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El trauma del Atlético de volver a enfrentarse al Real Madrid
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quedaron muy afectados tras la final de milán

El trauma del Atlético de volver a enfrentarse al Real Madrid

Por cuarta temporada consecutiva, el Atlético está en cuartos de final de la Champions y lo único que pide la afición rojiblanca ahora mismo es que toque cualquier rival menos el Madrid

Foto: Griezmann en el partido de este miércoles. (Cordon Press)
Griezmann en el partido de este miércoles. (Cordon Press)

El Atlético ya ha hecho lo que le tocaba. Esta vez ha eliminado al Bayer Leverkusen sin las taquicardias generadas en los corazones de los aficionados rojiblancos en los dos últimos octavos de final que le ha tocado jugar en la Champions League, uno ante los mismos alemanes, otro ante el PSV Eindhoven. Es esta competición, la más importante de todas, la única vía de escape que le queda al Atleti para que la temporada 2016-17 no sea la más floja desde que Diego Simeone es el entrenador rojiblanco. Y la ilusión de la plantilla para con la Champions es abrumadora, la desean con la misma voluntad que desean respirar.

Foto: No hubo goles, pero sí ocasiones en el Calderón. (EFE)

Para que la ilusión se mantenga, el Atleti tiene todavía que superar dos rondas y, lo que más se le ha resistido en los últimos años, la final. De aquí a Cardiff aún quedan casi tres meses. Entre medias, dos sorteos y, por tanto, dos motivos para el club colchonero de tener pánico. No es que se sientan inferiores al resto de contrincantes, por mucho que sean los más fuertes del continente. Al contrario, probablemente, el Atlético sea uno de los equipos más temidos del sorteo de cuartos de final de este viernes (12:00, Nyon) y nadie tiene ni la más mínima gana de cruzárselos en cuartos. No, no tiene nada que ver con eso. No del todo, al menos. Simplemente, el Atleti tiene un trauma, un monstruo que duerme bajo su cama cada noche y que se llama Real Madrid.

Son tres veces ya. Tres puñetazos en la boca del estómago en los momentos más dolorosos. Que sea el Real Madrid, el vecino rival, el máximo enemigo histórico es un añadido, pero no es el detalle más significativo. El Bayern fue la pesadilla y Georg Schwarzenbeck, el Freddy Krueger de las noches rojiblancas durante más de cuatro décadas. Pero al Bayern se le ganó, se rompió un maleficio que pesaba desde 1974 y que hasta mayo del pasado año no había tenido la oportunidad de quebrantar de una vez. Se encontró con la ocasión y, gracias a Saúl y Griezmann, el Bayern ya no forma parte de las historias de terror de la grada atlética.

Pero el Madrid sí, el Madrid tiene un hueco privilegiado y vitalicio entre ellas. El gol de Sergio Ramos fue la reencarnación del narigudo defensa alemán en versión 2.0. El síndrome de Lisboa no se iba a borrar jamás, evidentemente, pero la casualidad originó un duelo europeo al año siguiente. Era en cuartos de final, es decir, había menos drama, pero las mismas ganas de revancha. Y cuando se acababa una eliminatoria sin goles, apareció Chicharito para volver a dejar vivo al Madrid y muerto al Atlético. Pero hubo una tercera opción, otra final, otro momento para matar a los fantasmas y hacer por fin grande de verdad al Atlético de Madrid.

"Toda muerte necesita un duelo"

Y Milán dolió más que Lisboa. "La final de Milán fue como una muerte y necesité un tiempo de duelo", dijo el Cholo Simeone. Al entrenador le mató ese encuentro. Perder otra vez, en los penaltis, ante el mismo rival... El destino era extremadamente cruel. El Cholo repitió varias veces durante la rueda de prensa posterior a la final que tenía que pensar sobre su futuro. Y nadie lo pudo localizar durante varios días. Tuvo que desplazarse la cúpula del club a Argentina para convencerle de continuar en el club. El precio fue la reducción de su contrato de 2020 a 2018. Simeone se planteó seriamente salir del club, una posibilidad que barajaba incluso si ganaba la Copa de Europa. Decidió aguantar, volver a intentarlo. El luto pasó y regresó al equipo.

Foto: Ramos fue el encargado de levantar la Copa de Europa (Reuters)
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La Champions ya es obsesión para el Atlético. Hace cinco años, cuando acababa de llegar Simeone al banquillo, esa afirmación habría generado carcajadas por lo imposible, pero ahora es una realidad. Una final, como le pasó al Porto y al Monaco en 2004, puede ser una casualidad, pero la continuidad del Atlético en las fases avanzadas de la Copa de Europa indican un asentamiento real en la élite y, por tanto, una candidatura firme al título año tras año. Para ganarla, hay que superar a los mejores, y ahora mismo, el Atlético no tendría ningún temor en cruzarse al Bayern, al que le ganó la temporada pasada y en la fase de grupos de este año, al Barça, al que se ha cargado en dos ocasiones ya, a la Juventus, a la que superó en 2015... Al que sea.

Menos el Madrid. La afición ya reacciona negativamente a los estímulos madridistas, como el perro de Pavlov, de la misma manera que la directiva. El palco del Calderón tiene verdadero pánico a que el cruce sea otra vez contra el mismo verdugo. En la plantilla hay cierto temor, pero no falta motivación, es lo que tiene la sed de venganza. Las probabilidades son pocas, pero la Champions siempre es rebuscada.

El Atlético ya ha hecho lo que le tocaba. Esta vez ha eliminado al Bayer Leverkusen sin las taquicardias generadas en los corazones de los aficionados rojiblancos en los dos últimos octavos de final que le ha tocado jugar en la Champions League, uno ante los mismos alemanes, otro ante el PSV Eindhoven. Es esta competición, la más importante de todas, la única vía de escape que le queda al Atleti para que la temporada 2016-17 no sea la más floja desde que Diego Simeone es el entrenador rojiblanco. Y la ilusión de la plantilla para con la Champions es abrumadora, la desean con la misma voluntad que desean respirar.

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