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La vergüenza de comparar nuestra triste Copa del Rey con la emoción de la FA Cup
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otra jornada con mala entrada

La vergüenza de comparar nuestra triste Copa del Rey con la emoción de la FA Cup

Horarios dispersos y cambiantes, partidos entre Primeras que se ven todos los días... pero los grandes, contentos. En Inglaterra, en cambio, disfrutan cada partido

Foto: La grada de Balaídos, despoblada (EFE).
La grada de Balaídos, despoblada (EFE).

Acabó la jornada intensa de la Copa del Rey. Cuatro partidos se disputaron este miércoles y no creo que haya dudas: si se le pregunta a la gente, al público en general, pocos sabrán el resultado del Villarreal-Real Sociedad, y menos del Málaga-Levante del martes. Su atención, como la de los dirigentes de nuestro fútbol, se centró en el Atlético de Madrid-Real Madrid. Ese resultado lo tendrá claro casi todo el mundo. Desde Villar a Tebas, pasando por el dueño del bar de la esquina. Porque eso es lo que interesa, que jueguen los grandes entre sí, que vayan pasando rondas hasta llegar a la final para que el producto se venda.

Pero, ¿que siempre ganen Real Madrid, Barcelona o Atlético es la única forma para hacer de la Copa del Rey una competición atractiva? Para empezar, valdría la pena analizar qué significa en realidad “ser atractiva”. ¿Cuántos partidos son realmente destacados para el espectador? Hablamos no ya solamente del aficionado imparcial que se sienta delante de su televisión y se decide a ver un partido que ni le va ni le viene, sino también del fan de toda la vida, el que tiene su abono para ir al estadio. Porque, como ya analizamos en los dieciseisavos de final, sólo el 35% de las butacas de los partidos de vuelta se vendieron.

Siempre se pone como paradigma contrario a lo que vivimos en España en cada edición de este torneo a la Copa de Inglaterra, la FA Cup. Puede resultar pesado, pero no equivocado. La realidad de este torneo es opuesta a la de la Copa del Rey. Mientras aquí la emoción se reduce a los partidos de vuelta, y sólo en los que no están totalmente sentenciados, allí se concentra en 90 minutos apasionantes a vida o muerte. Ganan en espectáculo y restan en partidos intrascendentes. Existe el replay en caso de empate, es decir, si se quiere evitar, hay que ganar, una motivación más.

Pero no en emoción es en lo único que ganan a nuestra Copa, ni mucho menos. La organización es infinitamente mejor, con un calendario fijado con meses de antelación, los partidos agrupados para que la jornada copera se viva prácticamente íntegra en un día y con casi todos los partidos a la misma hora. Eso llama la atención de los espectadores, que no se quieren perder ni por asomo el partido que puede dejar a un grande de la Premier League en la cuneta ante el club más modesto que se tercie.

Incluso cuando se equipara la división de los clubes enfrentados, el interés no se reduce. Y si no, sólo hay que fijarse en el partido de 3ª ronda (la primera en la que entran equipos Premier) entre el Arsenal y el Hull City (reedición de la última final del torneo) en el Emirates Stadium. En ese campo caben algo más de 60.000 espectadores. Pues bien, para ver ese duelo se dieron cita más de 59.000. Prácticamente lleno. En Mestalla, por ejemplo, para una ida de un Valencia-Espanyol se dejaron 20.000 butacas vacías.

Este torneo pertenece directamente a la Real Federación Española de Fútbol. Así viene siendo desde la fundación de la misma en 1913. Sin embargo, desde hace ya varios años, la Liga de Fútbol Profesional se hace cargo de la organización directa del torneo previo pago de unos 6 millones de euros a la Federación como compensación por lo que recibe por los derechos televisivos. Es la LFP la que establece los horarios de los partidos (guiada, por supuesto, por las televisiones), mientras que el formato a doble partido está pactado con la RFEF.

Pero si esta Copa se jugó durante un tiempo con algunas rondas a partido único (lo cual se agradecía tremendamente), ¿por qué dejó de hacerse? El cambio, o mejor dicho, regreso a la vieja (muy vieja) usanza la eliminatoria con dos encuentros vino motivado por los grandes del fútbol y, como no, por las televisiones. Hubo un tiempo, breve eso sí, en que las dos primeras eliminatorias coperas eran a un partido, y se vieron, como es natural, varias sorpresas. El Real Madrid cayó en el Salto del Caballo de Toledo y el Barça hizo lo propio en Novelda.

Sin los grandes en las rondas finales, la competición perdía interés audiovisual. Vamos, que mandan las teles.Y así, se decidió que los grandes tendrían beneficios para ir pasando rondas con más sencillez. Esto, unido al repentino interés que suscitó la Copa a Madrid y Barcelona durante la época Mourinho-Guardiola, hizo que los mejores equipos de nuestro país hayan copado el palmarés en los últimos años o, al menos, hayan estado muy cerca del título.

La imagen de la Copa que querrán transmitir las autoridades balompédicas nacionales al exterior será la que se vio en el Calderón: un estadio lleno a rebosar, con un ambiente envidiable y un derbi de altísima tensión. Pero afuera de nuestras fronteras también llegan los asientos sin ocupar en estadios como los del Almería, Valencia, Celta o Málaga. Y eso no es, precisamente, una imagen positiva.

Acabó la jornada intensa de la Copa del Rey. Cuatro partidos se disputaron este miércoles y no creo que haya dudas: si se le pregunta a la gente, al público en general, pocos sabrán el resultado del Villarreal-Real Sociedad, y menos del Málaga-Levante del martes. Su atención, como la de los dirigentes de nuestro fútbol, se centró en el Atlético de Madrid-Real Madrid. Ese resultado lo tendrá claro casi todo el mundo. Desde Villar a Tebas, pasando por el dueño del bar de la esquina. Porque eso es lo que interesa, que jueguen los grandes entre sí, que vayan pasando rondas hasta llegar a la final para que el producto se venda.

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