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San Siro, un templo del fútbol que necesitaba urgentemente un lavado de cara
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la final obligó a darle un buen repaso

San Siro, un templo del fútbol que necesitaba urgentemente un lavado de cara

La catedral del fútbol italiano se estaba quedando vieja: mal comunicada, accesos imposibles, grada deteriorada... pero con la final de Champions se vio obligada a actualizarse por fin

Foto: Uno de los fondos de un San Siro remozado (Reuters Stefan Wermuth).
Uno de los fondos de un San Siro remozado (Reuters Stefan Wermuth).

Nadie va a negar a estas alturas que San Siro es uno de esos templos del fútbol mundial, donde cualquier jugador o entrenador sueña con jugar un partido, aunque sea amistoso. Mucho más, imaginen, si se trata de una final de la Champions League. El lugar es ideal, primoroso, y la ciudad, perfectamente acorde a lo que significa el estadio. Por fuera es imponente, y su acústica no tiene nada que envidiar al sonido que desprenden las paredes de la Scala.

Pero en los últimos años, el Meazza se había quedado algo viejo, muy de la mano con la situación de los dos clubes que juegan en su césped, el Milan y el Inter, muy lejos los tres de la grandeza de otros años. En un pasado reciente, las instalaciones del estadio muy deterioradas. Empezando, sobre todo, por los accesos. Resultaba imperdonable que un estadio de casi cien años de antigüedad no tuviera conexión con una línea cercana de metro. Por fin, en 2015, el ayuntamiento de Milán inauguró la línea M5, la violeta, que lleva directamente hasta los aledaños del estadio.

Los interiores, por su parte, tenían y tienen la estructura de un estadio antiguo. Mucho cemento y en buena parte, bastante desgastado, sucio. Los clásicos asientos rojos, verdes, naranjas y azules estaban casi siempre polvorientos, cuando no rotos por la ‘tifoseria’ milanesa. Los propietarios del estadio, con Roberto Ruozi a la cabeza, se pusieron seriamente a trabajar para darle un lavado de cara. Y lo cierto es que, una vez dentro, San Siro resulta de nuevo imponente.

Y en el sentido más profesional, porque eso es lo que nos afecta a nosotros, los periodistas, los dispositivos implementados por la UEFA parecen, al menos hasta este viernes, suficientes y bien equipados, no como no hace tanto tiempo, cuando la zona mixta era poco más que un pasillo estrecho tipo ‘El resplandor’ y la zona de prensa se quedaba pequeña.

Nadie va a negar a estas alturas que San Siro es uno de esos templos del fútbol mundial, donde cualquier jugador o entrenador sueña con jugar un partido, aunque sea amistoso. Mucho más, imaginen, si se trata de una final de la Champions League. El lugar es ideal, primoroso, y la ciudad, perfectamente acorde a lo que significa el estadio. Por fuera es imponente, y su acústica no tiene nada que envidiar al sonido que desprenden las paredes de la Scala.

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