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Ni quedarse con la defensa en cuadro otra vez saca del conformismo a Benítez
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ha encajado diez goles en tres partidos

Ni quedarse con la defensa en cuadro otra vez saca del conformismo a Benítez

Benítez no fue capaz de destacar nada positivo después de que su equipo se hundiese al final y hiciese peligrar una ventaja de cuatro goles. Ahora, encima, se queda también sin Varane

Foto: Sin Varane, Pepe no supo liderar a la defensa blanca (EFE).
Sin Varane, Pepe no supo liderar a la defensa blanca (EFE).

Después de tocar fondo en el Clásico, es complicado elegir las palabras de cara al público y en privado para levantar a un vestuario. Nunca tiene por qué ser la misma versión la que ofrecen los entrenadores como Benítez hacia fuera que hacia dentro. Lo que está claro es que no tiene por el mango a la plantilla, es más bien al contrario, como se vio con la alineación del partido contra el Barça. Así que Benítez está optando por un tono conciliador. No se atreve a levantar la voz en público; no le vamos a oír señalar aunque sea mínimamente a ningún jugador hasta que el ambiente tenso en el que vive no se calme un poco… o explote definitivamente.

Lo que resulta chocante es que su discurso después del partido en Lviv sea tan positivo, sin casi dejar margen a la autocrítica, una de las acciones más enriquecedoras para el crecimiento tanto individual como grupal. Lo único negativo a lo que se refirió el de Parla fue a que hubo “dos goles evitables, el penalti y el córner”. A partir de ahí, lo único que salió de su boca fueron buenísimas palabras para sus jugadores, de los cuales, muchos no jugaron contra el Barça. “Hicimos un gran partido durante 78 minutos”, añadió. Los 12 últimos minutos fueron un bochorno más, pero sobre eso lo único que le faltó al equipo fue “oficio”, según el entrenador.

Nada que decir más sobre los tres goles encajados en diez minutos que estuvieron a punto de costarle otro ridículo más en muy poco tiempo. Al final, el objetivo está conseguido, pues es líder de grupo con una semana de anticipo, pero no hay que dejarse engañar por la clasificación del Real Madrid, hay que pararse a ver cómo juega, qué hace sobre el campo, las sensaciones que transmite, los goles que recibe… Un cúmulo de dudas que nos tendrían aquí hablando hasta Nochevieja, y tampoco es plan. Sin embargo, cuesta no destacar que no haya más palabras de preocupación, de molestia, de enfado, de disgusto en Benítez por haber encajado diez goles en los últimos tres partidos después de haber encajado cuatro en los catorce anteriores.

Y encima Benítez se enfrenta otra vez a la reconstrucción de su defensa para los próximos partidos. La lesión de Ramos va para largo (se habla de un mes, pero su lesión en el hombro no se curará del todo sin una operación), Marcelo no estará aún disponible contra el Eibar y la lesión de Varane contra los ucranianos tiene toda la pinta de rotura de fibras, lo cual garantiza unas dos o tres semanas fuera de los terrenos de juego. Es decir, para jugar en Ipurua sólo tendrá disponibles a los cuatro defensas que acabaron el partido, estos son, Carvajal, Pepe, Nacho y Danilo, además de Arbeloa. De todos ellos, los únicos que están rindiendo a buen nivel habitualmente son Carvajal (si las lesiones se lo permiten) y Nacho.

Hay que pararse a comparar un momento estas declaraciones de Benítez con las de su homólogo del Shakhtar. Mircea Lucescu vio cómo sus chavales no se vinieron abajo con la goleada que estaban encajando en Lviv y estuvieron a solo un gol de empatar un 0-4. Y en vez de sentirse orgulloso de la reacción de los jugadores, empezó a despotricar de ellos: “Calculo unos 11 o 12 errores de Pyatov –portero ucraniano– contra los grandes”; “esperamos más de Ferreyra”; “Rakitskiy ha jugado mal, le pasó tres balones al rival. Juega en la selección y le tenemos que considerar como un adulto”. Esas fueron algunas de las perlas del rumano después de decir que no quería “hablar de jugadores en concreto”.

Después de tocar fondo en el Clásico, es complicado elegir las palabras de cara al público y en privado para levantar a un vestuario. Nunca tiene por qué ser la misma versión la que ofrecen los entrenadores como Benítez hacia fuera que hacia dentro. Lo que está claro es que no tiene por el mango a la plantilla, es más bien al contrario, como se vio con la alineación del partido contra el Barça. Así que Benítez está optando por un tono conciliador. No se atreve a levantar la voz en público; no le vamos a oír señalar aunque sea mínimamente a ningún jugador hasta que el ambiente tenso en el que vive no se calme un poco… o explote definitivamente.

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