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Alegría contenida del madridismo en Milán: "Este año se la merecía el Atleti"
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mucho sentimiento también hacia el atlético

Alegría contenida del madridismo en Milán: "Este año se la merecía el Atleti"

El madridismo sabía que la Copa de Europa le debía una al Atlético. Y en cierto modo, le hubiera gustado compartir esa Copa con el enemigo tras lo vivido en San Siro

Foto: Sergio Ramos, con la Copa de Europa por corona (EFE Javier Lizón).
Sergio Ramos, con la Copa de Europa por corona (EFE Javier Lizón).

“Me dan verdadera pena los del Atlético”. “El fútbol ha sido muy cruel con el Atlético”. “No me hubiera importado demasiado que ganara el Atlético”. “El Madrid, al final, no se merecía tanto esta Champions”. Son algunas de las frases que varios madridistas comentaron a El Confidencial durante la larga noche de San Siro. El sentimiento que se imponía era profundamente contradictorio. El Real Madrid era campeón de Europa por undécima vez, pero el madridismo no se fue de Milán sintiéndose aficionado del mejor club del continente, y una minúscula porción de su corazón sentía un leve malestar por el dolor del vecino.

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El cielo de Milán y alrededores se despertó encapotado, de un gris triste que anunciaba tormenta. Como si se levantara con una resaca de dimensiones bíblicas después de una larga fiesta que se alargó hasta altas, altísimas horas de la madrugada, ya más bien se podía hablar de la mañana, sobre todo en Madrid. Porque el Madrid se fue directo del Giuseppe Meazza a Linate para embarcarse en el vuelo directo hacia Barajas, y de ahí, a darle un beso a Cibeles. Las horas de sueño fueron las dos que pudieron acumular en el avión, si es que la continua celebración se lo permitió a alguno de los integrantes del conjunto madridista. Dentro del vestuario, la felicidad sí era completa. Una Champions, al final, es una Champions y da igual cómo se consiga, mientras se acabe levantando al cielo.

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Otra cosa bien diferente es lo que piense la grada. Indudablemente, habrá miles de madridistas a los que no les pueda importar menos cómo se haya producido el triunfo, a quién se haya ganado por el camino y cómo haya jugado el equipo contrario. Pero otros muchos valoran más cosas. En 2014, sentían que el Madrid era el mejor equipo de Europa, que había ganado a algunos de los mejores y que de no entrar ese cabezazo de Ramos, se hubiera producido una injusticia hacia el fútbol.

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Tras el partido de Milán, los rostros de los madridistas lucían una alegría contenida. Había euforia, evidentemente, pero no desatada. Quizá en ello también influyó el intenso calor que hizo en San Siro, con una humedad que dejaba la piel pegajosa y la boca pastosa. Las aficiones llevaban, además, toda la mañana entregándose a animar por las calles de Milán, y cuando el encuentro finalizó, las fuerzas que quedaban ya eran las justas. De hecho, mientras los jugadores seguían aún posando con la Copa de Europa sobre el césped del estadio, buena parte de los asientos del fondo norte, donde se situó la afición del Real Madrid, estaba ya vacía.

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placeholder Simeone tuvo que consolar a Gabi (EFE Ballesteros).
Simeone tuvo que consolar a Gabi (EFE Ballesteros).

Y mientras, aún quedaba algún seguidor del Atlético, impertérrito después de tanto sufrimiento, de sentir el corazón dando vuelcos en el pecho y rozando por momentos el desfallecimiento. Hubo, de hecho, un periodista que no lo pudo evitar. Se desmayó durante los primeros minutos del partido y acudieron miembros de la Cruz Roja a asistirle. Minutos después, con el susto aún en el cuerpo, lo ayudaron a bajar y siguieron observándole ya en el interior del estadio. La que se perdió…

Puede que si el Madrid no hubiera ganado en los penaltis, las sensaciones hubieran sido otras. Si hubiera conseguido un triunfo holgado, cómodo, el convencimiento de que esta Champions sí era para el Real habría sido más generalizado. Pero no fue así, se tuvo que llegar hasta los penaltis. Y gracias, además. Porque no hubo madridista que no se acordase del gol de Ramos en Lisboa y lo que vino después, pero en versión colchonera cuando Carrasco superó a Keylor Navas. Gol cerca del final, jugadores propios cojeando, el equipo contrario volcado buscando el gol de la victoria… Era todo muy parecido a 2014.

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Y encima, el otro equipo era el Atlético, que para Florentino y los de su generación, es el gran rival histórico del Madrid, pero para la mayoría de la afición, es ese que estuvo 14 años sin ganarles un partido. Por ello, había más miedo a perder y que fuera el Madrid el que ‘entregase’, en cierto modo, la primera Copa de Europa al enemigo, que ilusión por ganar otra más. Y sobre todo, sabiendo que de verdad esta era su Champions. Les tocaba. No como forma de hablar, sino como una realidad material originada por dos eliminatorias señoriales contra Barça y Bayern, dos de los tres últimos campeones, y “dos de los tres mejores equipos del mundo”, como diría el Cholo. El madridismo acabó rendido al Atlético, y les habría gustado compartir aunque hubiera sido solo un trozo de esa Copa. No pudieron hacer eso, así que acompañaron el pasillo de los jugadores del Madrid a sus adversarios con una ovación verdaderamente sentida.

“Me dan verdadera pena los del Atlético”. “El fútbol ha sido muy cruel con el Atlético”. “No me hubiera importado demasiado que ganara el Atlético”. “El Madrid, al final, no se merecía tanto esta Champions”. Son algunas de las frases que varios madridistas comentaron a El Confidencial durante la larga noche de San Siro. El sentimiento que se imponía era profundamente contradictorio. El Real Madrid era campeón de Europa por undécima vez, pero el madridismo no se fue de Milán sintiéndose aficionado del mejor club del continente, y una minúscula porción de su corazón sentía un leve malestar por el dolor del vecino.

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