están en la mitad baja de la tabla.

El ridículo de Lotito, originado por la filtración de la conversación por parte de Iodice (que asegura tener grabaciones aún más graves), es, al final, uno más. Lo peor, que no ha pedido perdón, ni se ha arrepentido. Más bien todo lo contrario. Dijo que “no se debe confundir el sentido del razonamiento; hay un problema, el sistema está destrozado y yo sólo lo he expuesto. La situación es dramática”. No le falta razón en que el sistema está mal, muy mal, pero puede que lo esté también en parte por culpa de gente como él.

BERLUSCONI, EL CAPO DEL CALCIO

El máximo responsable oficial del fútbol italiano es Carlo Tavecchio, un señor de 71 años cuya filosofía es puramente continuista y que le ganó las elecciones a Demetrio Albertinipara la presidencia de la FederCalcio. Esa es la figura que ahora mismo, en teoría, domina el devenir del fútbol italiano, pero todo el mundo sabe, que el que manda en el fútbol y, por extensión, el que manda en Italia, es Silvio Berlusconi. Y será así hasta que él mismo quiera o la vida le dure. Él es el capo entre capos, el líder en la sombra (o ni eso, porque no le hace falta esconderlo). El que fuera primer ministro sigue dominando el senado, es propietario de la mayor empresa audiovisual del país, Mediaset, y de uno de los clubes más grandes de la historia, el Milan. Y hace tiempo que empezó a colocar a la menor de sus hijas, Barbara, como potencial heredera de su lugar de privilegio en la naverossonera.

Sin embargo, en Italia pasan cosas cuando alguien hace algo mal. A medias, no especialmente bien hechas, pero pasas de alguna manera. En 2006 se descendió a la Juventus a la Serie B por la compra de árbitros. En un primer momento se le impuso un descuento de puntos que prácticamente la condenaban a descender a la Serie C. El Milan se mantenía, pero también con una sanción que casi le obligaba a bajar, y por supuesto no podía entrar en competición europea. Al final, todo fue mucho más benévolo: a la Juve le quitaron sólo 9 puntos y ascendió; al Milan le restaron ocho puntos… y no sólo pudo jugar la Champions League, sino que la ganó. Berlusconi no iba a permitir que a su Milan le pasaran tantas cosas malas por una simple comprita de árbitros.

ZAMPARINI Y FERRERO, LÍDERES EXTRAÑOS

La lista de líderes corruptos, inmovilistas y casi absurdos en el calcio es tremendamente amplia. En este artículo dejaremos fuera a varios muy destacables del fútbol italiano actual, como Enrico Preziosi en el Genoa, Giampaolo Pozzo en el Udinese, o Erik Thohir en el Inter, pero nos centraremos en otros dos casos dignos de estudio psicológico y social. Empecemos con Maurizio Zamparini, presidente del Palermo y una frase que dijo uno de sus entrenadores: “Me han avisado sobre Zamparini, pero prefiero vivir un día como cabeza de león que cien como cola de ratón, aunque sé que es posible que sea el primer técnico destituido de la temporada”.

Eso lo dijo Giuseppe Sannino, técnico que contrató Zamparini en el verano de 2012. Poco tiempo después, le echaron. Zamparini es, digamos, un presidente algo desconfiado hacia sus entrenadores. Desde que entró a la presidencia del equipo siciliano ha cambiado de técnico en 28 ocasiones. ¡¡28!! Sale a más de dos entrenadores por temporada. De hecho, en el año natural de 2011, Zamparini perdió el norte y cambió hasta seis veces. Además no tiene ningún problema en fichar a un técnico, echarlo y a los pocos meses volverlo a contratar, como hizo con el propio Sannino, o con Gasperini, o con Delio Rossi, o con Guidolin... Giuseppe Iacchini, actual inquilino del banquillo del estadio Barbera, lleva ya casi año y medio desde que sustituyó a Gennaro Gattuso, todo un hito.

Ferrero, con una cámara en el estadio Comunale de Turín (EFE).Y la última adquisición de la familia del calcio es Massimo Ferrero. El nuevo presidente de la Sampdoria lleva en el puesto desde junio del año pasado, cuando compró el club a la familia Garrone, que había sido dueña del club blucerchiato desde 2002. Al principio, lo que se conocía de Ferrero era un productor cinematográfico bastante romanista, lo cual nunca ha escondido. Aunque sí que lo intenta disimular luciendo siempre y de manera inevitable con una bufanda o una camiseta de la Sampdoria en cualquier acto público en el que se presente, ya sea en la puesta de largo de cualquiera de sus fichajes (uno no sabe si la estrella era Eto’o o Ferrero) o cuando baja al terreno de juego del Torino, coge una cámara de televisión y se puso a grabar. No esconde su nueva pasión por la Samp cantando los goles como cualquier aficionado. Es, sin duda, el nuevo icono de los mandamases italianos.

Ya se sabe, el calcio está enfermo. Y es cuestión de tiempo saber si la dolencia que está sufriendo es terminal o si aún puede escapar vivo de esta. Como suele pasar en toda empresa u organización, la responsabilidad de que no funcione bien recae ineludiblemente en los dirigentes de la misma. Está claro que no es culpa de los jugadores que no sean tan buenos como hace años, ni de los entrenadores que no logren buenos resultados. No, no tienen mucho que ver. Participan en la vida del calcio, pero no son el cerebro, sino las extremidades. Los presidentesson los que deciden cómo tiene que repartirse el dinero, qué tienen que hacer los clubes, cómo tienen que competir, qué interesa, en definitiva. Y esto es precisamente lo que está podrido, y mucho.

Inter de Milán Silvio Berlusconi Massimo Moratti
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