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Los motivos por los que Zidane no tiene por qué sufrir el hundimiento de Ancelotti
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las diferencias son palpables

Los motivos por los que Zidane no tiene por qué sufrir el hundimiento de Ancelotti

El Madrid de las 22 victorias consecutivas acabó desmoronándose y perdiendo todos los títulos, pero el de los 40 partidos invicto tiene los mimbres necesarios para que eso no vuelva a suceder

Foto: Zidane tiene un gran reto por delante (Emilio Naranjo/EFE).
Zidane tiene un gran reto por delante (Emilio Naranjo/EFE).

Alguna vez en este periódico hemos hablado sobre la posibilidad más que factible de que al Real Madrid se le hubiese olvidado perder. Se comentaba más pensando en el sentido de que jugaba tan bien, o al menos de manera tan eficiente, que la derrota parecía cada día más lejana. Sin embargo, el hecho de que por fin se produjera ese extremo, la lejanía de la anterior derrota hace que el Madrid deba reaprender cómo se pierde y qué se hace para reflotar el barco de nuevo. El Madrid se había acomodado a una manera de vivir que no era del todo realista, en la que los elogios cegaban los problemas y no había ni espacio en la imaginación para el error. Zidane salió a hablar con los medios en el Pizjuán y en Valdebebas con el mismo ademán de siempre, y si hasta la fecha ha sabido cómo gestionar el éxito, nada indica que no pueda gestionar un tropiezo.

Foto: Los jugadores del Sevilla celebran el 2-1 al Real Madrid, con Ramos en primer plano. (EFE)

Y cuando decimos nada, es nada. En cierta manera, lo mejor que le podía pasar al Madrid es que la racha se acabara cuanto antes para poder pensar con claridad y afrontar cada reto, cada encuentro, sin la obligación de no perder por seguir ampliando un récord. Una vez finalizada y reconducido por el camino de la realidad, el Madrid y el propio Zidane tienen un recuerdo muy reciente de una racha majestuosa que se acabó y que trajo consigo el desplome generalizado de todo lo que se había conseguido con esas 22 victorias seguidas. Ese aprendizaje para no caer en los mismos errores y algunos detalles que exponemos a continuación deberían de ayudar a que no se vuelva a repetir.

Las circunstancias en las que se produjo el frenazo de Ancelotti y la primera derrota en nueve meses de Zidane son bastante similares. De hecho, el partido fue casi un calco. Un duelo entre dos equipos de la parte alta, como visitante y siendo remontado un gol de Cristiano Ronaldo de penalti. Entonces fue el Valencia de Nuno, el que no era todavía un despiporre y hasta se metió en Champions. Esta vez, el sorprendente Sevilla de Sampaoli, aspirante serio a ganar la Liga. Cierto es que esa no fue exactamente la fecha en la que se rompió la racha, pues unos días antes el Madrid cayó derrotado en un partido amistoso contra el Milán, pero claro, al no ser oficial no cuenta.

Ese equipo estaba dando desde antes de caer en Mestalla unas señales de fatiga y desmoronamiento que posteriormente se fueron confirmando hasta dejar al Madrid sin títulos. La descompensación de esa plantilla era más que evidente. Se habían producido en el verano las salidas de Xabi Alonso y Di María, dos pilares de Ancelotti para ganar la Décima y fueron repuestos por Kroos y James, jugadores de perfiles diferentes que debieron ejercer el rol de sus predecesores por obligación. Y durante tres meses, el resultado fue más que excelente. Entonces se produjeron dos hechos, la lesión de Modric y el bajón de forma de Kroos, que no pudieron ser solucionados en ningún momento. Ancelotti no encontró forma de cuadrar de nuevo el círculo ni de evitar la absoluta dependendencia de Cristiano, autor de 61 goles en 54 partidos oficiales.

La afección psicológica por la derrota contra el Valencia fue confirmada en la eliminatoria copera sucesiva contra el Atlético. Tres días después de la primera, llegó la segunda. Un 2-0 inapelable de un gran Atleti ante un equipo que ya empezaba a demostrarse sin alma, la cual no volvió a recuperar en ningún momento. A partir de entonces, cada partido importante suponía un suplicio. El Madrid cayó sucesivamente 2-3 en casa contra el Schalke 04 (se clasificó para cuartos de Champions, sí, pero con una imagen lamentable), sufrió una vergüenza inigualable en el 4-0 del derbi, perdió 1-0 en San Mamés y 2-1 en el Camp Nou. Por esas fechas también cayeron lesionados James y Ramos. Todo en el plazo de dos meses y medio. Pasó de tener media Liga en el bolsillo a estar eliminado de Copa y a alejarse a seis puntos del liderato.

