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Si no es por Griezmann, el Atleti no se entera de que ya está en octavos
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golazos para abrir y cerrar el partido en el 93'

Si no es por Griezmann, el Atleti no se entera de que ya está en octavos

Griezmann volvió a marcar un mes después de su último tanto y, además de llamar otra vez a la puerta del Balón de Oro, puso al Atlético en octavos con dos goles, uno de ellos en el 93'

Foto: Griezmann volvió a ser el salvador rojiblanco (Javier Lizón/EFE).
Griezmann volvió a ser el salvador rojiblanco (Javier Lizón/EFE).

Al Atleti le costó enterarse de cómo ganar al Rostov. No le han servido los primeros 90 minutos allí, en el mar de Azov, para comprender cómo se abre una defensa tan cerrada como la que le plantean los de amarillo y qué hacer para no sufrir en los contundentes envites con los que les amenaza el contrario con sus escuetas armas rudimentarias. Ni siquiera se pareció un poco al Atleti que ha estado ganando con relativa comodidad últimamente en Liga, salvo un paso mal dado en la capital de Andalucía. O quizá sí, y nos estamos equivocando, porque para eso tenían a Antoine Griezmann, el único que adivinó que para ganar a los rusos había que estar en el lugar preciso en el momento adecuado.

Foto: Griezmann ha adquirido una dimensión superlativa a las órdenes del Cholo Simeone (Reuters)

Antoine nos tenía encandilados con su fútbol. Hay una reducida falange internacional que, en afán de compartir su admiración por el francés, reclaman para él el Balón de Oro de 'France Football', porque no nos engañemos, el 'The Best' de la FIFA no le importa a nadie. Su candidatura a dicho galardón individual es objetiva y bien merecida, pero si por algo nos había enamorado el chico de Mâcon era porque veía puerta con una falicidad tan imponente que se le llegaba a comparar con los Messi y Cristiano de turno en ese sentido. Pero el buen hacer del Atleti nos había hecho olvidar un detalle muy significativo: hacía un mes que Griezmann no hacía un gol. Claro, no podía desquitarse de mejor forma que con un doblete que ponga al Atleti en los octavos de final de la Champions.

Lo que debería verse como un aspecto negativo del Atlético es, en verdad, una realidad que debe hacer felices a los seguidores rojiblancos, pues desde que Griezmann no marcaba, el Atleti ha hecho doce goles, una cifra que desprende una conclusión: Simeone no depende en absoluto de Griezmann para fabricar victorias, algo que parecía muy evidente hace no tanto tiempo. La explosión goleadora de Yannick Carrasco ha coincidido también con el despertar de Gameiro, que ya parece plenamente asentado en el sistema de Simeone. Gaitán, del que conocíamos poco más que su dorsal hasta la fecha, se unió al libertinaje del gol en la paliza al Granada, así como Correa. Griezmann es imprescindible en el Atlético, pero no único.

Los dos goles de Griezmann fueron prácticamente iguales en la ejecución, pero sensiblemente diferentes en el momento en que se produjeron. El primero fue un producto natural de un volumen de juego suficiente para apretar al rival sobre su área, lo cual suele originar de uno u otro modo el gol. Es simple el tanto, es innegable, pero el toque del '7', a la vez sutil y exuberante, le da a su representación un punto de brillantez sencillamente soberbio. La bendición de esta jornada de Champions es que el nivel de algunos de los tantos logrados en los diferentes partidos es tan alto, que el primero de Griezmann pasará sin pena ni gloria por los vídeos de 'highlights', cuando en realidad se trata de una obra soberbia.

El segundo es producto de la necesidad, de la obligación de buscar algo positivo en unos últimos minutos de presteza acuciante por aquello de dejar escapar en casa dos puntos ante el equipo más flojo del grupo. Es la jugada más vieja del fútbol, pero a la vez siempre actualizada. Koke introdujo el pie entre césped y balón para bombear el esférico al área rusa, Godín fue a peinarla pero, en su afán por despejar, un defensa contrario hizo exactamente lo que quería el uruguayo, que era habilitar a un compañero que pudiera rematar a gol. Ahí surgió de nuevo Griezmann, con otra finura que todo el mundo pensó que era ilegal, hasta el propio Griezmann. Solo el árbitro consideró desde el primer instante que ese gol debía subir al marcador y contradijo la opinión de su linier, dando validez a un tanto logrado en el minuto 93.

