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El Atlético y el sueño de la Champions, un 'pelotazo' deportivo y económico
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la pasada edición se embolsó 50 millones

El Atlético y el sueño de la Champions, un 'pelotazo' deportivo y económico

Este martes (20.45) los rojiblancos se estrenan en la máxima competición continental ante el Olympiacos. En su mente, la final y los 50 'kilos' del curso pasado

Foto: Los jugadores del Atlético reciben instrucciones del preparador físico antes del último entrenamiento en el Georgios Karaiskakis.
Los jugadores del Atlético reciben instrucciones del preparador físico antes del último entrenamiento en el Georgios Karaiskakis.

Se ha repetido hasta la saciedad el influjo que ha tenido Simeone (bien escoltado por el Mono Burgos y el resto del staff técnico) en el despegue del Atlético de Madrid en los últimos años. Un ascenso meteórico que ha devuelto a los rojiblancos a la primera plana del fútbol español, continental y, por extensión, mundial. Europa League, Liga, Copa del Rey, Supercopa de Europa, Supercopa de España… y una final de Champions que, tras el fatídico cabezazo de Sergio Ramos en el minuto 93, luce como una cicatriz que marcará el destino rojiblanco para siempre. Una herida de guerra que actúa como acicate para afrontar el futuro junto a los mejores con optimismo. "Nos falta la Champions y vamos a luchar por ello. Fue un sueño roto. Nunca se va a olvidar y más de la manera en que ocurrió”, reconocía Gabi en una reciente entrevista con el programa de Canal Plus ‘Espacio Reservado’. Otrora un sueño, el límite es el cielo para un grupo que tiene en la fe el más atractivo de sus atributos. Este martes (20.45, C+ Liga de Campeones), el aseado Olympiacos de Míchel será la primera piedra en el camino para luchar por el hilo musical que retumba cada día en las paredes del vestuario del Cerro del Espino.

Si Simeone insiste en las 10 caras nuevas respecto al plantel del pasado curso, Míchel no lo es menos. Hasta 14 jugadores han aterrizado en El Pireo para reforzar al vigente campeón de la Super liga griega. Piezas en pleno proceso de adaptación ansiosas por repetir una eliminación en octavos, tal y como ocurrió en la pasada edición. Sobre el verde, la presión a la que se espera someta la ardiente grada del Georgios Karaiskakis a los visitantes, no supone sino una emoción añadida para un equipo que ha aprendido a no temer a nadie. Pitará el portugués Pedro Proença, colegiado que dirigió la ida de los octavos de final ante el Milan en San Siro (0-1) de la pasada temporada. Aquel día marcó Diego Costa, para variar. La mecha con la que prender una eliminatoria que acabó sentenciándose al albor de su gente en la ribera del Manzanares.

En cuanto al once por el que apostará un Simeone que seguirá sin poder descargar adrenalina corriendo de aquí para allá la banda por el partido de sanción tras su expulsión en la final de Lisboa, sólo contamos con una pista para especular. "El otro día Koke en el medio nos dio más equilibrio en el juego, junto a la entrada de Arda y Griezmann. Es una alternativa interesante", comentó Simeone ante la pregunta de un periodista. Basándonos en esto, podemos pensar en un 4-4-2, con Juanfran, Miranda, Godín y Siqueria (o Ansaldi) en la zaga; Koke, Gabi, Mario Suárez y Arda en el centro del campo; y Griezmann y Mandzukic por delante. En la portería, el buen estado de forma exhibido por Moyá bajo palos en los primeros compases de campaña no deja lugar a la duda.

Tras el encuentro ante los griegos llegarán la Juventus y el Malmoe, los otros dos rivales del grupo en una primera fase de la Champions que no debería traer demasiados sofocos a los atléticos. Es sólo el comienzo de una senda que desemboca en Berlín allá por el mes de mayo. Un camino que, además de la gloria deportiva, puede suponer un ‘pelotazo’ para la maltrecha economía del Atlético. Con los datos del curso pasado en la mano, por plantarse en su segunda final de Copa de Europa de su historia, el conjunto rojiblanco se embolsó 32 millones de euros que quedaron desglosados como sigue: 8,6 millones por formar parte de la fase de grupos, 5,5 millones por las cinco victorias (a un millón cada una) y el empate (500.000 euros) cosechados en esta primera parte de la competición, 3,5 millones por meterse en octavos, 3,9 millones por acceder a cuartos, 4,9 pasar a semifinales y otros 6,5 por su condición de finalista. Todavía falta añadir un pico de 17 millones por el ‘market pool’, una parte variable ligada a los derechos de televisión pagados por el país en cuestión. En total: 50 millones, lejos, por ejemplo, de los 10 ‘kilos’ que recibió en 2010 por levantar la Europa League. No está mal para un equipo que el pasado curso contó con 120 millones de presupuesto. Cantidades que, sin embargo, poco ayudan de cara a maquillar unos resultados económicos poco halagüeños.

Funambulismo financiero, un lastre que amenaza al éxito deportivo

El pasado mes de junio, después de la tragedia lisboeta, con las caras largas de los hinchas rojiblancos poblando las gasolineras de la A-5 en su retorno a la capital, el Atlético presentaba en sociedad las cuentas de la temporada. Lo hacía a través de un oscuro informe de 12 páginas publicado por la consultora Deloitte. Al margen de conocer el valor de las acciones que se adquirieron de aquella manera en la truculenta ampliación de capital de 2003, en el documento resaltaba por encima del resto un dato demoledor: "El valor razonable atribuible a la totalidad de acciones del Club Atlético de Madrid S.A.D. a 27 de febrero de 2014 sería 62,5 millones de euros aproximadamente”. Resultado que sale de restar el valor estimado de negocio (334,1 millones, una cifra en la que se incluyen los 48,1 millones que se esperan cobrar por la edificación y parcelación de la Ciudad Deportiva de Alcorcón) con la galopante deuda aplazada con las Administraciones públicas (271,6 millones), la rémora del equipo a nivel financiero.

