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Mourinho recupera al enterrador de 'cracks': ocho arietes vivieron a la sombra de Drogba
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El marfileño vuelve al chelsea

Mourinho recupera al enterrador de 'cracks': ocho arietes vivieron a la sombra de Drogba

Hay amores que nunca mueren, y el de Mourinho y Drogba es inmortal. El marfileño vuelve al Chelsea con el técnico con el que se hizo el más grande

Foto: Mourinho y Drogba son amigos desde que compartieron vestuario en el Chelsea (Reuters).
Mourinho y Drogba son amigos desde que compartieron vestuario en el Chelsea (Reuters).

En el fútbol como en la vida hay amores que nunca mueren. Aunque los dos implicados se separen durante años y sus caminos parezcan paralelos inevitablemente, llega un momento que, cuando menos posible parecía, sus pasos vuelven a cruzarse para retomar su amor allí donde lo dejaron, con la misma pasión que un día durmió pero nunca murió. Ocurrió en su día con Thierry Henry, héroe inmortal de Highbury, se volvió a vestir de gunner en 2012 para volver a enamorar los corazones de la buena gente del Arsenal. Ocurre de nuevo con Didier Drogba, que un día se marchó de Londres sin decir adiós, porque era un hasta pronto.

Didi se volverá a vestir de blue y a abrazar a José Mourinho cuando celebre los goles del Chelsea. Algunas veces lo hará en el banquillo, porque sus 36 años le impiden ser el 9 titular del club, pero muchas otras, quizás la mayoría, irá corriendo sobre el húmedo césped de Stamford Bridge para fundirse con su mentor, con el hombre que lo descubrió al mundo después de brillar con luz propia en Francia y hacerse un nombre con letras de oro en apenas nueve meses en el Vélodrome. De ese embarazo nació uno de los mejores delanteros de la última década.

“Queremos ganar partidos y ganar títulos y Didier es uno de los grandes de Europa. Todavía tiene lo que se necesita para jugar en la Premier League, no pensamos en su fichaje como algo emocional, y tampoco como un asistente para mí. No, si lo traigo aquí es porque tiene cualidades para hacer al equipo más fuerte”. Rechaza Mourinho el tema sentimental en la vuelta de su amigo, de su confidente, del punta en el que más ha confiado en toda su carrera. Reafirma de esta manera su gusto por los jugadores ‘cercanos’, aquellos que han ofrecido un gran rendimiento bajo su mandato. Eto’o funcionó de maravilla a pesar de los enfrentamientos verbales con el técnico. Drogba tendrá un papel aún más determinante si cabe.

Será, en principio, el reemplazo más claro de Diego Costa, que se perfila como titular en el Chelsea. No nos olvidamos de Fernando Torres, por supuesto, pero algunos medios lo colocan en el Atlético de Madrid, por lo que su no segura continuidad le quita probabilidades de entrar en las rotaciones, evidentemente. Y mientras, Romelu Lukaku sigue sin encontrar un hueco en la primera plantilla blue. Saldrá al campo cuando los partidos se compliquen y se necesite un perro de presa para luchar, y no siempre será para marcar goles, sino también para defender resultados ajustados. No hay un solo delantero en el planeta que entienda mejor el juego defensivo de Mourinho que Drogba.

Y eso que el Chelsea ha probado atacantes y atacantes desde que Drogba llegó desde Marsella en 2004. Hasta ocho ‘nueves’ ha comprado Roman Abramovich: desde Hernán Crespo (fichado antes que Drogba, pero cedido al Milan durante la estancia del marfileño) hasta el propio Lukaku. Entre medias, llegaron también Andriy Shevchenko, Nicolas Anelka, Claudio Pizarro, Franco di Santo, Daniel Sturridge y Fernando Torres. Y salvo el peruano, todos costaron dinero, y varios de ellos, mucho dinero. El más caro, Torres, claro. En total, el Chelsea ha desembolsado algo más de 184 millones de euros en delanteros, teniendo al mejor que ha tenido jamás. Ninguno pudo hacer sombra al africano.

Después de varias temporadas a un nivel soberbio y siendo fundamental en la consecución de tres Premier Leagues, cuatro FA Cups y dos League Cups, el final de la relación fraternal entre Chelsea y Drogba se anunció para el final del curso futbolístico 2011-12. Era el inicio del fin de una generación única, que se difuminaba sin haber alcanzado su ansia mayor: la Champions League. El destino les dio una nueva final, pero un gol de Müller les alejaba el éxito. De repente, Juan Mata colgó un córner al primer palo y la cabeza de Drogba devolvió las esperanzas. Fue él, quién si no, el que anotó el penalti decisivo ante el Bayern en Múnich.

Lo que quiere el Chelsea es volver a ser grande, recuperar el cetro europeo que por primera vez alcanzó con ese penalti de Drogba. Esa es la espina clavada de Mourinho: no fue no ganar la Champions con el Real Madrid, en absoluto. Fue no hacerlo con el Chelsea. ‘Mou’ también ama al club del barrio pijo de Londres, y espera que en estos años no se le escape lo que no logró anteriormente. Ha recurrido a su talismán, el suyo y el de la entidad de Abramovich, para alcanzar la final de Berlín y ser el primer entrenador en ganar la Copa de Europa con tres equipos. La pareja, al menos, promete.

En el fútbol como en la vida hay amores que nunca mueren. Aunque los dos implicados se separen durante años y sus caminos parezcan paralelos inevitablemente, llega un momento que, cuando menos posible parecía, sus pasos vuelven a cruzarse para retomar su amor allí donde lo dejaron, con la misma pasión que un día durmió pero nunca murió. Ocurrió en su día con Thierry Henry, héroe inmortal de Highbury, se volvió a vestir de gunner en 2012 para volver a enamorar los corazones de la buena gente del Arsenal. Ocurre de nuevo con Didier Drogba, que un día se marchó de Londres sin decir adiós, porque era un hasta pronto.

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