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El Atlético fue el único que quiso ganar
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elimina al bayer en el suplicio de los penaltis

El Atlético fue el único que quiso ganar

Oblak, que no tenía ni que jugar esta noche, participó en el suplicio de los penaltis con una parada que ayudó al Atleti a eliminar al Bayer. El gol de Mario Suárez igualó el resultado de la ida

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Oblak, el chico que no tenía ni que jugar esta noche, se metió en el corazón de todos los atléticos en la tanda de penaltis que llevó al Atlético a los cuartos de final de la Champions League. Un 1-0 que pudo bien haberse evitado de haber tenido algo más de capacidad ofensiva, el gran lastre rojiblanco. Pero fue el Atleti el único que quiso ganar, que quiso evitar la tanda, la muerte súbita. Fue mejor que el Bayer en los 120 minutos de partido y eliminó por completo la cara apática e impotente de la ida.

El esloveno surgió en los penaltis para enmendar el error inicial de Raúl García, que empezó el festival de balones sobre el palo derecho de los porteros. Por ahí le siguieron Toprak y Kiessling. El delantero estaba destrozado, su error mandó al Bayer para casa y al Atleti al bombo de cuartos del próximo viernes. El conjunto rojiblanco quiso pasar, quiso ganar, quiso jugar y lo consiguió donde sólo se puede sufrir ataques de pánico. Lo superó con jerarquía. Este Atleti ya no tiembla, este Atleti ya está curtido en mil batallas. Ni siquiera el recuerdo de la última prórroga jugada (la final de Lisboa), alteró el ritmo cardíaco de los rojiblancos. Eso sí, lo ha pagado caro: Moyá está lesionado y Arda se fue en camilla incluso después de que se acabara la celebración.

No es de esos que suelen aparecer en los momentos grandes, su nombre no estaba llamado a entrar en la gloria atlética, al menos no como protagonista, porque como actor de reparto sí lo ha hecho. Pero Mario Suárez tenía en la vuelta de los octavos de Champions su lugar y momento para gritar su nombre a los cuatro vientos, para recordar que aunque no aparezca por las alineaciones con la constancia que él mismo desearía, puede ser todavía una pieza muy importante hasta el final del año, luego ya se verá. Le pegó a la pelota con toda el alma, empujado por 55.000 almas atléticas que rompieron a cantar el gol que habría el camino a la remontada.

Que Mario iba a jugar se intuía evidente por la sanción de Tiago Mendes, pero una vez vista la alineación que finalmente eligió el Cholo, no está tan claro el motivo por el que jugó. ¿Sustituyó a Tigao, a Gabi o a los dos a la vez? El 4-4-2 de Simeone fue extraño más por los ausentes que por los presentes. En el partido más importante de toda la temporada, el entrenador dejó en el banquillo a sus dos capitanes, Gabi y Raúl García. Cani tenía la primera oportunidad real de justificar por qué lo fichó el Atleti. Pero no lo hizo. Fue el único de los de arriba que desentonó en la primera parte, sin influir en absoluto en el desarrollo del juego.

De los de atrás, desentonó sólo uno también y fue el que lo suele hacer últimamente. Miranda consiguió que José María Giménez fuera el líder defensivo, el seguro de vida atrás, papel que, ante la ausencia de Godín, debía asumir obligatoriamente el brasileño. Pero no está seguro de sí mismo, o al menos eso desprende. Se metió en varios líos con el balón en los pies que tuvo que solventar su pareja o alguno de los dos laterales. Y a pesar de esta evidencia, el Bayer no fue capaz de inquietar ni lo más mínimo primero a Moyá y después a Oblak.

Cuando un portero está recién entrado en el campo por la lesión o expulsión del titular, lo hace frío, sin ni siquiera un mínimo calentamiento y por tanto con los reflejos y las habilidades sin sacar de la mochila. Es el momento en que el contrario debe aprovechar para probarlo, para disparar casi desde donde se pueda. Sin embargo, el primer disparo alemán fue mediado el segundo tiempo, sin que el intento de Bellarabi fuera siquiera inquietante para el esloveno. El Bayer fue una sombra de lo que fue en la ida. Ni dominó territorialmente, ni dominó el balón, ni rompió al Atleti en velocidad. Absolutamente nada. Y con todo, llevó al Atleti a la prórroga.