Foto: Simeone, durante la rueda de previa al partido contra el Rostov. (EFE)

El Atleti recuperó esa imagen de equipo incapaz de superar a adversarios encerrados, como tantas veces se le ha achacado con buenas dosis de razón al Cholo, que tiene un pequeño don que le genera un obstáculo: tan infalible contra los grandes, como sufridor contra los pequeños. Había encontrado Simeone la manera de contrarrestar ese hándicap que sufre al colocar a cuatro jugadores ofensivos más dos pivotes. Ganó así a Sporting, Deportivo, Granada y Málaga. Pero volvió a sus orígenes, a los tres centrocampistas y tres delanteros, igual de válido, pero menos eficaz.

Y puede que fuera así por la disposición de los jugadores sobre el césped, no tanto por el número de jugadores de una u otra posición. El Atleti se situó en un 1-4-2-1-3, en el que los dos pivotes eran Saúl y Gabi, mientras que Koke ocupó el puesto de enganche; Griezmann a un lado, Carrasco al otro y Torres en punta. Ese dibujo originó que el balón no fluyese a través de los pivotes y que Koke no pudiera brillar como otros días, más cerca de los delanteros. El '6' se sentía aprisionado entre una tela de araña del Rostov, que tampoco tuvo inconvenientes en repartir estopa impunemente cuando tuvo ocasión. Carrasco, infinitamente menos brillante que en los últimos días, no apareció con frecuencia y Torres no acertaba. Probó después el Cholo a los cuatro atacantes, añadiendo a Gameiro por Saúl y lo que logró, al menos, fue que la percusión fuera constante y no se dejase asustar por ataques contrarios, como los que acabaron con el gol de Azmoun justo después del 1-0. Sólo la tópica épica con incertidumbre acabó por desequilibrar la balanza.

Ficha técnica

2 - Atlético de Madrid: Oblak; Vrsaljko, Savic, Godín, Filipe; Koke, Gabi, Saúl (Gameiro, m. 56), Carrasco (Correa, m. 78); Griezmann y Fernando Torres.

1 - Rostov: Dzhanaev; Kalachev (Terentyev, m. 72), Mevlja, César Navas, Granat, Kudryashov; Noboa, Gatskan, Erokhin (Prepelita, m. 45); Poloz y Azmoun (Doumbia, m. 70).

Goles: 1-0, m. 28: Griezmann, de remate acrobático tras un balón picado. 1-1, m. 29: Azmoun culmina un contragolpe rapidísimo. 2-1, m. 93: Griezmann marca dentro del área.

Árbitro: Craig Thomson (Escocia). Amonestó a los locales Godín (m. 42), Koke (m. 46) y Filipe (m. 82) y a los visitantes Kalachev (m. 46), Azmoun (m. 58), Gatskan (m. 67) y Dzhanaev (m. 81).

Incidencias: partido correspondiente a la cuarta jornada del grupo D de la Liga de Campeones, disputado en el estadio Vicente Calderón ante unos 50.000 espectadores.

Al Atleti le costó enterarse de cómo ganar al Rostov. No le han servido los primeros 90 minutos allí, en el mar de Azov, para comprender cómo se abre una defensa tan cerrada como la que le plantean los de amarillo y qué hacer para no sufrir en los contundentes envites con los que les amenaza el contrario con sus escuetas armas rudimentarias. Ni siquiera se pareció un poco al Atleti que ha estado ganando con relativa comodidad últimamente en Liga, salvo un paso mal dado en la capital de Andalucía. O quizá sí, y nos estamos equivocando, porque para eso tenían a Antoine Griezmann, el único que adivinó que para ganar a los rusos había que estar en el lugar preciso en el momento adecuado.

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