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Sergio Ramos vuelve a rescatar al Real Madrid y lo mete de cabeza en los cuartos
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hizo un doblete cuando peor estaba el equipo

Sergio Ramos vuelve a rescatar al Real Madrid y lo mete de cabeza en los cuartos

El Nápoles hizo un primer tiempo soberbio y se adelantó con un gran gol de Mertens ante un Madrid con la 'BBC' desconectada, pero apareció el capitán para arreglar otro problema más

Foto: Ramos volvió a ser el héroe del Real Madrid (Ciro De Luca/Reuters).
Ramos volvió a ser el héroe del Real Madrid (Ciro De Luca/Reuters).

El Real Madrid está en cuartos (1-2). Y bien pudo no estarlo. Hubo durante las fechas previas a este encuentro un runrún incómodo. Ese ruido decía que el Madrid iba a sufrir mucho en Nápoles, que los partenopeos juegan muy bien y que el infierno de San Paolo les daba unas probabilidades mucho más altas de superar la eliminatoria, pese al resultado adverso de la ida. Esas dudas tuvieron sentido durante 45 minutos. A Sergio Ramos, sin embargo, no le dio la gana prolongar ese sufrimiento, porque a este chico le ponen este tipo de partidos, los importantes, los que por el motivo que sea se complican sobremanera. Siempre aparece, siempre.

Lo del ambiente se quedó en eso, en la leyenda que cuenta que un día San Paolo fue un campo temible en Europa. Para eso, además de la sobrepoblación de las gradas y el consiguiente riesgo para la seguridad del público, hacía falta que jugase Diego Armando Maradona. Al final, el Nápoles está ahora mismo lejos de ser uno de los mejores equipos del continente. Pero es cierto que juega bien, muy bien. El gol de Mertens es la demostración de que el ataque posicional se puede hacer de manera veloz y ágil, sin marear la perdiz. Tres líneas participan en la jugada para romper las del contrario y permitir al delantero centro aparecer en situación ventajosa delante del portero. Mertens la cruzó con rabia hacia la esquina inferior izquierda de Navas. Había esperanzas para los 'azzurri'.

Y las había no solo porque solo estaban a un gol de eliminar al campeón, sino porque todo lo que estaban haciendo lo estaban haciendo como querían, y como les convenía. Sarri le ganó a Zidane durante el primer tiempo, a parte de por un repaso táctico evidente en todos los sentidos, por una cuestión meramente matemática. Cinco es más que tres. Incluso se podría decir que once es más que ocho. En la primera comparación, el Nápoles tenía cinco jugadores en el centro del campo, por los tres del Madrid, lo cual generó que no hubiese posibilidad blanca de organizarse a través del balón. En la segunda comparación, jugar con once jugadores implicados suele ser mejor que hacerlo con ocho y tener a tres, los tres de arriba, a su bola.

Se dice que el Madrid necesita a Casemiro para poder asentarse en campo contrario y, de esa manera, poder imponerse. Pero para que eso funcione necesita que los delanteros aporten también defensivamente. En serio, es una cuestión puramente numérica. Por eso mismo había debate sobre si debían jugar juntos Cristiano, Benzema y Bale o debería de entrar otro centrocampista. El Madrid no fue equipo con estos tres bestias en el campo, y solo empezó a controlar el partido cuando el héroe nuestro de cada día puso la cabeza a un centro de Kroos desde la esquina. En los primeros 25 minutos de partido, la defensa napolitana perdió tres balones sin una presión agobiante. Imaginen lo que pudo ocasionar una presión organizada y colectiva blanca, en la cual deben participar, inexcusadamente, todos los jugadores.

El equipo que jugó en San Paolo es el esperado. En realidad no había dudas, eran más reclamas populares de gente que le desea lo mejor al Madrid. Y al Madrid le fue bien, claro, pero porque no hubo un poco más de acierto por parte de los delanteros del Nápoles. Once tentativas partenopeas durante el primer tiempo y solo entró una, que ya son pocas teniendo en cuenta que Keylor Navas está tan inestable como un flan sobre lubricante.

No hubo un cambio evidente de un Madrid a otro. Solo el gol. El gol de Ramos. El gol a balón parado. Esta temporada, hasta en once ocasiones han marcado a balón parado algún gol cuando el equipo empataba o perdía un encuentro. Es cierto que este Madrid no está jugando bien, que ahora ya ni es fiable como lo fue durante la racha histórica de las 40 jornadas sin perder, pero ahí está ese dato, esa quinta enmienda a la que acogerse cada vez que se está a punto de entrar en el trullo. Juegas mal, pero tienes un arma escondida que puede aniquilar a cualquier enemigo de manera instantánea, sin esfuerzo aparente, en un visto y no visto. Y así, sin brillar y con mucha cabeza, el Madrid se acerca un poco más al sueño de revalidar la Copa de Europa.

Ficha técnica

1. Nápoles: Reina; Hysaj, Albiol, Koulibaly, Ghoulam; Allan (Rog, m.56), Diawara, Hamsik (Zielinski, m.75); Callejón, Mertens, Insigne (Milik, m.70).

3. Real Madrid: Keylor; Carvajal, Ramos, Pepe, Marcelo; Kroos, Modric (Isco, 80), Casemiro; Ronaldo, Benzema (Morata, m.77), Bale (Vázquez, m.68).

Goles: 1-0, m.24: Mertens; 1-1, m.52: Ramos; 1-2, m.57: Ramos; 1-3, m.91: Morata.

Árbitro: Cüneyt Çakir (TUR). Mostró cartulina amarilla a Allan y a Diawara.

Incidencias: Partido de vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones disputado en el estadio San Paolo de Nápoles ante 60.200 espectadores.

El Real Madrid está en cuartos (1-2). Y bien pudo no estarlo. Hubo durante las fechas previas a este encuentro un runrún incómodo. Ese ruido decía que el Madrid iba a sufrir mucho en Nápoles, que los partenopeos juegan muy bien y que el infierno de San Paolo les daba unas probabilidades mucho más altas de superar la eliminatoria, pese al resultado adverso de la ida. Esas dudas tuvieron sentido durante 45 minutos. A Sergio Ramos, sin embargo, no le dio la gana prolongar ese sufrimiento, porque a este chico le ponen este tipo de partidos, los importantes, los que por el motivo que sea se complican sobremanera. Siempre aparece, siempre.

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