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El Madrid sabía que iba a ganar... y ganó
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El Madrid sabía que iba a ganar... y ganó

El Real Madrid sumó en Basilea su decimoquinto partido consecutivo ganando gracias a un solitario gol de Cristiano Ronaldo, que continúa a lo suyo

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Al final, lo que cuenta es ganar. Y el Real Madrid venció 0-1 al Basilea. Decimoquinta victoria consecutiva. Sí, pero esta vez lo hizo feo. Si se gana jugando bonito se consigue enamorar al mundo. El Real Madrid perdió parte del lustre obtenido alrededor del globo, y lo hizo cuando su juego no se parecía en nada a lo que el imaginario colectivo tiene en su mente como definición de un fútbol brillante. El futuro del Madrid, al menos el más cercano a nuestros días, se plantea como el de un equipo que reencuentre aquello que tuvo y que perdió: la admiración global, no sólo como marca y como club, sino como equipo de fútbol que es. Y Ancelotti está siendo capaz de conseguir que el Madrid olvide su pasado más reciente y se convierta en una máquina capaz de enamorar.

Aun si el camino a seguir es conocido, hay momentos en los que no siempre se puede hacer todo lo que uno desearía. Por motivos muy variados, claro. En el caso del partido de Basilea, la razón principal era la voluntad de los jugadores del Real Madrid de hacer lo comandado. O la ausencia de ella, más bien. En la temporada hay muchos partidos, y en alguno de ellos lo único que cuenta es ganar. Este miércoles ni hacía falta por una razón clasificatoria. El trabajo ya se había hecho con anterioridad y un triunfo sólo serviría para engrosar una racha que se plantea histórica. Pero claro, sin el gusanillo de la necesidad, este equipo no compite igual. Ni este ni ninguno.

En ese ambiente de jolgorio blanco y obligación suiza, el partido se acabó planteando mucho más igualado de lo que se podía prever. La frescura en la circulación de otros días entre Kroos, Isco y James no se produjo con la misma fluidez, y, por tanto, el ataque posicional se hacía terriblemente previsible. Para que este sea tanto agradable de ver como efectivo, el balón debe resbalar (casi literalmente) entre los pies de los atacantes. Cuantos menos toques dé un jugador, más rápido se moverá la pelota. Y no sólo este en este partido, sino en general: si algo le falta a este Madrid para que este nuevo estilo cuaje es mucho más primer toque. Y la cosa es que esa cualidad la tienen sus tres centrocampistas.

Cuando el nivel colectivo no es el más brillante, lo que surgen son las individualidades. Lo normal en estos casos es que sea Cristiano Ronaldo el que rompa los partidos con sus genialidades. Fue así, en cierta manera, pero el que destrozó al Basilea con una jugada individual fabulosa fue Karim Benzema. Como si de un extremo clásico se tratase, el francés fue progresando por la banda izquierda, ganando metros poco a poco a los defensas. Se le juntaron dos para cerrarle espacios, pero les ganó con un regate y cuando parecía que la pelota se le iba por la línea de fondo, llegó para poner la pierna izquierda y asistir a Cristiano, que igualó a Raúl.

El Madrid sabía que iba a llegar, y llegó. Y el Basilea lo intentó todo lo que pudo. Y las tuvo, ¡vaya si las tuvo! Y para esto prueba Carlo Ancelotti a Keylor Navas, para que demuestre en paradas como la que le hizo a Embolo que es un portero más que útil para el Real Madrid. Agilidad, elasticidad y reflejos.

El problema de este Basilea es que ha perdido a muchos jugadores estos años y no ha podido recomponerse. La calidad en los suizos ha quedado reservada para Derlis González, el más activo de los azulgranas, con diferencia. Lo que más evidencia la falta de alternativas en el equipo de Paulo Sousa es su dependencia de un delantero que no es ni mayor de edad. Breel Embolo tiene 17 años, y casi todas las jugadas de ataque pasaban por sus botas, ya fuera ejerciendo de boya o rematando él mismo. Y tuvo que luchar a cara de perro con dos bestias pardas como Varane y Ramos. No salió mal parado, porque se sacó esa ocasión que desbarató Navas.

Esos buenos momentos de Embolo y su Basilea fueron todos en el segundo tiempo. Algo hicieron en la primera parte, pero sin que destacase especialmente, sobre todo porque no crearon ocasiones hasta después del descanso. Fueron también los peores momentos del Madrid, los de más apatía, los de ‘ya está todo hecho’. Y ahí, en ese embrollo aburrido de un juego desganado, destaca tristemente Gareth Bale, que no participó en el juego colectivo, no presionaba, no defendía y sólo se le vio cuando mediada la segunda mitad recibió un balón en posición de disparo y lo estrelló en el larguero. Como el partido, Bale ya llegará.

Ficha técnica:

0 - Basilea: Vaclik; Degen (Hamoudi, m.76), Schär, Suchy, Safari; Derlis González, Elneny, Frei (Díaz, m.84), Zuffi (Kakitani, m.87), Gashi; y Embolo.

1 - Real Madrid: Keylor Navas; Arbeloa, Varane, Sergio Ramos, Coentrao; Kroos, Isco (Nacho Fernández, m.92), James (Marcelo, m.89); Bale, Cristiano Ronaldo y Benzema (Illarramendi, m.71).

Gol: 1-0, m.35: Cristiano Ronaldo.

Árbitro: Milorad Mazic (SRB). Amonestó a Degen (45), Suchy (53) y Schär (80) por el Basilea; y a Sergio Ramos (43), Coentrao (48) por el Real Madrid.

Incidencias: encuentro de la quinta jornada de Liga de Campeones, disputado en Saint Jakob Park, lleno, con 37.500 espectadores en las gradas. En el minuto 89 varios aficionados invadieron el terreno de juego e interrumpieron el partido durante unos minutos.

Al final, lo que cuenta es ganar. Y el Real Madrid venció 0-1 al Basilea. Decimoquinta victoria consecutiva. Sí, pero esta vez lo hizo feo. Si se gana jugando bonito se consigue enamorar al mundo. El Real Madrid perdió parte del lustre obtenido alrededor del globo, y lo hizo cuando su juego no se parecía en nada a lo que el imaginario colectivo tiene en su mente como definición de un fútbol brillante. El futuro del Madrid, al menos el más cercano a nuestros días, se plantea como el de un equipo que reencuentre aquello que tuvo y que perdió: la admiración global, no sólo como marca y como club, sino como equipo de fútbol que es. Y Ancelotti está siendo capaz de conseguir que el Madrid olvide su pasado más reciente y se convierta en una máquina capaz de enamorar.

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