El porqué de esa caída es claro: no había opciones para sustituir a los titulares. El recambio natural para Kroos era Illarramendi, al que Ancelotti no consideraba bien y por eso se contrató en invierno a Lucas Silva (¿se acuerdan de él? Entrena cada día en Valdebebas sin estar inscrito). Para el puesto de interior, es decir, el que dejaron vacante James (17 goles y 18 asistencias esa temporada) y Modric (verdadero motor del equipo) con sus lesiones, Khedira estaba defenestrado porque no iba a renovar y salvo Isco, no había mucha más opción. De ahí que Ancelotti se inventara a Ramos para jugar ahí y su resultado fuera... contradictorio. Jugó muy bien contra el Atlético en Champions, pero no respondió igual contra la Juventus en semifinales.

Foto: Momento en el que Sergio Ramos se marca el gol en propia puerta en el Pizjuán. (EFE)

En cuanto se empezaron a torcer las cosas, se generó muchísimo ruido alrededor del equipo. El principal señalado, como era de esperar, fue Iker Casillas. El capitán estaba viviendo, sin saberlo, sus últimos meses como madridista y en casi todas las ruedas de prensa que tuvo que dar hasta final de curso, Ancelotti tuvo que mojarse sobre si seguiría su portero titular... hasta que las preguntas sobre la continuidad fueron dirigidas a él mismo. Florentino empezó a mover sus hilos muy pronto, cuando ya intuía que no iba a haber nada que llevarse a la boca. Contactó con Benítez antes incluso de la eliminación contra la Juventus y preparó su discurso para echar al hombre que le dio la Décima y al que adoraba el vestuario.

¿Por qué a Zidane no debería preocuparle demasiado que le vuelva a suceder a su equipo? Pues porque ninguna de esas razones parece aplicabe a su actual situación. El Madrid perdió en Mestalla y continuó cayendo porque ya había mostrado una decadencia a final de 2014 que fue salvando como pudo, mientras que esta vez, la plantilla parecía en su mejor momento cuando perdió y, de hecho, dejó una imagen sensacional en el Pizjuán. Es decir, a no ser que haya afectado mucho psicológicamente a los jugadores, no hay señales de agotamiento.

Además, el Madrid ya ha sufrido la plaga de lesiones. Ha perdido progresivamente a lo largo de lo que llevamos de temporada a Cristiano, Pepe, Navas, Benzema, Ramos, Marcelo, James, Isco, Casemiro, Kovacic, Modric, Bale, Morata y Lucas. Y no se ha resentido en absoluto. Al contrario, en realidad. Las ausencias han fortalecido al grupo, han hecho que todos los jugadores se sientan partícipes y estén a su máximo nivel. Zidane cuenta con al menos dos jugadores de su absoluta confianza para cada una de las once posiciones del campo y juegue quien juegue, se mantenía la calidad global. Por otro lado, ya no siente esa necesidad de que aparezca siempre Cristiano para resolver, ya que toda la plantilla, salvo Coentrao, ha marcado. El gol está muy repartido, no recae específicamente sobre uno o dos jugadores en exclusiva.

Alineaciones probables

Real Madrid: Casilla; Danilo, Varane, Sergio Ramos, Marcelo; Casemiro, Kroos, Modric; Lucas Vázquez, Cristiano Ronaldo y Morata.

Celta de Vigo: Sergio Álvarez; Hugo Mallo, Cabral, Roncaglia, Jonny; Marcelo Díaz, Radoja, Hernández; Wass, Bongonda y Aspas.

Árbitro: David Fernández Borbalán (Colegio Andaluz).

Estadio: Santiago Bernabéu.

Hora: 21.15. 

Alguna vez en este periódico hemos hablado sobre la posibilidad más que factible de que al Real Madrid se le hubiese olvidado perder. Se comentaba más pensando en el sentido de que jugaba tan bien, o al menos de manera tan eficiente, que la derrota parecía cada día más lejana. Sin embargo, el hecho de que por fin se produjera ese extremo, la lejanía de la anterior derrota hace que el Madrid deba reaprender cómo se pierde y qué se hace para reflotar el barco de nuevo. El Madrid se había acomodado a una manera de vivir que no era del todo realista, en la que los elogios cegaban los problemas y no había ni espacio en la imaginación para el error. Zidane salió a hablar con los medios en el Pizjuán y en Valdebebas con el mismo ademán de siempre, y si hasta la fecha ha sabido cómo gestionar el éxito, nada indica que no pueda gestionar un tropiezo.

Celta de Vigo Zinédine Zidane
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