Pero si no hubo Bayer es porque esta vez sí hubo Atleti. Un Atleti imperfecto, pero sensiblemente mejorado con respecto a lo visto en las semanas anteriores. Se consiguió gracias a una ortodoxia posicional admirable. Si un equipo está bien posicionado, ocupando todas las parcelas del pasto, la superioridad táctica está garantizada. Se llega más fácilmente adonde esté el balón, los contrarios no encuentran huecos y la recuperación es más sencilla. Otra cosa bien distinta es saber qué hacer con la bola una vez ganada. Porque este Atleti sigue sin tener capacidad para crear ocasiones claras de gol. En Liga se puede sobrevivir así, con táctica; en Europa, en cambio, no.

Sin embargo, fue el Atleti el único que no quiso llegar a la prórroga y el que luego quiso evitar los penaltis. Simeone asumió su equivocación con Cani y rectificó inmediatamente. En la reanudación ya apareció Raúl García para mantener el 4-4-2 pero con alguien de plena confianza para el resto de sus compañeros. Porque Raúl puede ser o no mejor que Cani, pero si en algo le supera es en lo que le conocen sus compañeros. Raúl siempre sabe dónde colocarse, dónde presionar. Cani juega todavía a otra cosa.

Sólo el Leverkusen buscó la tanda y lo hizo desde el banquillo. Roger Schmidt buscó mantener el empate global con la introducción de Rolfes (pivote) por un extremo y Papadopoulos (central) por el pivote Bender. Renunció al ataque tanto en los minutos finales del partido como sobre todo en la prórroga y consiguió llevar el partido a los penaltis. Pero la idea no le salió especialmente bien. No se puede esperar ganar una tanda si los lanzadores elegidos no son capaces de meter más de dos lanzamientos de los cinco.

Ficha técnica

Atlético de Madrid: Moyá (Oblak, m. 20); Juanfran, Miranda, Giménez, Gámez; Arda, Mario, Koke, Cani (Raúl García, m. 46); Griezmann y Mandzukic (Fernando Torres, m. 83).

Bayer Leverkusen: Leno; Hilbert, Toprak, Spahic, Wendell; Castro, Bender (Papadopoulos, m. 104); Bellarabi, Calhanoglu y Son Heung-Min (Rolfes, m. 77); y Drmic (Kiessling, m. 69).

Gol: 1-0, m. 27: Mario Suárez, de disparo desde fuera del área, que rebota en Toprak y despista al portero Leno.

Penaltis: 0-0: Raúl García, fuera. 0-0: Calhanoglu, para Oblak. 1-0: Griezmann, gol. 1-1: Rolfes, gol. 2-1: Mario, gol. 2-1: Toprak, fuera. 2-1: Koke, para Leno. 2-2: Castro, gol. 3-2: Torres, gol. 3-2: Kiessling, fuera.

Árbitro: Nicola Rizzoli (Italia). Amonestó a los locales Giménez (m. 30), Gámez (m. 72), Mario (m. 75) y Fernando Torres (m. 110) y a los visitantes Spahic (m. 26), Toprak (m. 65), Calhanoglu (m. 78), Wendell (m. 90), Kiessling (m. 102) y Papadopulos (m. 113).

Incidencias: partido de vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones, disputado en el estadio Vicente Calderón ante unos 53.000 espectadores.

Oblak, el chico que no tenía ni que jugar esta noche, se metió en el corazón de todos los atléticos en la tanda de penaltis que llevó al Atlético a los cuartos de final de la Champions League. Un 1-0 que pudo bien haberse evitado de haber tenido algo más de capacidad ofensiva, el gran lastre rojiblanco. Pero fue el Atleti el único que quiso ganar, que quiso evitar la tanda, la muerte súbita. Fue mejor que el Bayer en los 120 minutos de partido y eliminó por completo la cara apática e impotente de la ida.

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