En aquel momento, el diario El País, en un minucioso artículo de José Marcos, desnudó aún más el desolador panorama (al menos en términos económicos) que azuza la ribera del Manzanares. El pasivo, es decir, el total de lo que se debe, asciende a 540 millones de euros, los ingresos se quedaron en 126 millones (‘sólo’ 20 más que el año anterior) y los beneficios quedaban reducidos a unos tristes dos millones de euros. Una situación insostenible que se trata de paliar con parches en forma de fondos de inversión con capacidad para endosar jugadores según el momento y, el más importante de todos, el famoso pacto con Hacienda de su cliente preferente. Según los datos vertidos por El País, en 2011 los 215 millones de euros de deuda con la Administración Tributaria aglutinaban un tercio del total de los impagos de los clubs profesionales. En el ínclito informe queda patente que al Atlético se le concedía el aplazamiento fraccionado de los pagos por un total de 167 millones, 154,2 en concepto de IVA o IRPF y el resto de intereses. Una deuda que se irá liquidando según un calendario que nos lleva hasta el año 2018.

Un embrollo que según las malas lenguas encuentra su origen, no sólo en el aparente derroche, sino en una técnica de dudosa honorabilidad llevada a cabo por los patriarcas de la sociedad anónima deportiva. Estas versiones apuntan que tras las sentencias desfavorables emitidas contra la familia Gil, la única vía para mantener libre de embargo a sus empresas (entre ellas el Atlético, de quien poseen el 66% de las acciones) es mantener a estas sociedades en la quiebra técnica y que su valor de mercador sea cero. De hecho, en 2010, el Tribunal de Cuentas ‘avisó’ sobre un posible embargo de sus acciones. Una amenaza que finalmente no se ha producido por las terribles consecuencias que podría tener de cara a la supervivencia del club. Se trata de vivir en el alambre. Pan para hoy y hambre para mañana. Funambulismo financiero que no hace sino dibujar un angustioso panorama para un club que quiere seguir dando alegrías sobre el césped pese a los claroscuros en la gestión de los hombres con traje y corbata que ocupan la zona noble.

Ante la crisis, récord de inversión en fichajes

Unas alegrías que, pese a las obligaciones de pago y como ocurre en la mayoría de los clubs españoles (mientras los españoles nos desmoronamos mes a mes, ¿quién se atreve a dejar caer el fútbol, la fiesta nacional por excelencia?), reclaman fichajes para que no se borren del espíritu sufridor de los hinchas atléticos. Y es que pese a los débitos adquiridos, este verano el equipo colchonero ha batido el gasto en contrataciones para suplir las ausencias que marcharon en busca de un mejor porvenir. 117,5 millones de euros repartidos en diez incorporaciones: Griezmann (30), Mandzukic (22), Oblak, (16), Cerci (16), Raúl Jiménez (10), Siqueira (10), Ángel Correa (8), Moyá (3), Jesús Gámez (2,5) y Ansaldi (cedido).

Cantidad que ha sido posible asumir gracias precisamente a las bajas de Diego Costa (38), Filipe Luis (22), Adrián (11), Asenjo (5) y Roberto (2,3). Unos 77 millones que, unidos a las diversas cesiones (Óliver, Insua, Alderweireld, Baptistao…) han permitido mantenerse dentro del límite de gasto de la plantilla establecido por el reglamento de control económico de los clubes. Un tope que queda fijado en el 70% de los ingresos relevantes de la temporada. Cantidad que en el caso del Atlético sería de unos 80 millones tras descontar el porcentaje obligatorio destinado a el cupo de canteranos (3 millones), los bonus (7 millones) y los emolumentos del Cholo y su cuerpo técnico (unos 10 millones). Con ella se tienen que hacer frente a salarios IRPF, derechos de imagen y amortizaciones por compra de los jugadores.

Se ha repetido hasta la saciedad el influjo que ha tenido Simeone (bien escoltado por el Mono Burgos y el resto del staff técnico) en el despegue del Atlético de Madrid en los últimos años. Un ascenso meteórico que ha devuelto a los rojiblancos a la primera plana del fútbol español, continental y, por extensión, mundial. Europa League, Liga, Copa del Rey, Supercopa de Europa, Supercopa de España… y una final de Champions que, tras el fatídico cabezazo de Sergio Ramos en el minuto 93, luce como una cicatriz que marcará el destino rojiblanco para siempre. Una herida de guerra que actúa como acicate para afrontar el futuro junto a los mejores con optimismo. "Nos falta la Champions y vamos a luchar por ello. Fue un sueño roto. Nunca se va a olvidar y más de la manera en que ocurrió”, reconocía Gabi en una reciente entrevista con el programa de Canal Plus ‘Espacio Reservado’. Otrora un sueño, el límite es el cielo para un grupo que tiene en la fe el más atractivo de sus atributos. Este martes (20.45, C+ Liga de Campeones), el aseado Olympiacos de Míchel será la primera piedra en el camino para luchar por el hilo musical que retumba cada día en las paredes del vestuario del Cerro del Espino.

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