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Oblak olvida la tanda de Milán y salva a un Atlético que se conforma con poco
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saúl anotó el gol del triunfo

Oblak olvida la tanda de Milán y salva a un Atlético que se conforma con poco

Una vez más, el Atlético se adelantó en el marcador y prefirió sufrir antes que sentenciar el partido. El portero detuvo un penalti y después salvó el empate de los holandeses en el descuento

Foto: Oblak detiene el penalti a Guardado (Toussaint Kluiters/Reuters).
Oblak detiene el penalti a Guardado (Toussaint Kluiters/Reuters).

El Atlético de Madrid es consciente de las alturas de competición a las que está. En realidad, hay pocas competiciones que no se le den bien, pero la regularidad, sacar puntos de la nada se le da de maravilla, es una especialidad de la casa. Cuando lo único que cuenta es sumar, al Atleti no se le escapan los puntos contra los equipos con los que no se pueden escapar. Sabe a lo que tiene que jugar, que es al mismo estilo que le ha dado los títulos a Simeone, esto es, basar la economización de la ventaja en la organización defensiva y el contragolpe. Da igual el rival, sea el PSV, el Barça o el Levante. Si hay que ganar y solo cuenta ganar, eso es lo único que se necesita hacer.

Hay ciertos momentos, no obstante, que la virtud se hace defecto. El Atlético ha ganado al PSV, sí, como no hizo el año pasado en octavos ni en la ida ni en la vuelta, pero ¿de verdad no está capacitado para hacerlo un poco mejor? Por supuesto que sí. En determinados encuentros en los que se ha encontrado cómodo en el césped (más en el Calderón que fuera de él), ha practicado un fútbol excepcional, a la altura de la grandeza que se ha gestado este equipo en las noches europeas de gloria recientes. Pero a Simeone no le va ese rollo. A veces sí, pero no hay que abusar del mismo. Queda claro desde el momento en que se tiene una ventaja en el marcador y se aprovecha el primer cambio para introducir un pivote defensivo para sacar del césped a un extremo.

El mensaje que da el técnico es evidente: todos para atrás y a aguantar. Y así ocurrió, efectivamente. Desde poco después de iniciarse el segundo tiempo, cuando aproximadamente corría el minuto 55, el Atlético dio veinte pasos hacia atrás y comenzó a recibir las tímidas bofetadas del cuco conjunto neerlandés, que más bien eran como los golpecitos afectivos que dan los señores mayores en los mofletes a los niños para saludarles. Pero es que el PSV ni daba el pellizco inicial antes de los cachetes.

Claro, con lo que tenía delante era relativamente asequible intentar replegarse y salir vivo de ello. Al final, como decimos, el Atleti es rector en la materia. Cocu, como buen futbolista de la cantera neerlandesa ha heredado la idea de juego propia del país, del club que ama y la ha aplicado como entrenador. Pero un técnico que no sea Guardiola o Simeone se puede permitir el lujo de traicionar su biblia en la búsqueda del triunfo. Lo hizo la temporada pasada, encerrándose con una defensa de cinco y sacando dos 0-0 contra el subcampeón de Europa que por poco no lo es porque pudo caer en penaltis en octavos. Esta vez no lo necesitó (aunque lo hizo igual), porque el Atlético, consciente de superioridad global, esperó a encontrarse con el gol y a vivir del cuento hasta que se indicó el final del partido.

El gol cayó del cielo. No fue una jugada trenzada, de las varias que gestaron Griezmann, Koke, Saúl y Gaitán, sino que ocurrió en un saque de esquina. Una jugada embarullada, con muchos rebotes y sangre, acabó con Saúl emulando la chilena de McManaman en París para darle el triunfo al Atlético. Unos vieron falta de Giménez en el toque previo de cabeza, otros, como el árbitro, no. Pero esa no es una situación clara, es decir, se puede tender a la duda y, como se suele decir, dejar seguir. En lo que no cabe la menor duda es que Narsingh se tiró en el penalti que le pitaron a favor al PSV. Un piscinazo como mandan los cánones: sin contacto y un segundo después del supuesto toque. Y el juez de fondo, que lo vio a unos pocos metros, justo delante de sus narices, creyó que sí, que era penalti. En vez de ayudar, los jueces de fondo a veces entorpecen.

