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Oblak se cuela por sorpresa en la fiesta de un Atlético que huele a cambio
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el esloveno, determinante en los penaltis

Oblak se cuela por sorpresa en la fiesta de un Atlético que huele a cambio

El Atlético de Madrid llevaba un solo triunfo en los últimos seis partidos y el Cholo Simeone se vio obligado a mover varias piezas. La jugada le salió bien. Incluida la aparición por sorpresa de Oblak

Foto: El portero del Atlético de Madrid Oblak detiene el penalti lanzado por Calhanoglu, del Bayer Leverkusen, durante el partido de vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones disputado esta noche en el estadio Vicente Calderón, en Madrid. EFE/Kiko
El portero del Atlético de Madrid Oblak detiene el penalti lanzado por Calhanoglu, del Bayer Leverkusen, durante el partido de vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones disputado esta noche en el estadio Vicente Calderón, en Madrid. EFE/Kiko

La dinámica no se parecía a nada bueno en los últimos tiempos. El Cholo Simeone no daba con la tecla adecuada y ante una cita decisiva, optó por mover de verdad un once que parecía intocable. Con Tiago sancionado, dejó a Gabi en el banquillo de inicio ante la sorpresa general para dar entrada a Mario Suárez. Pero lo más sorprendente fue que Cani, casi inédito hasta ahora, formara parte del equipo inicial ante el Bayer Leverkusen en un partido que marcaba claramente la temporada rojiblanca. La jugada salió bien, sobre todo porque Oblak, que apareció en escena por sorpresa por la lesión de Moyá, acabó siendo determinante en la tanda de penaltis, al detener el lanzado por Çalhanoğlu, que lo lanzó por el centro y que se encontró con que el esloveno no se movió de su sitio. Un lance que terminó siendo decisivo.

“Esto es un todo o nada para Oblak”, se oyó decir en el momento en el que se veía al esloveno salir embadurnado en verde para sustituir a un Moyá renqueante. Y era cierto. Era uno de esos momentos que marcan la carrera de un futbolista, el devenir de un jugador dentro del club que le paga. El fichaje más caro del Atlético de Madrid fue Antoine Griezmann, el más ilusionante fue Fernando Torres, pero la verdadera apuesta, con la que verdaderamente se la jugó la directiva fue con la carta del portero que jugaba en el Benfica. Y era una noche para que Jan demostrase que los que firmaron a este guardameta se limpiasen el sudor frío que llevan acumulando durante toda la temporada por sus constantes suplencias o para que definitivamente asumiesen su error. Esta vez, la moneda enseñó cara.

Sustituir a Moyá no es fácil porque el balear está haciendo una brillante temporada y en realidad no se le puede achacar prácticamente nada. Ha cumplido como portero titular del Atlético de Madrid, no ha desentonado en ningún momento. Pero ya ser el encargado de cubrir el hueco dejado por Thibaut Courtois es un marrón de los grandes. Y ese es el papel que se le asignó a Oblak en el momento en el que el club pagó 16 millones de euros por él. Y no sólo eso, sino que fue una negociación de lo más ardua con muchísimos flecos que se aclararon no sin esfuerzo. Y Oblak no tuvo casi ni la opción de demostrar si era bueno o no, si se parecía al belga o no tenía nada que ver.

“A Oblak se le ha criticado mucho su partido en Grecia y hoy –por este martes- le tocó entrar en un partido muy duro y lo hizo bien”, dijo el Cholo, orgulloso de que el cambio obligado en la portería en el minuto 20 no se notara en absoluto. Y eso que pasaron cien minutos más… y una tanda que no olvidará Oblak en su vida. La última que había disputado fue la que perdió en Turín con el Benfica ante el Sevilla. No paró ni un lanzamiento. Esta vez, paró el primero que tuvo y luego no le hizo ni falta detener más, pues los alemanes se asustaron y las tiraron altas ellos solos. Era su reválida, su momento, y lo ha superado. Y el sábado podría debutar en Liga. Si este partido le servirá para jugar incluso cuando se recupere Moyá es algo que sólo lo sabe Simeone.

Lo que sí sabe el Cholo es que el centro del campo del Atlético tiene fecha de caducidad, y ésta llegará más pronto que tarde. Ganar al Leverkusen y clasificarse con una medular novedosa es la prueba irrefutable de que el inmovilismo en el medio era algo innecesario. El capitán Gabi no jugó ni un minuto del partido más importante de la temporada. El Cholo reconoce así que el canterano no está bien. Y si ahora, con 31 años, ha dejado de estar bien, es bastante complicado que vuelva a recuperar su gran nivel, más con el peso que lleva sobre sus hombros con la imputación en el caso del amaño del Levante-Real Zaragoza.

El único inamovible del trío habitual del centro del campo sigue siendo Koke, descomunal contra el Bayer, demostrando que la lesión es ya cosa del pasado y que sólo necesitaba recuperar la forma para volver a ser él, el verdadero líder del Atlético. Y esta vez sólo le acompañó Mario Suárez, ese mismo Mario Suárez al que Simeone puso la cruz en Vigo por aquel penalti que empezó a costarles el partido. La gloria no estaba destinada para él, pero se la buscó con un disparo que valió una tanda y una clasificación. Más allá del gol, su partido fue más que correcto, bastante bueno en realidad. Y aun así, su futuro siempre parece estar más lejos del Vicente Calderón…

La dinámica no se parecía a nada bueno en los últimos tiempos. El Cholo Simeone no daba con la tecla adecuada y ante una cita decisiva, optó por mover de verdad un once que parecía intocable. Con Tiago sancionado, dejó a Gabi en el banquillo de inicio ante la sorpresa general para dar entrada a Mario Suárez. Pero lo más sorprendente fue que Cani, casi inédito hasta ahora, formara parte del equipo inicial ante el Bayer Leverkusen en un partido que marcaba claramente la temporada rojiblanca. La jugada salió bien, sobre todo porque Oblak, que apareció en escena por sorpresa por la lesión de Moyá, acabó siendo determinante en la tanda de penaltis, al detener el lanzado por Çalhanoğlu, que lo lanzó por el centro y que se encontró con que el esloveno no se movió de su sitio. Un lance que terminó siendo decisivo.

Diego Simeone
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