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Ni siquiera Luis Enrique cree ya en su Barça
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"es como la tercera parte del partido de París"

Ni siquiera Luis Enrique cree ya en su Barça

"Tengo la sensación de revivir una pesadilla y es una sensación lamentable como entrenador, es como vivir la tercera parte del partido de París", dijo el técnico tras la debacle en Turín

Foto: Luis Enrique, en un momento del Juventus-FC Barcelona de Champions de este martes. (EFE)
Luis Enrique, en un momento del Juventus-FC Barcelona de Champions de este martes. (EFE)

Cuando después del 4-0 frente al PSG todo parecía perdido, salió Luis Enrique, pecho 'palante', a decir que creía en la remontada en el Camp Nou. Peleón, enfadado, rebelde, vivo. Asumiendo errores, pero con la fe intacta de los soñadores que creen que la vida te da siempre una segunda oportunidad. La Champions, desde luego, la ofrece en el partido de vuelta. En las siguientes tres semanas anunció que se marchaba, cambió el sistema de juego y el equipo remontó en el Camp Nou con un 6-1. Anoche, en cambio, el técnico se presentó deprimido "de luto" y, solo ante la insistencia de los periodistas, terminó diciendo, sin convicción alguna: "Podemos hacerle cuatro goles a cualquiera". Pero ni él en ese momento se lo creía.

Foto: Dybala marcó los dos primeros goles de la Juventus ante el FC Barcelona. (Reuters)

"Tengo la sensación de revivir una pesadilla y es una sensación lamentable como entrenador, es como vivir la tercera parte del partido de París", admitió. "¿Si creo en la remontada? Hoy me cuesta más", dijo nada más terminar el encuentro en Turín en 'TV3'. La imagen del asturiano y sus palabras —"ha sido una primera parte nefasta, y es grave, muy grave, es un momento muy duro"— hablan por sí solas. El técnico se lamentó de la falta de intensidad de su equipo y de no haber sabido transmitirles el estado de ánimo necesario para enfrentarse a la Juve. El suyo, desde luego, está por los suelos.

Que el entrenador que reveló hace un mes que se marchaba, cambió el dibujo del equipo, esperó una reacción, se liberó y seguía presentándose, erre que erre, en las ruedas de prensa convencido de que todo era posible —antes de viajar a Málaga, incluso habló de que podían sumar ocho victorias seguidas en Liga— saliera este martes sin disfraz, sin venda, sin retar a nadie, en carne viva a enseñarse triste, deprimido y derrotado, es una novedad. Una triste para el aficionado azulgrana.

Habrá días para analizar el bajonazo anímico del técnico y la falta de respuestas de su equipo dentro del terreno de juego. En París y Turín ha recibido siete goles en contra y no ha marcado ninguno. La debilidad defensiva, la falta de respuestas, la ausencia de automatismos en ataque, sin ningún ritmo en la circulación del balón. Un equipo previsible y ramplón que hasta concedió faltas y córneres, como el que supuso el 3-0, cuando estaba avisado de que la Juve a balón parado tenía más peligro que un barreño de pirañas.

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Un "estoy de luto" que lo resume todo

Con la Liga dependiendo únicamente de que el Real Madrid la pifie, a dos semanas del Clásico en el que no podrá contar con Neymar, que ha sido sancionado con tres partidos por su chiquillada en La Rosaleda, con un 3-0 en la ida de cuartos de final ante un equipo, la Juve, que en nueve partidos de Champions solo ha encajado dos goles, la reacción del técnico parece lógica. Ese "estoy de luto" lo resume todo, pero es novedad ver tirar la toalla antes de tiempo a alguien como Luis Enrique. Tan tozudo, tan acostumbrado a vivir a la contra, tan cómodo ante las adversidades y el ruido ambiental.

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Si la sensación después de anunciar que no renovaría fue de alivio, de liberación, de todo es posible; la de ahora, la de anoche, es de profundo abatimiento, tristeza y desaliento. Del que ya no sabe qué más hacer, ni decir. Y es él, Luis Enrique, el entrenador hasta el final de temporada, así que lo de que ni él se crea la remontada ante la Juve es una malísima señal para lo que resta de campaña. El capitán ha abandonado el barco.

Cuando después del 4-0 frente al PSG todo parecía perdido, salió Luis Enrique, pecho 'palante', a decir que creía en la remontada en el Camp Nou. Peleón, enfadado, rebelde, vivo. Asumiendo errores, pero con la fe intacta de los soñadores que creen que la vida te da siempre una segunda oportunidad. La Champions, desde luego, la ofrece en el partido de vuelta. En las siguientes tres semanas anunció que se marchaba, cambió el sistema de juego y el equipo remontó en el Camp Nou con un 6-1. Anoche, en cambio, el técnico se presentó deprimido "de luto" y, solo ante la insistencia de los periodistas, terminó diciendo, sin convicción alguna: "Podemos hacerle cuatro goles a cualquiera". Pero ni él en ese momento se lo creía.

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