Hasta ese instante, el PSV había generado muy poco. Tenía el balón algo más que el Atlético, pero sus ideas no tenían la suficiente malicia para dañar a la defensa rojiblanca. Lanzar centros a Luuk de Jong era la alternativa más peligrosa, aun igual de inefectiva. Le regalaron un penalti que no había merecido (y le anularon un gol y le escamotearon un penalti que sí mereció, todo hay que decirlo) y tenía la ocasión de empatar. Andrés Guardado ha visto la final de Milán, Al lanzar, recordó que todos los tiros del Real Madrid fueron a la izquierda de Jan Oblak, y todos acabaron dentro. Probó fortuna al mismo lugar, pero esta vez Oblak no estaba bloqueado mentalmente y fue al lugar al que nunca fue aquel 28 de mayo. Al esloveno le han lanzado dos penaltis en partido en Champions y los dos los ha parado (el anterior, a Müller en la vuelta de semifinales de Champions de la temporada pasada).

En medio del amistoso asedio del PSV sobre la meta del Atlético, Simeone decidió que era el momento para sacar su arma secreta. Por algo tiene el banquillo más profundo desde que es técnico rojiblanco. Dio entrada a Carrasco para matar el partido y quitó a Gameiro. El francés no ha cogido todavía su sitio en el Atlético. No es fácil adaptarse a lo que pide el Atlético y no todo el mundo es Augusto para entender la idea de juego desde el primer día. No marcó, pero gestó ocasiones. No es suficiente, por supuesto, pero es un goleador y en algún momento se le empezarán a caer los goles de las botas. Mientras, Torres en el banquillo estaba en el banco con la mirada perdida, sin explicarse por qué se iba el '9' y no era él el encargado de sustituirlo. Entró luego, cuando ya lo único que quedaba era defender. Pasó desapercibido. No como Oblak, que volvió a aparecer en el lugar indicado para que un remate de Pereiro en el 91 no supusiera el empate.

Ficha técnica:

0 - PSV Eindhoven: Zoet; Brenet, Schwaab (Gastón Pereiro, m. 80), Isimat-Mirin, Héctor Moreno, Willems; Narsingh (Bergwijn, m. 80), Propper, Guardado, Hendrix (Ramselaar, m. 66); y Luuk de Jong.

1 - Atlético de Madrid: Oblak; Juanfran, Giménez, Godín, Filipe; Saúl (Fernando Torres, m. 77), Gabi, Koke; Gaitán (Tiago, m. 60), Gameiro (Carrasco, m. 65) y Griezmann.

Gol: 0-1, m. 43: Saúl, de volea dentro del área grande.

Árbitro: Martin Atkinson (Inglaterra). Amonestó los locales Héctor Moreno (m. 21) y Luuk de Jong (m. 43) y a los visitantes Gabi (m. 30) y Giménez (m. 46+).

Incidencias: partido correspondiente a la primera jornada del grupo D de la Liga de Campeones, disputado en el estadio Philips de Eindhoven ante 35.000 espectadores. Lleno.

El Atlético de Madrid es consciente de las alturas de competición a las que está. En realidad, hay pocas competiciones que no se le den bien, pero la regularidad, sacar puntos de la nada se le da de maravilla, es una especialidad de la casa. Cuando lo único que cuenta es sumar, al Atleti no se le escapan los puntos contra los equipos con los que no se pueden escapar. Sabe a lo que tiene que jugar, que es al mismo estilo que le ha dado los títulos a Simeone, esto es, basar la economización de la ventaja en la organización defensiva y el contragolpe. Da igual el rival, sea el PSV, el Barça o el Levante. Si hay que ganar y solo cuenta ganar, eso es lo único que se necesita hacer.

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